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Continuamos con la serie de posts dedicados a las principales revoluciones industriales de nuestra historia. Tras haberos hablado sobre la Primera y la Segunda y haberos contado sus principales innovaciones, hoy le toca el turno a la Tercera Revolución Industrial, o Industria 3.0
Un poco de historia
A mediados del siglo XX, el ser humano comenzó a ser testigo de innumerables avances en ciencia y tecnología, de la modernización de la industria y de un proceso de globalización a escala mundial. Las grandes innovaciones logradas en la Segunda Revolución Industrial, que habían sido -y muchas aún lo siguen siendo- el motor del mundo durante décadas, dieron paso a una nueva serie de inventos que siguieron transformando nuestra forma de vivir, y que nos permitieron contemplar grandes hitos históricos; algunos fueron terribles, como el desarrollo de la bomba atómica (su uso en Hiroshima y Nagasaki, en el verano de 1945, será siempre recordado como uno de los días más aciagos de nuestra historia), y otros, impactantes y esperanzadores, como la llegada del ser humano a la Luna en 1969, gracias a los astronautas del Apolo 11.
Sin embargo, no hay un periodo establecido en los libros de Historia para la Tercera Revolución Industrial, en la que se supone que estamos actualmente inmersos. Sí está claro que uno de los puntos claves del arranque de esa tercera oleada mundial de innovaciones tuvo lugar en 1973, con la subida desmesurada e inesperada del precio del petróleo. Muchos de los avances que había traído la revolución previa se basaban, entre otras cosas, en este combustible, barato hasta entonces. De ahí que aquel hecho obligara a muchas empresas y sectores a reinventarse, y que se convirtiera en el detonante que propició el comienzo de importantísimos progresos, especialmente en las telecomunicaciones, la robótica y la bioingeniería, los tres campos que mejor podían resolver los retos a los que nos condujo aquella crisis.
¿Pero qué elementos dan entidad suficiente a este período como para ser considerado una revolución industrial? Para responder a esta pregunta es necesario acercarse a la figura del sociólogo estadounidense Jeremy Rifkin, quien desarrolló el concepto “Tercera Revolución Industrial”, avalado por el Parlamento Europeo en 2006. Según Rifkin, esta nueva revolución se sustenta sobre dos grandes pilares: Internet y las energías renovables. Y va más allá: la fusión de ambas tecnologías será la infraestructura que sostendrá a la humanidad durante las próximas décadas, siempre y cuando queramos sobrevivir como especie. Es por eso que ha llegado el momento de ir dejando atrás los combustibles fósiles y de desarrollar todo el potencial del Internet de las Cosas. Nuestro futuro solo será posible en un mundo totalmente interconectado y limpio.
Las principales innovaciones
En esta ocasión, nos centraremos exclusivamente en dos ámbitos que han experimentado muchos y grandes cambios en estas últimas décadas, y que son precisamente los pilares del mensaje de Rifkin: las comunicaciones y la energía.
Las comunicaciones
No cabe duda de que nos encontramos en la etapa de nuestra historia en la que más interconectados estamos. Y, sin duda, fueron dos inventos que vieron la luz durante el siglo XX los que sentaron las bases del mundo de las comunicaciones tal y como lo conocemos ahora.
El ordenador personal. Estas pequeñas computadoras, capaces de gestionar y almacenar millones de datos, de ejecutar programas informáticos o de automatizar procesos mecánicos se han convertido, sin ninguna duda, en una herramienta vital para el ser humano del siglo XXI. ¿Pero cómo comenzó su desarrollo? Uno de los nombres claves es el del británico Alan Turing, considerado uno de los padres de la computación. Sus esfuerzos por descifrar la compleja máquina nazi Enigma durante la Segunda Guerra Mundial, sentaron las bases de la informática moderna. La alemana Z1 y la estadounidense ENIAC fueron las primeras computadoras de la historia, pero el gran avance en este campo se produjo en los años 60, con el desarrollo de los primeros ordenadores personales, con Olivetti y MITS como empresas pioneras. Una década después, dos nombres propios revolucionaron la industria de la informática: Steve Wozniak y Steve Jobs gracias a su Apple II. Y solo un poco más tarde, a principio de los 80, IBM consiguió algo impensable unos años atrás: que las computadoras estuvieran presentes en miles de hogares, como un electrodoméstico más.
- Internet. El otro gran invento que cambió por completo el mundo de las comunicaciones fue Internet. La Red, imaginada por primera vez por el informático norteamericano J. C. R. Licklider, comenzó su andadura en la década de los 80. Gracias a la conexión directa entre redes (mediante una serie de protocolos), se creó un sistema global de comunicación descentralizada. Poco después, Tim Berners-Lee y Robert Cailliau aprovecharon esta nueva tecnología para crear en Suiza una red informática mundial, conocida hasta hoy como World Wide Web (WWW). Quizás nadie pensaba en aquel momento en el impacto que iba a tener ese invento, que nos dio la posibilidad de acceder a datos desde cualquier lugar y en poquísimo tiempo, y que se ha convertido en uno de los pilares de nuestras sociedades modernas. Imposible imaginar un futuro sin Internet.
La energía
Han sido muchos los avances conseguidos en este campo en esta tercera revolución. Os contamos dos de los más importantes, acontecidos durante el siglo XX; dos inventos vitales para el actual desarrollo de un nuevo paradigma energético más sostenible.
- El coche eléctrico. Desde este blog siempre hemos defendido la importancia de la emobility a la hora de construir las preciadas smart cities del futuro. ¿Pero cuándo aparecieron los primeros coches de este tipo? Tendríamos que remontarnos a poco antes de mediados del siglo XIX. Aunque no está del todo claro quien fue el primero ser humano en inventar un coche movido por electricidad, hay tres nombres propios que han pasado a la historia gracias a sus diseños: el húngaro Ányos Jedlik, el norteamericano Thomas Davenport y los neerlandeses Sibrandus Stratingh y Christopher Becker. Todos construyeron vehículos que funcionaban gracias a un motor eléctrico, cuyo desarrollo debemos al físico e ingeniero alemán Moritz von Jacobi. Curiosamente, este tipo de coches vivieron un auge muy importante durante las dos primeras décadas del siglo pasado, pero por diversos motivos (como su coste demasiado elevado o su poca autonomía) fueron desplazados por los vehículos que usaban un motor de combustión. Sin embargo, y gracias a una poderosa concienciación social, y a magnates del sector como Elon Musk el coche eléctrico vuelve a estar en boga.
- Las redes eléctricas inteligentes. Este tipo de redes, conocidas también como smart grids, son aquellas que cuentan con un sentido bidireccional. Es decir, pueden proporcionar energía como recibirla de vuelta. Y todo ello, combinado con avanzadas tecnologías de recogida y procesamiento de datos, que ayudan a gestionar las smart grids correctamente. Desde la instalación de la primera red eléctrica en 1886, han cambiado muchas cosas, especialmente desde las últimas décadas del siglo XX. Por aquel entonces, el número de estaciones eléctricas había aumentado considerablemente debido a la gran demanda de electricidad, y ciertos problemas con el suministro, como apagones o cortes, se volvieron habituales. La necesidad de encontrar una solución a esto, y los interesantes avances que vivieron entonces las tecnologías de la información, provocaron que a principios de nuestro siglo comenzaran a aparecer las primeras redes eléctricas inteligentes. Italia (con su proyecto Telegestore) o EE. UU. fueron países pioneros en desplegar smart grids por algunos de sus territorios, con gran éxito. Actualmente -y por fortuna-, este tipo de redes se encuentran en pleno auge