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Cara a cara con un Milano Real
Salgo de Madrid por la A5 dirección Extremadura. Voy en un coche de alquiler, aunque me hubiera encantado ir en mi moto, los paisajes de esta zona son impresionantes, pero esta vez no voy por placer, sino por trabajo, aunque al final se desveló un gran placer.
El motivo de mi viaje es grabar un episodio del videopodcast Conexión a Tierra, en este caso sobre la conservación del Milano Real. Ruedo dirección Badajoz y me desvío hacia donde marca el GPS, Valencia del Mombuey, un pequeño pueblo fronterizo con Portugal que me recibe con su ritmo pausado y un imponente silencio. No estoy acostumbrado a tanta calma, la vista se pierde entre campos y un horizonte que invita a la introspección.
Sigo obediente el indicador del GPS con temor a perderme. En un punto indeterminado de la carretera me desvío por un camino, veo a alguien que me espera, menos mal, es Alfonso Godino, coordinador técnico en AMUS, que me hace el gesto de seguirle. Conducimos mientras atravesamos varias fincas, abriendo y cerrando cercas, hasta que finalmente nos detenemos. "Ya hemos llegado", me dice.
Apago el motor del coche y lo primero que me sorprende es el silencio absoluto, interrumpido solo por los sonidos de la naturaleza: el viento meciendo las ramas, pequeños animales moviéndose entre la vegetación. Miro a mi alrededor y no se ve ningún signo de civilización, nos encontramos en lo que para mi es una zona desconocida, en medio de la nada o quizás sea en el centro de todo.


Es precisamente en estos parajes donde se lleva a cabo el proyecto LIFE EUROKITE de AMUS, en el que colabora Endesa, y que está dedicado a la recuperación del Milano Real, una de las aves más emblemáticas de nuestro ecosistema. La peculiaridad de esta iniciativa es su compromiso con la mínima intervención humana, permitiendo que la naturaleza siga su curso.
Caminamos unos metros hasta llegar a un transportín donde nos espera un impresionante ejemplar joven de milano real en proceso de recuperación. Apenas tiene mes y medio de vida, cualquiera lo diría. Alfonso me cuenta su historia, me dice que el ave está tranquila por lo que va a sacarla sin cubrir, y empieza a quitarle esa especie de caperuza que impide la visión del ave, entiendo que con ella puesta, está más tranquila. Con un gesto cuidadoso, abre la puerta, la saca con delicadeza y por primera vez en mi vida, me encuentro cara a cara con un milano real.


Nos miramos el uno al otro. Me llaman la atención sus ojos color miel, su plumaje brillante y limpio, sus garras y pico afilados parecen sacados de otra época, me doy cuenta de que es un animal imponente y preparado para la supervivencia, aunque ello implique el sacrificio de sus presas, parece de otro mundo.
Alfonso me propone algo inesperado: sujetarlo. Y en ese momento pienso, qué hago yo, un urbanita con un milano real en las manos, jamás lo habría imaginado. No hay margen para la duda y es difícil decirle que no a Alfonso, porque además, soy consciente de que es una de esas cosas que solo pasa una vez en la vida. Con tanto respeto como nerviosismo, acepto. Me explica cómo hacerlo correctamente, asegurándose de que el ave se sienta segura. Bromea con que, si se escapa, la multa asciende a 12.000 euros. No sé si lo dice en serio, pero mi tensión aumenta.
Extiende sus brazos y, en ese instante, mis manos entran en contacto con el Milano Real. En cuanto entro en contacto con el ave, noto a través de mis manos que su corazón late a toda velocidad, mucho más rápido que el mío. Es en ese momento cuando me doy cuenta de que el ave está más nerviosa que yo. Me sorprende su ligereza y su actitud inmóvil. Entonces, Alfonso me explica el origen de la expresión "amilanarse": el ave, en un intento de protegerse, finge estar muerta permaneciendo inmóvil, para evitar así un posible ataque. Como prueba, me pide que acerque un dedo a su pico. Confiando en su experiencia, pero con el dedo tembloroso, lo hago y el milano se mantiene impasible.
Después de esos minutos mágicos para mí, llega el momento de dejarlo tranquilo porque nos tenemos que ir al pueblo, a Valencia de Mombuey, donde Alfonso y su compañera Sofia hoy tienen un encuentro con niños del entorno para enseñarles la importancia de esta especie a las nuevas generaciones. “Es fundamental que los niños la conozcan y aprendan a valorarla, ya que en la zona se liberan numerosos ejemplares cada año”, me comenta Alfonso. Los pequeños, sin duda más atrevidos que yo (quizás porque no les han hablado de la multa), se animan a tocarlo e incluso a sostenerlo sin temblores de por medio.
Los pequeños se quedan maravillados con esa “mochila” que les muestra Alfonso, mientras se la coloca al Milano Real. Son los innovadores sistemas de seguimiento que el proyecto LIFE EUROKITE ha implantado en algunos ejemplares, se tratan de unos transmisores GPS equipados con paneles solares que permiten registrar, en tiempo real, la ruta de los ejemplares y transmitirla vía satélite. Entre 2020 y 2024, se han marcado más de 700 individuos y se está haciendo seguimiento de más de 3.000 de esta especie y otras rapaces, proporcionando datos clave para su conservación.
Esta experiencia me ha permitido comprender, de una manera única, el equilibrio entre la intervención humana y la vida silvestre. Grandes profesionales apasionados por su trabajo son quienes lo hacen posible. Además, el proyecto LIFE EUROKITE no solo protege a una especie clave, sino que también nos recuerda que la verdadera sostenibilidad pasa por convivir con la naturaleza, no dominarla. Un aprendizaje que me llevo conmigo de vuelta a la ciudad, con la certeza de que la conservación es un esfuerzo conjunto y continuo.
Elisardo Pardos González
Presentador del videopodcast "Conexión a Tierra"