
Verlo siempre en Español
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“No seré la próxima Steve Jobs, seré más grande que el genio fundador de Apple, porque voy a perfeccionar y hacer más fácil la técnica de la educación en mi país”. Estas palabras fueron pronunciadas en 2014 por la estudiante mexicana Paloma Noyola, que con tan solo doce años ya había conseguido ser portada de la prestigiosa revista Wired gracias a sus excelentes habilidades matemáticas. Ella solo es un ejemplo más de lo que hablábamos hace unos días en el blog: las generaciones de gente joven que heredarán el planeta vienen pisando fuerte en el ámbito de la innovación y de la tecnología. El futuro reside en las mentes de estos jóvenes prodigiosos que convierten sus sueños en realidades palpables; en este post queremos hablaros de tres de ellos, y de sus ideas revolucionarias.
En 2014, un chico hindú de tan solo quince años recibió un premio de 5.000 dólares en el Mobile Word Congress gracias a un dispositivo de su invención. Shiva Nathan –así se llama el precoz inventor- había diseñado un brazo robótico que se podía controlar con la mente. Aunque suene a ciencia ficción, esta interfaz brain-computer (cerebro-ordenador) es muy real, y salió de la mente innovadora de un adolescente.
Nathan obtuvo la ayuda de la empresa NeuroSky para construir su prototipo. Esta compañía fabrica máquinas portátiles que sirven para realizar electroencefalogramas; gracias a la tecnología de uno de sus productos, los auriculares Mindwave Mobile, Nathan consiguió desarrollar un software capaz de captar y traducir las ondas mentales mediante un dispositivo Bluetooth inalámbrico. Estas ondas son las que, una vez enviadas al brazo robótico, le permiten realizar diferentes movimientos. Para ello, el usuario solo debe activar un sencillo mecanismo cerebral: vaciar la mente para flexionar el codo, y focalizarse en un pensamiento simple (como una letra o un número) para mover los dedos.
Con el dinero obtenido por el premio, Nathan (cuya idea original era diseñar videojuegos controlados por la mente) tiene la intención de mejorar su prótesis para que esta pueda ser operada por el movimiento de los ojos. El invento de Shiva podría ayudar a miles de personas por todo el planeta, y además, gracias al uso de componentes baratos (como placas Arduino o macarrones termorretráctiles), a un precio razonable: un brazo de este tipo se podría adquirir por 1.000 dólares, cuarenta veces menos de lo que cuestan algunas prótesis similares en el mercado.
Casi 900 millones de personas en el mundo no tienen acceso a agua potable. Por eso el proyecto ideado por Nguyen Tan Loi, un estudiante vietnamita de diecisiete años, podría convertirse en algo revolucionario. Loi, oriundo de la provincia de Bến Tre, asegura haber inventado una máquina capaz de producir agua dulce potable a partir de agua salada.
Loi tuvo esta innovadora idea mientras visitaba una zona pobre de su país, donde el agua potable escasea. Su intención es que este dispositivo potabilizador ayude a personas desfavorecidas, por eso quiere seguir estudiándolo a fondo para diseñar versiones más avanzadas y complejas, que puedan contener un volumen mayor de agua.
"La primera maquina tiene poca capacidad porque solo tiene un tubo de plástico. Solo proporciona el agua suficiente para beber. Pienso crear una máquina con siete tubos de plástico que producirá 30 litros de agua diarios"
Dos de las ventajas más importantes de este aparato innovador son su eficiencia energética, pues funciona mediante el uso de paneles solares, y su coste, extremadamente barato: el precio por unidad de una de estas máquinas para el ciudadano de a pie podría ser inferior a 40 euros.
El año pasado, Narciso Soto ganó con tan solo dieciocho años el tercer certamen de los premios Innovaciencia (organizados por FECYT, la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, y el CSIC) gracias a su invento B-Compass. Asesorado por la ONCE, Narciso diseñó un accesorio para bastones blancos (los cuales sirven de guía a millones de invidentes en todo el mundo) que podría facilitar enormemente la autonomía de las personas ciegas en ambientes desconocidos debido a su capacidad para detectar obstáculos.
Este algecireño, que cursa actualmente Ingeniería Aeroespacial en Madrid, se conmovió tras leer una noticia sobre las dificultades cotidianas de las personas pertenecientes a este colectivo, así que puso su mente a trabajar. Fue así como nació su dispositivo, capaz de acoplarse a un bastón blanco convencional, y equipado con un sensor orientable que envía señales de ultrasonido cuando detecta cualquier tipo de obstáculo en la trayectoria de su portador. Estas señales rebotan sobre el objeto en cuestión y regresan al dispositivo, que calcula la distancia entre este y aquel. Mediante unas vibraciones, el aparato advierte a la persona ciega de la presencia de un impedimento de carácter físico. Además, la tecnología de este accesorio le permitiría trabajar conjuntamente con programas de GPS como Google Maps, con el fin de diseñar rutas en entornos no conocidos por el usuario.
Los costes de producción del B-Compass son bajos, ya que tanto el hardware como el software que se utilizaron para el desarrollo del prototipo eran open source, es decir, de código abierto. Un dispositivo de este tipo podría ser adquirido por no más de setenta y cinco euros, un precio muy alejado de los 3.000 euros que cuestan algunos bastones de alta gama ya existentes en el mercado.