Uno de los principales gastos de los ayuntamientos es cubrir el alumbrado y el funcionamiento del alumbrado exterior. A todos nos suena: sobreabundancia de farolas que además están encendidas innecesariamente, bombillas tradicionales poco sostenibles... Todos nos esforzamos por ser más ecológicos en nuestras casas y lugares de trabajo, pero ¿qué pasa en las calles?
De acuerdo con los datos de la European Energy Efficiency Platform, el alumbrado público puede llegar a suponer entre el 30% y el 50% del consumo total de electricidad municipal en Europa. Es crucial que sea eficiente y sostenible. A nivel nacional, según los datos que ofrece Ángel Sánchez de Vera, jefe de Servicios y Agricultura en la Dirección de Ahorro y Eficiencia Energética de IDEA, la iluminación exterior municipal está compuesta de unos 8,8 millones de puntos de luz con una potencia media de 156 W/PL. Esto supone, en un año, un consumo eléctrico estimado de 5.296GWh, con un coste de 741 millones de euros.
Las claves para un alumbrado público más eficiente y sostenible
Ante estas cifras, son numerosos los esfuerzos que se están llevando a cabo por parte de las instituciones públicas y las compañías privadas para reducir el impacto medioambiental y económico del alumbrado público sin perder en seguridad para la ciudadanía.
Este proceso está basado en una transformación de las tecnologías tradicionales por otras más eficientes y la búsqueda de fuentes de energía más sostenibles:
La tecnología LED
Sin duda, uno de los primeros pasos debe ser apostar por la tecnología LED, que ha revolucionado el mercado de la iluminación gracias a su bajo consumo energético. De hecho, se ha comprobado que puede llegar a reducir de media entre un 60% y un 80% la potencia instalada sin reducir los niveles de iluminación. Por ello, Ángel Sánchez de Vera, jefe de servicios y agricultura en la Dirección de Ahorro y eficiencia energética de IDAE, insiste en la “sustitución de los puntos de luz en el alumbrado exterior e iluminación de espacios peatonales, artísticos o monumentales por tecnología LED.
Los datos que ofrece Enrique Larrosa de Signify España y Portugal son muy esclarecedores: “en una ciudad de 40.000 habitantes, con el cambio a LED de todos los puntos de luz de sus calles, se podría obtener un ahorro de 1.240.000€ al año, una reducción de 2.000 toneladas de CO2 (que equivale a lo que absorberían 95.000 árboles) y liberar la red eléctrica para destinar esa energía a otros fines, como cargar 2.000 vehículos eléctricos al año o 30.700 bicicletas eléctricas”.
En Europa, cada vez son más las ciudades que apuestan por esta tecnología. Ya en 2012, la ciudad de Mechelen, en Bélgica, fue pionera sustituyendo todo su alumbrado tradicional por iluminación LED. Tres años después, en la húngara Balatonfüred, con una población de 13.500 personas, optaron por la tecnología LED e instalaron 1.400 luminarias de GE. A estas localidades se suman muchas otras de los Países Bajos, Bélgica, Francia, Reino Unido, Noruega o Estonia.
Sensores y regulación del flujo lumínico
Otro paso debe ser implantar sistemas que regulen el flujo lumínico y el encendido y apagado de las farolas. No todas las zonas de un mismo municipio tienen las mismas necesidades de alumbrado público a todas horas, con lo que el objetivo debe ser conseguir que varíen y se adapten a lo largo de la noche a las necesidades de la ciudadanía. Así, se reduciría el consumo y también se minimizaría la contaminación lumínica.
Unida a esta renovación, está la digitalización y la recogida y estudio de los datos. Esto es una implementación crucial para el trabajo de los equipos técnicos encargados de prevenir y resolver incidencias y del mantenimiento general del alumbrado. Estos datos se recogen mediante sensores y cámaras en la infraestructura de iluminación para monitorizar aspectos como el volumen de tráfico o la calidad del aire. El estudio y análisis de estos datos permite aprovechar mejor la energía al brindar información sobre la ocupación, el ruido o la temperatura.
Después del análisis de los datos, que no sería posible sin la digitalización, este trabajo se reduce en diversas medidas prácticas. Por ejemplo, la empresa noruega Comlight ofrece sistemas de control de la iluminación con sensores de movimiento que atenúan las lámparas hasta un 20% cuando no hay tráfico. De este modo, se mantiene la iluminación invitando a los usuarios a utilizar ese camino, pero se ahorra en electricidad y se reduce la contaminación lumínica. Por supuesto, en cuanto se detecta tráfico, la iluminación vuelve a ser completa.
En las localidades italianas de Roma, Piacenza y Rímini ya están utilizando sistemas para adaptar el consumo a las necesidades de cada momento con el programa LIFE-DIADE-ME financiado por la Comisión Europea. Mediante redes de sensores se ha conseguido una iluminación adaptativa que se modifica según el tráfico cercano, la iluminación circundante y las condiciones meteorológicas para ahorrar energía, reducir emisiones y mejorar la seguridad. Así, se han reducido las emisiones de CO2 en un 41% frente a la tecnología anterior.
Paneles solares
Además de la eficiencia, para alcanzar los objetivos medioambientales hay que apostar por la sostenibilidad. Para ello, los paneles solares en el alumbrado público son una opción que cada vez más ayuntamientos están eligiendo para apostar por la sostenibilidad y reducir emisiones en sus municipios. Actualmente, hay una amplia oferta de productos que incluyen desde la iluminación de zonas pequeñas y concretas hasta otras más grandes, sistemas con o sin columna, con detectores de movimiento o estáticos.
El proceso es muy sencillo: un panel solar recoge los rayos de luz durante el día y los almacena en un sistema de batería para, por la noche, distribuir la energía acumulada iluminando pantallas LED de bajo consumo. Algunos de sus usos son: pasos de cebra iluminados por las noches, farolas, semáforos, parquímetros.
El alumbrado público eficiente en España
Tradicionalmente, las cifras de España no daban lugar a mucho optimismo. Por ejemplo, en 2011, nuestro consumo de energía en alumbrado público era el más alto de toda Europa, tres veces superior al de otros países como Alemania, con muchas menos horas de luz solar: 115kWh por habitante al año, frente a los 45kWh alemanes, según el estudio de Contaminación Lumínica de la Universidad Complutense de Madrid. Diez años después, las cifras no habían mejorado mucho: estábamos en el tercer puesto, por detrás de Malta y Portugal.
Por eso, en octubre de 2022, el Consejo de Ministros aprobó un Real Decreto ley donde se introdujeron medidas para mejorar el sistema de alumbrado público y aumentar la eficiencia energética. En este sentido, ya son muchas las ciudades españolas que están implementando cambios para ser más sostenibles.
Por ejemplo, en Mérida, Badajoz, con la colaboración de Endesa X, cambiaron 7.000 puntos de alumbrado del total de 15.817, por tecnología LED, además de instalar este tipo de alumbrado en la isla del Guadiana y 205 sistemas de telecontrol del alumbrado. Similar es el caso de Sarrià de Ter, Cataluña, donde se convirtieron 1.085 puntos de luz a tecnología LED del total de 1.355. También se han instalado 22 sistemas de telecontrol para la iluminación.