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La apuesta por las redes inteligentes es clara y sigue creciendo año a año. ¿Cómo será el modelo energético en una década? El rumbo actual muestra cambios en la estructura de generadores y distribuidores, pero también del propio consumidor. Es lo que conocemos como generación y consumo de energía flexibles.
La división entre unos y otros comienza a desdibujarse. La generación está cambiando a través de las plantas de energías renovables y de la redistribución local de los espacios: la generación distribuida. Por otro lado, la distribución está tornando a un modelo más disperso y variable.
El consumidor se está convirtiendo en parte más activa de todo el proceso energético a través de la generación para el consumo propio, la llamada prosumption (producción más consumo), el almacenamiento energético, las medidas de eficiencia energética y de servicios como el demand response, entre tantos otros.
Este nuevo escenario modifica el comportamiento de aquellas empresas y organizaciones que forman parte del sector energético. Los operadores de sistemas o TSOs (encargados de gestionar las redes de transporte de electricidad) y las distribuidoras o DSOs (cuyo objetivo es el de transmitir el suministro hasta los hogares y los negocios) deben amoldarse a nuevos servicios que demanda la sociedad con las crecientes redes inteligentes o smart grids.
Colaboración para la creación de un nuevo modelo
A través de la colaboración de las organizaciones y los sistemas locales, la flexibilidad del sistema puede regularizarse para lograr que los consumidores entren en un mercado que aún está en proceso de creación y que terminará de establecerse en los próximos años.
Con ese objetivo en mente, la red de distribución necesitará reglas y estadísticas que controlen el nuevo modelo y lo protejan de las inestabilidades que puedan producirse, como sobrecargas e insuficiencias en el sistema. Es aquí donde los consumidores se verán beneficiados al mismo tiempo que lo harán aquellas empresas ya involucradas en el proceso actual.
En este nuevo modelo energético, la coordinación entre operadores del sistema y distribuidoras será vital para lograr que la flexibilidad mejore la estabilidad de la red eléctrica y elimine todas las barreras. Para ello, debe contar con sistemas que unan correctamente las diferentes fuentes que entregan y reciben energía.
Entre las ventajas que esto ofrecerá se encuentra un aumento en la calidad del servicio con una mayor capacidad de adaptación, mejores velocidades y menores pérdidas en el proceso de distribución.
La cada vez mayor democratización de las renovables modifica los sistemas tradicionales y lo hace mediante la tecnología y la innovación, y es aquí donde las compañías deben acompañar esta labor a través de proyectos y desarrollos tecnológicos que sumen a este propósito.
Las últimas técnicas de big data en la energía deben incluirse acompañadas de herramientas eficaces de inteligencia artificial, de forma que todos los nuevos datos pueden comprenderse y sirvan a un mismo objetivo.
Proyectos como CoordiNet, en el que trabajamos junto a 22 empresas e instituciones de diez países europeos, apuntan en esa dirección. El objetivo: desarrollar nuevas soluciones a través de sus resultados para ayudar a crear el nuevo modelo de generación y consumo de energía flexible que está por llegar.