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Los avances tecnológicos, que durante los últimos años han experimentado un crecimiento exponencial nunca visto, nos han arrastrado, como sociedad, a una profunda transformación digital. Un cambio que debemos abrazar si queremos seguir adelante. Renovarnos o morir. A todos los niveles. Aunque, sin duda, uno de los sectores más afectados por esta revolución está siendo el empresarial.
Muchas compañías se adaptan ya a estos grandes cambios diseñando nuevas estrategias y adoptando medidas acordes a los tiempos actuales, donde priman la innovación y la sostenibilidad. Medidas que significan, en muchos casos, giros de ciento ochenta grados en la propia estructura del negocio. Para ello se están modernizando instalaciones y sistemas de gestión -aprovechando la aparición de nuevas y disruptoras tecnologías, como los smart data, el Blockchain o el Internet de las Cosas, están naciendo formas diferentes de hacer negocios, como la economía colaborativa y se están diseñando espacios de trabajo innovadores, como nuestro Open Power Space.
Pero no todo radica en torno a lo material o a lo conceptual: uno de los factores claves en esta revolución son los trabajadores. De ahí que se estén replanteando muchos aspectos laborales, antes intocables, relacionados con los empleados de las empresas, con el fin de encontrar una nueva manera de trabajar que sea más consecuente con la transformación digital. Una forma más inteligente de desempeñar nuestras funciones cotidianas a la que se ha denominado smart working en el trabajo.
¿Qué es el smart working en el trabajo?
Aunque se relaciona el smart working en el trabajo a menudo con el teletrabajo, es decir, con la posibilidad de trabajar en casa, de manera remota, este término va mucho más allá. El smart working es una nueva forma de trabajar que, aprovechando el auge de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación), permite al empleado de una empresa realizar sus tareas en cualquier lugar, con total autonomía y de una manera muy flexible, y, además, conciliar su vida profesional con la personal. Todo ello, por supuesto, con la sostenibilidad siempre en mente: el ahorro energético que supone el smart working es muy elevado.
Sin duda, si tuviéramos que asociar el smart working en el trabajo a una palabra, esta sería “eficiencia”. Porque ese es el objetivo principal de este novedoso modelo laboral: que el trabajador desempeñe sus funciones habituales de la manera más eficiente posible. Y para ello solo son necesarios cuatro elementos: un conocimiento preciso y amplio de los objetivos a cumplir, una eficaz organización del tiempo, un dispositivo con el que trabajar (un portátil, una tableta o incluso un smartphone) y una buena conexión a Internet mediante la cual estar siempre comunicados. El lugar es lo de lo menos.
Entornos smart
Y a su vez, y aunque suene paradójico, el lugar es lo de más. Como decíamos, el smart working no implica necesariamente trabajar a distancia o en casa. Se puede poner también en práctica en nuestro espacio de trabajo habitual. Esto conlleva adoptar nuevas medidas mucho más inteligentes tanto en procedimientos laborales como en la gestión de las instalaciones donde los empleados van a realizar sus tareas cotidianas.
Los entornos de trabajo smart son aquellos que, tras digitalizarse y automatizarse con las últimas tecnologías, promueven un ambiente laboral cómodo y agradable, e impulsan una nueva forma de trabajar basada en la innovación, la compartición de ideas y la creación de sinergias. Por su parte, los procesos laborales smart se centran sobre todo en la configuración de equipos basados en proyectos.
Hay ya varias empresas que están tomando este tipo de medidas, con claros beneficios demostrados. Por ejemplo, las oficinas de Microsoft en Madrid son un ejemplo innegable de smart working en el trabajo: ningún empleado, incluidos los directivos, tiene un puesto de trabajo fijo, y se ha buscado la creación de espacios abiertos, que faciliten la labor en equipo, y de zonas verdes y de descanso. Además, su apuesta por la sostenibilidad es evidente, como lo prueban su sistema de iluminación LED, sus sensores de movimiento o su política de “oficina sin papeles” (la cual practicamos también nosotros en nuestro Open Power Space). Otro gran ejemplo de smart working, aunque debido a otros motivos, es Zappos, una empresa norteamericana de ventas de zapatos online, fundada en 1999, cuya máxima es “empleados felices crean un mejor servicio al cliente”. Algunos de los valores que se fomentan allí son el sentido del humor, la creatividad o la humildad. Además, hace dos años, su CEO, Tony Hsieh, revolucionó la compañía al acabar con las jerarquías. Sí, así es: en Zappos no hay jefes.
Ventajas del trabajo inteligente
En definitiva, los beneficios del smart working en el trabajo son muchos, como se está empezando a comprobar. Por ejemplo, si te preguntas quién es Richard Branson, fundador del famoso grupo Virgin, debes saber que también ha implementado el trabajo inteligente en sus negocios, ha llegado, de momento, a conclusiones muy positivas:
"Aunque aún estamos trabajando en cómo medir su éxito de la mejor manera, hemos notado un cambio para bien en la moral de nuestro personal, y estamos seguros de que los beneficios cuantificables demostrarán ser sustanciales."
¿Pero cuáles son las principales ventajas del smart working? Veamos las tres que nos parecen más importantes:
Mayor productividad. El hecho de que los empleados puedan tener un alto grado de libertad a la hora de llevar a cabo sus tareas (lo que les permite conseguir la deseada conciliación entre vida privada y laboral, gracias a la flexibilidad que ofrece el smart working), aumenta considerablemente su motivación y su satisfacción. Lo que, a su vez, conduce a un incremento de la productividad.
Reducción de costes. Los gastos que conlleva el uso continuado de una oficina tradicional son muy elevados. Que los trabajadores desempeñen sus funciones en su hogar o donde ellos deseen, en lugar de en un puesto fijo, o la transformación digital e inteligente de unas instalaciones convencionales, abarata de manera ostensible los costes relacionados con el mantenimiento de estas, lo cual supone un ahorro económico considerable.
Eficiencia energética. El smart working también ayuda a conseguir una mayor eficiencia en el consumo de energía. Los edificios empresariales suelen acarrear unos gastos energéticos muy elevados: luz, electricidad, agua… El trabajo inteligente permite reducirlos de manera notable. Si a eso le sumamos un menor número de desplazamientos por carretera, no cabe duda de que el smart working es una práctica muy sostenible.
El smart working en España
En algunos países europeos y en EE. UU. el smart working en España está ganando cada vez más importancia. ¿Pero y en España? Aunque haya empresas como Endesa, donde estamos apostando por esta nueva forma de trabajar, es cierto que el trabajo inteligente no termina de cuajar en nuestro país. Quizás porque, en el aspecto laboral, somos aún demasiado tradicionalistas (existe el temor de que este paradigma laboral perjudique el trabajo en equipo o pueda ser una fuente de distracciones entre los trabajadores), o por la ausencia de leyes que regulen el smart working.
En un informe presentado a principios de año, “Trabajar a toda hora, en cualquier lugar: Efectos sobre el mundo del trabajo”, en el que se analiza el teletrabajo en quince países, se dice que en España:
"La cultura laboral se caracteriza por unos niveles relativamente elevados de trabajo presencial y no está impulsada principalmente por objetivos, por lo que el resultado es una implementación relativamente reducida de arreglos laborales flexibles."
Sin embargo, probablemente sea solo cuestión de tiempo que este tipo de filosofía laboral empiece a cambiar. La transformación digital no va a detenerse y es el momento de invertir nuestros esfuerzos en buscar maneras más smart de hacer las cosas.