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Los reactores modulares pequeños (SMR) ofrecen una forma más flexible, segura y eficiente de generar energía nuclear, con aplicaciones que van desde la electrificación de zonas remotas hasta el impulso de procesos industriales sostenibles.
Los reactores modulares pequeños, conocidos por sus siglas en inglés como SMR (Small Modular Reactors), son una nueva generación de reactores nucleares. Su diseño responde a los retos del futuro energético con mayor seguridad, flexibilidad y eficiencia.
A diferencia de los grandes reactores nucleares tradicionales, los SMR tienen una potencia que llega hasta los 300 megavatios. Se pueden fabricar en serie y colocarse en el lugar donde van a operar.
Es decir, se construyen por partes en fábricas, se transportan y se ensamblan de forma modular. Su tamaño más compacto permite ubicarlos en lugares donde antes no era viable instalar infraestructura nuclear.
Según el Organismo Internacional de Energía Atómica (IAEA), los SMR son una opción real para diversificar la matriz energética y contribuir a la transición energética.
Los SMR son una opción real para diversificar la matriz energética y contribuir a la transición energética.
Los SMR utilizan la misma base que cualquier central nuclear: la fisión nuclear.
La fisión es un proceso en el que se rompen núcleos de átomos pesados, como el uranio, lo que libera una gran cantidad de energía en forma de calor.
Ese calor sirve para calentar un fluido, que mueve una turbina conectada a un generador. Así se produce electricidad.
Entonces, ¿qué tienen de especial los SMR? Su tamaño, diseño y seguridad.
A diferencia de los reactores tradicionales, los SMR son más compactos y pueden fabricarse en serie, lo que permite abaratar costes, reducir los tiempos de instalación y mejorar la calidad.
En cuanto a la seguridad, han dado un salto importante. Muchos incorporan sistemas de refrigeración pasiva. Es decir, en caso de fallo, el reactor puede enfriarse solo, sin necesidad de intervención humana ni de electricidad externa.
Además, están pensados para ser escalables. Se pueden instalar varios módulos en una misma planta dependiendo de la electricidad que se necesite. ¿Y si hace falta más energía? Se puede añadir otro módulo.
Una de las grandes ventajas de los SMR frente a los reactores nucleares convencionales es su capacidad de adaptarse al entorno. Por ejemplo, se pueden colocar en terrenos pequeños o complejos, donde una central nuclear tradicional no tendría cabida.
También se están evaluando como una solución para reconvertir antiguas plantas de carbón. Estas infraestructuras, que ya cuentan con conexiones a la red y personal cualificado, podrían transformarse en centros de producción energética limpia con SMR. De esta forma, se favorece a la transición energética sin dejar atrás a las comunidades que dependen de estas instalaciones.
Otro escenario posible es su uso dentro de instalaciones industriales, donde pueden abastecer de energía y calor a procesos de producción, mejorando la eficiencia y reduciendo emisiones.
Por último, también existe interés en usarlos en plataformas offshore (en el mar), en zonas fronterizas o incluso en infraestructuras críticas que requieren energía continua y segura.
Los SMR son una opción real para diversificar la matriz energética y contribuir a la transición energética.
Seguridad mejorada: están equipados con sistemas pasivos de seguridad para autorregularse en situaciones de emergencia sin intervención humana. Minimiza el riesgo de accidentes y simplifica su operación diaria.
Flexibilidad modular: su diseño por módulos permite instalar uno o varios reactores según las necesidades energéticas. Esta escalabilidad los hace ideales para abastecer pequeñas comunidades y grandes centros industriales.
Reducción de costes: al fabricarse en serie en instalaciones especializadas, reducen los costes de construcción y mantenimiento.
Impacto ambiental reducido: durante su operación, no emiten gases de efecto invernadero, lo que los convierte en una alternativa limpia y sostenible. Además, se pueden integrar en un sistema energético que combine distintas tecnologías bajas en carbono.
Mejora la calidad: aumenta la calidad del conjunto, porque se minimizan las acciones a realizar en el emplazamiento. Se alcanza mayor calidad en una fábrica que en una obra.
Acceso a zonas remotas: gracias a su tamaño y versatilidad, pueden llevar energía a regiones aisladas o con infraestructura limitada.
Complementariedad con las renovables: no buscan sustituir a la solar o la eólica, sino acompañarlas. Su capacidad para generar energía de forma continua permite compaginarla con las fuentes renovables. Además, algunos diseños incorporan almacenamiento de energía en sales fundidas, que posibilitan una operación flexible.
Ya son varios los países que están apostando por esta tecnología. Estados Unidos, Canadá, Argentina, Rusia, Reino Unido o Rumanía están desarrollando proyectos piloto de SMR, algunos ya en fase de construcción.
Un caso real es una planta flotante llamada Akademik Lomonosov, que empezó a generar electricidad en diciembre de 2019 para una red aislada en Chukotka, una región remota del este de Rusia.
Unos meses antes, en junio, la empresa encargada de operarla, Rosenergoatom, recibió un permiso de diez años del organismo ruso que supervisa la seguridad nuclear, Rostekhnadzor.
Otro ejemplo destacado es el HTR-PM en China, el primer reactor modular de alta temperatura refrigerado por gas que entró en operación comercial en diciembre de 2023.
Ubicado en la planta de Shidao Bay, en la provincia de Shandong, este proyecto tiene dos reactores de 250 MWt que impulsan una turbina de 210 MWe, utilizando helio como refrigerante y grafito como moderador.
El respaldo institucional en estos procesos es clave: el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) ha creado una plataforma específica para apoyar el desarrollo seguro y sostenible de estos reactores.
También la Unión Europea y organismos como la OCDE han mostrado su interés en los SMR como solución para alcanzar los objetivos climáticos y fortalecer la seguridad energética.
Aunque su despliegue aún está en fases iniciales, el consenso es claro: los SMR representan una herramienta estratégica para avanzar hacia un sistema energético más limpio, seguro y asequible para todos.