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Los avances tecnológicos y el aumento del nivel de vida en general, conlleva un mayor uso de aparatos eléctricos, los cuales también sustituimos con más frecuencia. Fomentar la recuperación y su reciclaje es cada vez más relevante y los puntos limpios realizan una labor fundamental.
Más allá de los continentes que todos conocemos, el mundo en el que vivimos alberga otro mucho más peligroso que cualquiera de los otros cinco: el continente de plástico, también llamado, isla de basura, es una zona del Océano Pacífico Norte
Completamente cubierta de desechos marinos con concentraciones excepcionalmente altas de plástico, su superficie se estima entre 710.000 km² y 17.000.000 km² según el criterio que se adopte y ya se ha llegado a afirmar que su extensión es equiparable a la de Francia, España y Alemania.
No es el único gran problema que tiene el planeta con respecto a los desechos que generamos. El informe anual de la Global E-waste Statistics Partnership revela que en el ejercicio de 2019 solo se recicló el 17,4% de la basura electrónica producida en el planeta.
Esto supone, por un lado, la pérdida de materiales valiosos como oro, cobre o hierro, pero también el potencial riesgo medioambiental por las sustancias peligrosas que contienen muchos de estos.
Las principales conclusiones que se extraen de este informe es que, si en 2019 se recicló el 17,4% de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE), hay un 82,6% que no fue reciclado y que, por tanto, contribuye a que el volumen mundial de residuos electrónicos alcance ya los 53,6 millones de toneladas anuales.
Por ello es tan importante invertir esta tendencia, ya que, de seguir así dentro de solo una década, en 2030 se alcanzarán los 74 millones de toneladas de basura electrónica, y para hacerlo los puntos limpios son clave.
Los puntos limpios cumplen una función esencial: concienciar y facilitar la labor de reciclaje al ciudadano.
Con ello, los puntos limpios son los lugares más adecuados para deshacernos de cualquier residuo que no se pueda incluir en los servicios de recogida de residuos urbanos. Así, deben aceptar, entre otros, residuos como: pilas, baterías, aceites usados, cartuchos de tóner, restos de productos químicos, radiografías, escombros, ropa, electrodomésticos, fluorescentes o bombillas de bajo consumo y, por supuesto, aparatos electrónicos.
No olvidemos que se considera aparato eléctrico todo aquel que necesita pilas, baterías o corriente eléctrica para funcionar es un aparato eléctrico o electrónico (AEE) como, por ejemplo, la gran mayoría de los dispositivos que utilizamos en nuestra vida cotidiana: electrodomésticos como neveras, lavadoras o televisores, consolas de videojuegos, herramientas eléctricas, teléfonos móviles, smartphones y tablets... Todos ellos no se pueden arrojar directamente a la basura, sino que pueden ser entregados en el punto de venta donde se haya adquirido el aparato eléctrico que le sustituya o deben ser llevados a un punto limpio para su posterior tratado.
“Los puntos limpios cumplen una función esencial: concienciar y facilitar la labor de reciclaje al ciudadano.”
Para conseguir los objetivos de recuperación, los puntos limpios deben cumplir una serie de requisitos entre los que están:
En primer lugar, facilitar el acceso a sus instalaciones. Estas deben ser fácilmente reconocibles desde el exterior, estar bien señalizadas, contar con amplios horarios y, especialmente fundamental cuando hablamos de aparatos electrónicos de gran peso y volumen: permitir el acceso con el coche hasta la zona donde se almacenan los objetos para poder descargar los residuos más voluminosos.
Deben contar con un buen mantenimiento y estar en buen estado. La limpieza y el orden es esencial, sin olvidar la debida separación en espacios diferenciados por tipos de residuos. Cada contenedor o zona de almacenamiento debe estar correctamente identificada y ordenada. En este sentido también es importante que el punto limpio contenga un panel informativo.
También el punto limpio debe tener siempre la asistencia de un técnico. Su papel es fundamental a la hora de informar dónde y cómo depositar correctamente cada residuo. Tengamos en cuenta que, por ejemplo, en los aparatos eléctricos, además de separar elementos como las baterías se suelen separar aquellos de línea blanca del resto.
Es un servicio gratuito, en el que no solo no tiene coste para el ciudadano, tampoco se pueden establecer límites en cantidades o volúmenes máximos. Como ya dijimos antes, los puntos limpios deben recoger cualquier producto que no se tira a la basura, independientemente de su tamaño o tipo.
Tras llevarlos al punto limpio se deposita y almacena temporalmente en un área especialmente diseñada para ello y que debe cumplir una normativa específica.
En el caso de los residuos eléctricos y electrónicos (RAEE), los puntos limpios deben cumplir escrupulosamente con la normativa del Real Decreto 110/2015 sobre residuos de aparatos eléctricos y electrónicos que regula “la prevención y reducción de los impactos adversos” de los residuos de los aparatos eléctricos y electrónicos “sobre la salud humana y el medio ambiente”. Este Real Decreto lleva a la práctica lo marcado por la Directiva 2012/19/UE del parlamento europeo y del consejo que se centra en dos líneas claras de actuación.
La primera es la prevención en la generación de residuos y la segunda la preparación de los aparatos para su reutilización.
El reciclaje debe ser la penúltima opción, y solo en caso de que los aparatos hayan sufrido daños irreparables y no sea posible reintroducirlos en el mercado. Por eso se hace hincapié en que las condiciones de recogida y transporte (inicio del proceso de reutilización) aseguren la preparación para la reutilización al menos de parte de sus componentes y eviten su rotura, exceso de apilamiento, la emisión de sustancias o pérdida de materiales y el vertido de aceites y líquidos.
Como se ha señalado, la normativa española y de la Unión Europea da prioridad a la reutilización, total o parcial, y solo al reciclaje si éste no es posible. Por ello, en los puntos limpios deben también cumplir una serie de puntos para conseguirlo, antes de emprender su camino final a la planta de gestión de residuos.
En primer lugar, deben pesar correctamente en una báscula los residuos, tanto los salientes como los entrantes, registrando los datos en una plataforma electrónica que centraliza todos los datos y que actualmente es gestionada por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.
Cada residuo debe ser igualmente identificado y etiquetado, para que se pueda llevar un control adecuado de los residuos gestionados, entregando siempre al ciudadano un justificante de entrega, especialmente relevante en los grandes electrodomésticos.
El control y tratamiento de los residuos debe ser fundamental, algo especialmente relevante en aquellos electrónicos cuyo hurto del punto limpio para su posterior venta como chatarra puede conllevar serios problemas medioambientales. Por ello, es tan importante tener las medidas de seguridad oportunas que garanticen su custodia temporal.
También, se deben tratar correctamente los residuos, evitando golpes que puedan ocasionar dificultades a la hora de reciclar sus componentes y la posibilidad de que se desprendan partículas peligrosas para el medio ambiente y nuestra salud. Los residuos que puedan ser nocivos deben depositarse en una zona de almacenamiento techada y con el suelo impermeabilizado, separados de otro tipo de residuos como los voluminosos, enseres o plásticos.
Segín The Global E-waste Monitor, realizado por la Unión Internacional de Telecomunicaciones de la ONU a partir de datos de Eurostat, España es el quinto país de la Unión Europea que genera más basura electrónica, pero en cambio sólo el tercero en recuperarla. Por todo ello, su gestión adecuada es tan importante.