
Verlo siempre en Español
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Resiliencia es el término de moda. No hablamos únicamente de la resiliencia urbana, sino de la moda de resistir, de sobreponerse a los problemas. Siempre ha estado ahí. Desde los 60 ha ido evolucionando en su forma de ser visto, desde algo innato a familiar pasando por algo cultural, comunitario.
Resiliencia fue una de las 3 palabras más consultadas del año 2016 en la RAE, junto a bizarro y procrastinar. Eso nos habla de la importancia no sólo de conocer el propio término. Nos habla de que es un concepto integrado en nuestra sociedad. Que nos preocupa. Que queremos conocer.
El hecho de estar de moda no hace a un término menos valioso. Lo está porque es un valor en alza. Un valor que necesitan nuestras sociedades. Nuestros individuos y, sí, también nuestras ciudades.
El concepto de resiliencia urbana está en el centro de todas las miradas. Es clave en el futuro de nuestras ciudades. Si una ciudad vive una situación de crisis como un desastre natural y es capaz de utilizar de manera adecuada sus recursos para sobreponerse a esa situación, podemos decir que es una ciudad resiliente. Según la propia RAE, este concepto es la capacidad de un material, mecanismo o sistema para recuperar su estado inicial cuando ha cesado la perturbación a la que había estado sometido.
Es aquí donde entra RESCCUE. Resiliencia para hacer frente al cambio climático en áreas urbanas. Este proyecto provee a las ciudades de las herramientas necesarias para combatir un posible desastre y recuperarse de él lo antes posible. También para prevenir estos posibles desastres. Hazur es el nombre del software que está siendo utilizado actualmente en Barcelona y que detecta posibles vulnerabilidades y las ayuda para mejorar en seguridad y protección.
A su vez, con el proyecto para la resiliencia urbana RESCCUE se ha desarrollado, en puntos intermedios de líneas de media tensión (MT), un método experimental para optimizar la ubicación de pararrayos de óxidos metálicos, con el fin de reducir el número de averías e incidencias debidas a descargas atmosféricas.
Con esto se consigue llevar a cabo estudios detallados de las líneas y llegar a la raíz de las averías. Es parte del avance de la generación distribuida. Cuando el TIEPI es elevado, a causa de descargas atmosféricas, se optimiza la instalación de estos nuevos pararrayos en puntos intermedios con el fin de minimizar dichas averías. Se realizan a su vez diversos procesos de mantenimiento correctivo sobre esas líneas en las que se ha detectado un número importante de incidencias.
El impacto de las descargas de origen atmosférico en las líneas aéreas genera sobretensiones en dichas líneas, que pueden producir interrupciones en el suministro y daños materiales en las mismas.
Por otra parte, las fuertes lluvias históricas, junto con las inundaciones de ríos y mares son los tres peligros en torno a los que se ha modelado el sistema eléctrico de la ciudad de Barcelona. El criterio para establecer estos peligros depende, principalmente, del número de activos eléctricos (subestaciones y centros de distribución) potencialmente afectados por una posible inundación. El modelo, junto al mapeo de varias cargas eléctricas críticas, apunta a subestaciones y centros de distribución.
El modelo actual únicamente contempla, por el momento, cargas críticas derivadas de cargas de drenaje urbano y hospitales, para los que se conoce el centro de distribución que las alimenta. La profundización en estos aspectos por parte de RESCCUE es lo que pretende generar la resiliencia urbana de una ciudad como Barcelona. Es una de los proyectos que permitirá a las ciudades reponerse y retomar su estado original frente al cambio climático.