
Si prefieres ver la web siempre en español, haz click aquí.
Si prefieres ver la web siempre en español, haz click aquí.
Islandia es el lugar perfecto para el desarrollo de tecnologías sostenibles gracias a su alta capacidad de producción de energía geotérmica. No es casualidad que haya sido elegida para albergar "Mammoth", un proyecto pionero en la captura de carbono que busca reducir las emisiones de la atmósfera.
Pero, ¿cómo funciona esta máquina y qué impacto puede tener la reducción de emisiones? Te contamos todos sus secretos.
El calentamiento global no es una teoría lejana. Las olas de calor sin precedentes, las sequías y el deshielo acelerado de los glaciares son solo algunas de las consecuencias del cambio climático. Y en el centro de este problema, tenemos un enemigo invisible: el CO₂.
A pesar de los esfuerzos para reducir las emisiones, seguimos liberando millones de toneladas de CO₂ a la atmósfera. Las principales fuentes de estas emisiones provienen del transporte, la generación de electricidad a partir de combustibles fósiles y de procesos industriales.
En la transición hacia la descarbonización, se están desarrollando nuevas tecnologías que pueden ayudar a limpiar el aire. Son las tecnologías de captura directa de aire, conocidas como DAC por sus siglas en inglés. Mammoth es el último y más ambicioso de estos esfuerzos.
Mammoth es más que un ventilador gigante. Desarrollada por la empresa suiza Climeworks, esta tecnología es capaz de aspirar aire, filtrarlo y extraer el CO₂ para almacenarlo, convirtiéndose en una herramienta más contra el cambio climático.
Esta instalación es la segunda planta comercial construida por la empresa y es 10 veces más grande que su predecesora, Orca, que comenzó a operar en 2021.
Mammoth funcionará utilizando energía geotérmica y ventiladores modulares y apilables para absorber el dióxido de carbono. Una vez capturado, el CO₂ se deposita a gran profundidad bajo tierra, donde se mineraliza, quedando atrapado durante cientos de millones de años, sin posibilidad de volver a la atmósfera. ¿Por qué? Aquí vemos otro avance de esta solución.
En lugar de liberarlo, el gas se inyecta en formaciones geológicas subterráneas donde se mineraliza. Es decir, se convierte en roca sólida, un almacenamiento seguro y duradero que nos garantiza que ese carbono no volverá a la atmósfera.
Con una capacidad para capturar hasta 36.000 toneladas de CO₂ anuales, Mammoth podría absorber las emisiones anuales de unos 800.000 coches de gasolina. Es una pequeña contribución a la descarbonización, si consideramos que, a nivel global, emitimos más de 30 mil millones de toneladas de CO₂ al año.
No podemos ignorar que Mammoth, a pesar de su tamaño e importancia, es solo una parte de la solución. La tecnología de captura directa de aire no es un reemplazo en la reducción de emisiones, sino un complemento.
Es impresionante pensar que una máquina puede limpiar el aire de una manera directa, pero no podemos depender solo de ella. Reducir el impacto del cambio climático requiere una combinación de soluciones, desde la descarbonización, hasta la restauración de ecosistemas naturales como bosques y océanos, que también actúan como sumideros de carbono.
A medida que esta tecnología avance y se escale, los precios deberían bajar. Empresas como Climeworks apuestan por esta solución y ya han atraído el interés de gigantes como Microsoft, que están buscando compensar sus propias emisiones con estas tecnologías.
Puede que te preguntes por qué Islandia fue elegida para instalar Mammoth. El país nórdico tiene una combinación de factores que lo hacen ideal: su energía geotérmica limpia y abundante puede alimentar a la aspiradora sin añadir más emisiones al proceso. Sus características geológicas permiten el almacenamiento seguro del carbono bajo tierra.
En otras palabras, Islandia no solo tiene el poder para atrapar el CO₂, sino también el espacio donde guardarlo.
El éxito de proyectos como Mammoth dependerá de la capacidad de replicar esta tecnología a escala global. ¿Habrá cientos instalados en diferentes países?