Según un estudio publicado por la revista Nature, si tan solo el 1% de la superficie usada para la agricultura en el planeta se combinara con la producción de energía solar, se conseguiría cubrir la totalidad de la demanda mundial de electricidad.
Solo ese dato nos da una idea de la importancia de aplicar el sistema conocido como agrovoltaica o agrivoltaica: la combinación de producción de energía solar y la agricultura. Se trata de integrar energía, sostenibilidad y empleo. Y contribuir a frenar el cambio climático.
¿Qué es la agrovoltaica?
La agrovoltaica, también conocida como agrivoltaica o agrofotovoltaica, se caracteriza por aprovechar el mismo terreno tanto para la producción de energía solar como para la producción agrícola.
“Si tan solo el 1% de la superficie usada para la agricultura se combinara con la producción fotovoltaica, se conseguiría cubrir la totalidad de la demanda mundial de electricidad”.
La instalación de las plantas solares en este tipo de superficies hace que el suelo se conserve más húmedo y protegido de la luz directa del sol, lo que provoca un ambiente más propicio para el desarrollo de ciertas plantas.
Además, gracias al proceso de traspaso de agua de los cultivos hacia el ambiente, se generan espacios más beneficiosos para el funcionamiento de las placas solares.
Sin embargo, los beneficios de la agrovoltaica van más allá del uso agrícola y la preservación de la biodiversidad: también se crea valor para las comunidades locales, mejorando el acceso a la energía y proporcionando progreso social y económico.
Empleo en las plantas fotovoltaicas
Gobiernos de todo el mundo están priorizando el desarrollo y la implantación de las energías renovables. No solo para reducir las emisiones y cumplir con los objetivos climáticos, sino también por los beneficios socioeconómicos que estos proyectos conllevan. A medida que se acelera la transición energética, la creación de nuevos puestos de trabajo representa un beneficio tangible que, cada vez, provoca más interés por este proceso de transformación.
Según los datos extraídos de las revisiones anuales de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA, por sus siglas en inglés) el empleo mundial de energías renovables no ha dejado de crecer desde 2012. De hecho, en el último informe anual de 2021 se estimaron al menos 12,7 millones de puestos de trabajo en este sector.
Si hablamos de los puestos de trabajo en las plantas fotovoltaicas, este tipo de energía es sin duda el que mayor número de ofertas de trabajo está generando. De hecho, de estos 12,7 millones, 4,29 millones son procedentes de la fotovoltaica. A esta, le siguen la bioenergía y la hidroeléctrica.
En el caso de España, según el Informe Anual que elabora la Unión Española Fotovoltaica (UNEF), en 2021 la cifra de trabajadores ligados al sector fotovoltaico ascendió a 89.644. Y, además, se generaron más de 3 millones y medio de euros en exportaciones, un 23% más que en 2020. La contribución directa de la fotovoltaica al PIB español fue de casi 5 millones de euros.
Estas cifras son un reflejo de que la instalación fotovoltaica es una actividad generadora de ingresos, sobre todo en nuestro país debido al Impuesto sobre Construcciones, Instalaciones y Obras (ICIO), así como el Impuesto sobre Actividades Económicas (IAE) y el Impuesto sobre Bienes Inmuebles de Características Especiales (IBICES). La construcción de un MW de energía solar genera alrededor de 76.000 euros durante toda la vida útil de la planta en el municipio en el que se localiza.
Proyectos de agrovoltaica
Aunque la agrovoltaica puede parecer algo nuevo, Adolf Goetzberger y Armin Zastrow quienes concibieron esta técnica en 1981. Sin embargo, no comenzó a popularizarse hasta la década pasada.
Desde Endesa, fuimos pioneros en la aplicación de este concepto en España en nuestras plantas de Valdecaballeros y Augusto en Extremadura, Totana en Murcia y Las Corchas en Andalucía.
Para cada uno de estos proyectos agrivoltaicos, seleccionamos actividades específicas valorando factores como el ecosistema, el uso y el tipo de suelo, la disponibilidad de los recursos y las condiciones climáticas. Todo con el objetivo de evaluar la viabilidad agronómica y llevar a cabo proyectos centrados en la recuperación, promoción y mejora de los ecosistemas locales.
Más tarde, las plantas de Los Naranjos y las Corchas en Carmona (Sevilla) se sumaron a estos proyectos. Estas plantas sevillanas suman más de 250.000 paneles fotovoltaicos que están acogiendo proyectos de creación de valor compartido muy necesarios para seguir impulsando el empleo y la sostenibilidad en las comunidades locales. Uno de los más reconocidos es el apiario solar.
El último proyecto que ya estamos poniendo en marcha se está desarrollando en Andorra. En él se plantea la hibridación de renovables solares y eólicas, el almacenamiento de energía y el desarrollo de proyectos de hidrógeno verde para descarbonizar las industrias de la zona. Este será un proyecto de ‘artesanía social’ compuesto por múltiples iniciativas de negocio e iniciativas asociativo-culturales.