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Hemos hablado en varias ocasiones del nuevo modelo económico que busca reducir y reciclar los residuos que el ser humano genera. La economía circular está cada vez más presente y afecta a más aspectos de la vida diaria de los que creemos, de nuestra cultura de consumo rápido.
Hemos hablado en varias ocasiones del nuevo modelo económico que busca reducir y reciclar los residuos que el ser humano genera. La economía circular está cada vez más presente y afecta a más aspectos de la vida diaria de los que creemos, de nuestra cultura de consumo rápido.
Este modelo en el que nos encontramos marca la vida útil de un producto electrónico. Las empresas desarrollan nueva tecnología de manera continuada, lo que provoca que todos sus productos queden desfasados cuando pasa un determinado tiempo.
De esa forma, el usuario acaba comprando un nuevo producto pasados entre cuatro o seis años para alcanzar esas novedades tecnológicas. Es decir, ese modelo se ve impulsado por la innovación en las nuevas tecnologías. Los teléfonos móviles son un gran ejemplo de ello, entre muchos otros dispositivos tecnológicos de gran consumo.
Claro que no son solo los smartphones los culpables de esa economía lineal. Todo producto electrónico nace marcado por su sucesor y por la tecnología que está previsiblemente incluirá. Ordenadores, impresoras, relojes inteligentes… todos nos obligan a deshacernos de ellos rápidamente para adaptarnos a lo nuevo, al mejor.
Ante esta situación, no parece que los clientes se quejen. Se ha asentado una cultura de consumo rápido, un consumismo no responsable que provoca el aumento de este tipo de productos como residuo. A pesar de que las nuevas tecnologías deberían ayudarnos en el desarrollo sostenible, la cultura consumista nos lleva a dejarnos engañar por ese modelo.
Hace unos 30 años, no se consumía ni la mitad de plásticos que se consumen actualmente. Lo mismo ocurre con los materiales que utilizamos en la telefonía móvil o en la tecnología de consumo en general. En la actual sociedad de consumo priman la rapidez y la flexibilidad. Los productos deben ser de consumo rápido, aportando facilidades de forma inmediata, de ahí cultura de consumo rápido.
Esa sensación está en la lista de las principales razones que nos llevan a cambiar de móvil, de ordenador y hasta de tostadora: sale un producto superior, y solo por eso el nuestro ya no parece funcionar de la misma manera. Consumimos lo justo para poder desechar y elegir algo nuevo lo más pronto posible.
La economía circular propone una alternativa. Ya hemos hablado sobre ella, sobre un nuevo modelo económico basado en reutilizar, reducir y reciclar. ¿Pero cómo aplicarla sistema actual de innovación tecnológica?
Más bien es la tecnología la que debe aplicarse a esta nueva economía creando productos que sean fáciles de reparar, de reciclar y con materiales reutilizables. Siguiendo esa dinámica reducimos el volumen de residuos que se generan por esos productos que fallan, consiguiendo que su impacto medioambiental sea menor.
La clave está en la sostenibilidad y la inversión en I + D. Cuando la sostenibilidad se incorpora a la planificación estratégica de la economía y es respaldada por la inversión en I+D, consigue, no solo atraer clientes, sino atraer inversores. Con ello se impulsa la innovación y se acelera el ritmo de crecimiento de la sociedad desde un punto de vista distinto.
En el avance de la tecnología, es necesaria la producción de materiales biodegradables y la generación de biopolímeros, incluso para la fabricación de smartphones. Esto también nos sirve para crear un cambio de imagen en la marca y un cambio de conciencia en la sociedad.
Proyectos como el desarrollado en Sant Adrià de Besòs marcan el rumbo que seguimos desde Endesa con respecto a la economía circular. Un proceso de recuperación de su fondo marino a través de la creación de un parque de arrecifes artificial en el que los principales materiales utilizados provenían de la antigua central térmica existente en la zona y cerrada desde 2011.
El entorno natural de ese área recuperó, e incluso mejoró, el estado natural que había perdido a lo largo de los años, y lo hizo gracias a la mejor eficiencia de los recursos. En el siguiente vídeo puedes descubrir más detalles:
Un caso similar fue el llevado a cabo en As Pontes. La readaptación de su mina a cielo abierto logró grandes ventajas sociales y sostenibles que fueron más allá de su propia restauración. El proyecto consiguió recuperar el paisaje natural, reintroducir la fauna propia de la zona y crear nuevas oportunidades a nivel local, gracias al desarrollo social y económico de As Pontes.
También, con el desmantelamiento de la central térmica de Foix se produce el mismo efecto de economía circular. Todos los materiales de laboratorio y libros, así como el ancla, las tres maquetas y el mural cerámico allí instalados fueron adjudicados al ayuntamiento de Cubelles y a los institutos de la zona. El objetivo es mantener esos materiales para que alarguen su vida y continúen siendo útiles en otros espacios.
La transformación digital y sostenible debe ser el buque insignia de todas estas iniciativas que ayuden a crear un nuevo modelo que modifique la economía local actual. La digitalización ayuda a impulsar esos procesos para la producción de bienes de manera responsable.