
¿Estamos preparados en España para afrontar una sequía prolongada?
Hay zonas de España donde hace más de 29 meses que no llueve con normalidad. Las reservas de agua están bajo mínimos y el aumento de la temperatura y las pocas precipitaciones hacen que la sequía y la desertificación sean ya una realidad. ¿Cuáles serán las consecuencias?
El verano de 2022 fue el más cálido en España desde 1961, fecha en la que se empezaron a guardar registros. El año pasado, la temperatura superó en 2,2ºC la media de 1981-2010. Este aumento del calor, acompañado de la falta de precipitaciones a lo largo del año, dejó los embalses bajo mínimos: al comienzo del verano estaban al 49% de su capacidad, 20 puntos por debajo de la media de los últimos diez años.
En estas circunstancias, y ante la previsión de que las temperaturas seguirán creciendo, una de las principales preocupaciones del impacto del cambio climático es la escasez de agua. ¿Cómo afrontar una sequía de larga duración?
Andalucía y Cataluña, con reservas hidrológicas bajo mínimos
En 2023 los datos no permiten más optimismo. El estado de las reservas hidrológicas es preocupante, sumando a la situación de 2022 una alarmante escasez de precipitaciones durante este invierno. De hecho, según los datos del Ministerio para la Transición Ecológica, actualmente los embalses están al 50,5% de su capacidad. Unos datos que, aunque mejores que a comienzos de 2022, están muy por debajo de la media de los últimos diez años, de 62,7%.
Aunque la alerta es generalizada en todo el territorio nacional y se considera que estamos en una situación de sequía meteorológica, hay zonas especialmente críticas. Como cabe suponer, las regiones del sur peninsular presentan cifras menores, como la cuenca del Guadiana, al 34,7%, la del Segura, al 35,8% o la del Guadalquivir al 25,6%, frente al 74% del Duero, 78,5% del Miño-Sil o el 84,9% del Cantábrico Oriental.
En todo este contexto, es especialmente preocupante el estado de las cuencas internas de Cataluña, tan solo al 27,2% de su capacidad debido a la situación de sequía prolongada, con 29 meses sin apenas lluvia.
Posibles consecuencias de una sequía prolongada
No hay duda de que uno de los retos fundamentales de los próximos años va a ser la gestión de los recursos hídricos y las medidas destinadas a hacer frente a su escasez. Entre las consecuencias de una sequía prolongada destaca la desertificación: de acuerdo con un informe de Nature, el 75% del territorio en España ya está en riesgo de sufrir un proceso de desertificación por las lluvias irregulares, el aumento de las temperaturas y el maltrato de los suelos.
Como cabe imaginar, si los efectos de esta sequía no se palían, las consecuencias serían terribles para la vida, con un grave impacto en la flora, la fauna y diversos ámbitos de la vida humana.
1. Restricciones en el consumo de agua
Por supuesto, la consecuencia más clara de una sequía prolongada son las restricciones en el consumo de agua. Los embalses destinados al consumo, tanto humano como para la agricultura, están al 42,6% según los datos del gobierno.
Como ya se vivió en muchas zonas durante el verano de 2022, los cortes de agua se harán cada vez más frecuentes para economizar este recurso. Se priorizará el uso del agua para el consumo directo, restringiéndose el riego de jardines públicos y privados, el llenado de piscinas y otros usos no imprescindibles.
2. Agricultura en tiempo de sequía
La escasez de agua también tendrá un impacto directo en la producción agrícola. Por ejemplo, el gobierno de la Generalitat catalana estableció a finales de febrero una reducción del consumo de agua en las actividades agrícolas del 40% para los próximos meses. Si la situación no mejora, se podría recurrir a más cortes después del verano.
Teniendo en cuenta que España es la principal exportadora de frutas y verduras de toda la Unión Europea y la tercera del mundo por detrás de Estados Unidos y China, el descenso del volumen de cultivos tendría un grave impacto no solo en la alimentación de los hogares españoles, sino de todo el mundo.
3. Producción de energía hidroeléctrica
En España, la energía hidráulica es la segunda fuente de producción de energía renovable, y supuso un 26% de la producción total de 2021. Además, es una de las mejores opciones para reducir el impacto del precio del gas. Sin embargo, igual que otras reservas de agua, las presas destinadas a la energía eléctrica también han bajado su nivel. En este caso la media es del 67,9% de su capacidad, por debajo de la de la última década.
Afortunadamente, la producción de energía hidráulica es totalmente compatible con otros usos prioritarios, como el consumo humano o el riego de los huertos, pues en el proceso ni se altera ni se limita.
Aun así, el uso del agua de los embalses para generar electricidad está marcado por la Administración del Estado, igual que la gestión de todas las demás reservas de agua. Por lo tanto, si se decretan limitaciones o restricciones para hacer frente a la escasez hidráulica, la producción energética también se verá afectada, con las consiguientes consecuencias en los precios de la energía.
Santiago Domínguez, responsable de operación y mantenimiento de hidroeléctricas de Enel Green Power España, alerta de que «el nivel de reservas en forma de nieve es inusualmente bajo (por debajo de la mitad de las reservas a esta fecha en un año medio). Así, es previsible que el deshielo aporte un volumen de agua a los ríos sensiblemente inferior al de otros años, lo que condicionaría seriamente la disponibilidad de agua en los meses de verano y, posiblemente, requerirá la parada de alguna de nuestras centrales. Todo dependerá de la abundancia de lluvias en la primavera que empieza ahora.»
Soluciones para prevenir la escasez de agua y paliar sus consecuencias
Con todo esto, está claro que es urgente seguir trabajando en la mejora de los sistemas de alerta temprana y en la gestión de los riesgos para encontrar soluciones a estos eventos climáticos, que serán cada vez más extremos y sin precedentes.
Las medidas más conocidas son los cortes y restricciones en el consumo de agua, que se están llevando a la práctica en muchas zonas de España y de Europa. Más allá de los ejemplos que hemos ido comentando, en otros países vecinos como Francia, Alemania o Italia también se están elaborando planes hidrológicos con urgencia para hacer frente a la situación.
Pero además de las restricciones en el consumo para economizar este recurso tan escaso, se deben buscar soluciones a medio y largo plazo para hacer frente a una sequía tan prolongada. Una de estas soluciones es el Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE) de Digitalización del Ciclo del Agua. El objetivo de esta herramienta es alcanzar un uso lo más eficiente posible, tanto en el ámbito urbano como en la agricultura y la industria.
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