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España es el tercer país con mayor cantidad de kilómetros de autopistas y autovías del mundo. Únicamente superado por Estados Unidos y China, este país es uno de los que más ha aumentado su extensión en carreteras en los últimos años. De hecho, ha triplicado el número en los últimos 18, superando los 15.000 km.
¿Por qué es tan destacable este dato? Más allá de ser uno de los países con mayor extensión de vías, una buena parte de estas se ha creado para ser sostenibles y reducir la huella medioambiental. De hecho, España es uno de los primeros países europeos en los que más acciones se han realizado con esto en mente.
Las vías que conectarán las smart cities han de ser inteligentes y tienen el deber de estar orientadas hacia la sostenibilidad. La correcta gestión de los recursos energéticos, los materiales utilizados y su relación con el medioambiente están íntimamente conectados a los diferentes proyectos que las organizaciones llevan a cabo.
El profesor de la Escuela de Caminos, Canales y Puertos de la Universidad Politécnica de Madrid, Juan Gallego, ya comentaba en 2017 en una entrevista en ABC que “Puede decirse que España es el país de Europa que más ha aplicado estas técnicas”. Con ellas, Gallego explicaba las diferentes formas en las que materiales como el caucho se incorporan a las mezclas asfálticas de las carreteras para buscar el máximo respeto por el medioambiente.
Son 1.000 los kilómetros de vías sostenibles que recorren España gracias al método que se ha seguido en su pavimentación. Desde 2001, los compuestos utilizados para la fabricación de carreteras han aumentado sus componentes reciclados. Además, estos han mejorado su vida útil, minimizando las tareas de conservación de las vías.
Algunos prototipos pretenden demostrar la posibilidad de construir carreteras de plástico reciclado, pero ese concepto no está tan lejos. Las emulsiones bituminosas son una de las últimas innovaciones tecnológicas que contribuyen a conseguir unas carreteras más inteligentes, y ya puestas en marcha: protegen frente a la lluvia, permiten su reutilización a través del reciclaje y aumentan la adherencia de sus diferentes capas.
Según el profesor Gallego, estas innovaciones no se dan únicamente en las carreteras, sino también con los propias ruedas del vehículo. El negro de humo es uno de los materiales clave con los que cuentan los neumáticos, y es que “la sustancia química va al pavimento con el polvo de caucho y lo protege frente a la oxidación, haciéndolo más durable”.
Para conseguir unas carreteras inteligentes, hay que tener en cuenta que son varios los elementos que intervienen directamente sobre ellas y que el margen de mejora es amplio para todos. Los materiales utilizados en la construcción de las vías son de vital importancia para un mantenimiento sostenible de estas, pero los proyectos para conseguir un futuro más responsable no se quedan ahí.
Los neumáticos y su contacto con la carretera están estrechamente ligados con las emisiones que los vehículos producen. Existen proyectos de innovación que se han creado con el objetivo de minimizar los daños de la vía. El sector está orientándose, cada vez más, a conseguir productos más seguros, eficientes, conectados y menos contaminantes.
Empresas como Michelín ya se han puesto manos a la obra con este tipo de materiales. Vision es el nombre de un neumático impreso en 3D con el que pretenden revolucionar este tipo de elementos: conectado e imposible de pinchar, está fabricado mediante una serie de materiales biodegradables de origen biológico que buscan la sostenibilidad, reduciendo la huella medioambiental.
Goodyear es otro de los fabricantes que intentan conseguir vehículos y carreteras inteligentes que unan las ciudades del futuro. A través de tecnologías de gestión de datos son capaces de medir la temperatura y la presión de los neumáticos. Estos datos se cruzan con los del resto del vehículo y se analizan para predecir cuándo van a necesitar ajustes y reparaciones.
El objetivo es conseguir vehículos responsables con el medioambiente que favorezcan el desarrollo de tecnologías innovadoras. Las carreteras y los elementos que circulan sobre ellas son clave para ampliar un movimiento que nace de las smart cities, pero que debe extenderse hacia fuera, creando conexiones que también sean inteligentes.