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Actualmente el sector residencial en España está formado por una mayoría de edificios antiguos que no cumplen con los estándares de ahorro energético, pero existen soluciones para mejorar la eficiencia energética de estas viviendas.
Una de las principales causas del cambio climático es el excesivo consumo energético de nuestros edificios. En las ciudades, el sector residencial es responsable de, aproximadamente, el 30% de las emisiones directas, según el análisis llevado a cabo por Deloitte en el informe Ciudades energéticamente sostenibles: la transición energética urbana a 2030.
Gran parte del parque de viviendas actual en España está formado por edificios antiguos que no cumplen con los estándares de ahorro energético, lo cual exige grandes inversiones. En total se estima que dos tercios de los inmuebles requieren rehabilitación y mantenimiento por no cumplir con los estándares de ahorro energético y aislamiento térmico.
El desglose del consumo en las ciudades muestra que el clima es el factor más relevante para explicar el consumo energético y las emisiones del sector residencial.
La mejora de la sostenibilidad energética en el sector residencial se enfrenta a una serie de dificultades: un parque de edificios heterogéneo, técnicas constructivas que no han respondido a criterios de eficiencia energética, dificultad en las renovaciones por las altas inversiones necesarias, o las disrupciones y molestias que suponen en el día a día de las personas que habitan estos edificios.
Por ello, para afrontar los retos que la sostenibilidad energética dibuja, es necesario un enfoque pragmático, analizando cada caso de forma particular e identificando qué medida sería la más adecuada para conseguir un urbanismo sostenible y ecológico.
Según las conclusiones del informe de Deloitte, la principal medida que debería efectuarse en este sector sería la implementación de sistemas de control en la calefacción, para mejorar la conservación de la energía. De esta forma, la instalación de termostatos y sistemas que permitan ajustar el consumo de calefacción y adaptarlo a la temperatura exterior podría reducir entre un 15 y un 30% el consumo de energía térmica.
“Las medidas prioritarias a tomar por el sector residencial son la implementación de sistemas de control en la calefacción, el cambio a equipos térmicos más eficientes, rehabilitaciones energéticas, la renovación de electrodomésticos y el fomento del autoconsumo.”
Posteriormente, en función de factores como la calefacción existente en la vivienda, el estado de conservación del edificio, la zona climática o la inversión a realizar, deberían cambiarse los equipos térmicos a otros más eficientes, como la bomba de calor o la caldera de gas natural de condensación. Concretamente, la bomba de calor es el sistema que más consigue reducir el consumo de energía y emisiones de un hogar, mientras que la caldera de gas natural de condensación es más eficiente que una convencional y produce menos emisiones.
La siguiente actuación en orden de prioridad consiste en realizar rehabilitaciones energéticas. Dentro de esta acción, los cuatro tipos más importantes de rehabilitaciones son el cambio de ventanas, que puede conseguir un ahorro en consumo de calefacción entre el 10 y el 25%, la rehabilitación de fachadas y de cubiertas con capas de material aislante, o integral.
Eso sí, a pesar de la relevante reducción del consumo que producen las rehabilitaciones (más del 60% en cuanto a calefacción en una rehabilitación integral) otra medida complementaria a considerar es la renovación de los electrodomésticos a otros modelos más eficientes de clase energética A+++, los aparatos de menos consumo energético.
Adicionalmente, se podría plantear la instalación de sistemas en las cubiertas de los edificios urbanos o en superficies próximas (patios, jardines, tejados de aparcamientos, etc.) que permitan el autoconsumo residencial. Una opción cada vez más extendida es la utilización de residuos orgánicos para la generación de energía de biomasa, que, en los últimos 15 años, ha pasado de aportar un 3,2% de energía consumida en España a un 6%. Las baterías de almacenamiento domésticas presentes en las smart homes han supuesto también una gran ventaja ya que permiten disponer del excedente de energía solar autogenerada durante el día.
Los edificios que hoy se construyen y reforman seguirán existiendo más allá del año 2050, por lo que es importante asumir que lo que hoy hacemos “hipoteca” el futuro de nuestros edificios. Esto significa que es prioritario introducir criterios de sostenibilidad y eficiencia energética en cualquier actuación en edificios residenciales.
Algunas recomendaciones para los ayuntamientos y Administraciones municipales pasarían por: