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Tres, dos, uno… Seguimos
Expectación, ilusión, hormigueo en el estómago, incluso vértigo; un cúmulo de sensaciones iban y venían aquel primer día, a medida que me acercaba. Iba pendiente de la carretera, aunque era inevitable que los ojos se fueran, de vez en cuando, al punto más alto del horizonte de Carboneras.
Conducía mi primer coche. Llevaba trabajando para Endesa ocho años, moviéndome entre la central diésel de Melilla y la sede de Madrid. Bien porque la primera mantiene la amabilidad de esas ciudades donde puedes ir andando a prácticamente todos los sitios y bien porque la capital de este país cuenta con una tupida red de transporte público, hasta ese momento, no había necesitado tener vehículo propio.
Había más novedades en mi vida por aquel entonces. Apenas un mes antes me había casado y me había establecido con mi marido en la provincia de Almería en la que sigue siendo nuestra vivienda hoy en día, dando el primer paso en nuestra vida juntos. Esto es algo que, si me lo hubiesen llegado a decir apenas unos meses antes, no lo hubiese creído. Ya me había hecho a la idea de que, tras el viaje de novios, seguiríamos viéndonos solo los fines de semana, y en cambio, los planetas se habían alineado para hacerlo posible, aunque más que los planetas, la constancia de una misma y la voluntad de las personas que en esos momentos podían tomar decisiones. Agradecimiento; también era uno de los sentimientos que afloraban en aquella recta, y que hoy en día, perdura.
Nuevo trabajo, nuevos compañeros, en definitiva, una nueva vida que enlazaba con volver a mis orígenes y estar cerca de los que más quería. Aún tenían que pellizcarme para poder creérmelo, porque andaba en una nube, más allá de la cota 200.
Así comenzaba mi historia en Litoral, que se suma a la de tantos compañeros en un mismo escenario.
Es el caso de Matías Carrillo quien fue viendo cómo iba creciendo poco a poco. Aún estaba estudiando fuera y, cada semana, cuando volvía a casa, veía como iba ganando en altura. Decían en el pueblo que cuanto más subía, más cobraban los que estaban en el tajo, y cuando terminaron, se celebró una mariscada. Eso sí, quien quisiera comer gambas, tenía que subir a la punta de arriba (es inevitable escucharlo sin sonreír o acabar con alguna carcajada).
Él empezó a trabajar en la Central Litoral poco tiempo después, y desde el principio, ha estado ligado a la logística de almacén. Incluso ahora, que el almacén de se ha reconvertido para dar cobertura a todas las plantas solares en España, continúa desde la misma perspectiva viendo los cambios que han acontecido en todo este tiempo, consciente de la capacidad de adaptación de la que somos capaces como seres humanos y lo que significa formar parte de esta aventura.
De ella, también forman parte Iván Ballesteros y Marcos Pérez, ahora compañeros de viaje de Matías en el almacén de solar. Ambos pertenecen al grupo de compañeros que, cuando la Central Litoral, tras casi cuarenta años en funcionamiento constante, empezó a estar más tiempo parada que produciendo, pasaron a desempeñar nuevas funciones en otros centros de trabajo.
Ivan como supervisor de plantas solares en la zona occidental de Andalucía. Mirando hacia atrás, el cambio resultó ser una experiencia muy buena, muy positiva, tanto a nivel profesional como familiar; una oportunidad de aprender una nueva tecnología y por supuesto, de aplicar tantos conocimientos adquiridos trabajando en Litoral, en el equipo de operación y a su vez, dando cobertura a mantenimientos (los “superhombres”, que los llamaban). Destaca haber podido extrapolar a las nuevas plantas los procedimientos de seguridad y de descargos, que eran una constante en el día a día de Litoral.
En la mesa de al lado, Marcos escucha a su compañero y comparte lo que dice. En su caso, los recuerdos lo remontan a unos cuantos años más atrás, cuando comenzó a trabajar en la empresa de mantenimiento eléctrico de la Central y poco después, que empezó a formar parte del equipo de instrumentación y control. Después, tras varios años también formando parte del equipo de operación, pasó como Iván a otra tecnología; en su caso, la hidráulica, en el centro de control de la UPH Sur en Córdoba. Ahora ya de vuelta, valora la sensación de ser capaz de abarcar nuevos retos y a su vez, cómo se ha sentido valorado, por la responsabilidad e implicación con los que los ha abarcado.
Todos ellos, forman parte de ese futuro renovable al que nos dirigimos, capitaneados por Soledad de Castro al frente del Almacén Solar; valiente donde las haya. Marcó el hito de ser la primera mujer en Litoral, desempeñando la función de jefa de turno en operación, aunque el aprecio y la valoración que le profesamos, no se pueden resumir en un solo hito sino en una trayectoria profesional intachable al cargo de diferentes departamentos: laboratorio, eficiencia,...
Nos despedimos hasta dentro de un rato. Voy hacia la ”casa blanca”, que es como llamamos al edificio de obra donde comparto oficinas con los compañeros de Ingeniería que están al frente del desmantelamiento. Últimos preparativos. Todos tienen en común en su trayectoria la experiencia acumulada de años construyendo, montando y/o haciendo funcionar plantas de generación eléctrica. Nadie mejor que ellos para llevar a cabo la tarea de “deconstrucción” o ¿es que alguien que no ha visto una instalación crecer desde la primera piedra, el primer tornillo o el primer cable, va a poner tanto cuidado y cariño para desmontarla?
Gianluca Tenca, al frente del equipo como site manager, con una trayectoria fraguada en diferentes países y en el ámbito de las nucleares, lleva por delante siempre la seguridad ante cualquier decisión. El proyecto de desmantelamiento de Litoral le ha brindado la oportunidad de estar más cerca de su familia. Tiene siempre presente aquellas personas que al inicio de su carrera profesional le transmitieron tantos conocimientos y se siente partícipe del camino a la transición energética que entre todos estamos recorriendo. Está esperando que vuelvan los compañeros que están haciendo los últimos reconocimientos en el tajo. Como buen capitán, será el último en abandonar el barco.
La risa de Paco García (Paquito, como algunas veces lo llama Gianluca) se escucha al otro lado del pasillo; es inconfundible. Gaditano de nacimiento y ciudadano del mundo. Cuántos lugares, cuántas centrales ha recorrido…Ceuta, Ibiza, Los Barrios, Melilla, Granadilla, Candelaria…montaje eléctrico, montaje mecánico, puesta en marcha…en Litoral también estuvo hace unos años atrás, con el proyecto para la adaptación de la Central a la Directiva de Emisiones Industriales (Proyecto DEI). De todo este recorrido, pone en valor las personas que ha conocido y tratado, y de las cuales ha aprendido tanto y adquirido tantas experiencias.
Nuestro otro Paco López, siempre ligado a la seguridad; comenzó su trayectoria en la empresa como coordinador de Seguridad y Salud en los ciclos combinados de San Roque (Cádiz), y también Cristóbal Colón (Huelva). En Litoral estuvo durante el proyecto de “extensión de vida” y DEI. Le es inevitable sentir cierta melancolía cuando se acuerda de esos tiempos; las personas solemos tener ese “defecto”, aunque también es lo que nos lleva a apreciar y valorar nuestro presente y futuro.
Miguel Mateo, que ha estado involucrado en algunos de los proyectos más relevantes de la Central, como la construcción de la desulfuradora del Grupo 1, el “Transhiping”, la adaptación a la DEI, las baterías (BESS); precisamente por ello, aunque también participa en otros desmantelamientos, no puede obviar el cariño que siente por Litoral. Su vida profesional ha estado ligada desde los inicios a Obras y Montajes, y ya está acostumbrado a los cambios organizativos por los que ha ido pasando la unidad de Ingeniería. Es capaz de verbalizar muy bien los sentimientos encontrados que nos equiparan a las personas que trabajamos en Litoral, aunque mirando siempre hacia adelante, con optimismo, con la vista puesta en aquellos proyectos que están por venir.
La visión más joven la ponen Javi Parra y Pedro González. Ilusión. Javi viene de otra de las vertientes protagonistas en la transición energética como es la construcción y puesta en marcha de plantas fotovoltaicas. Involucrarse en el proyecto de desmantelamiento de Litoral le ha supuesto la oportunidad de conocer una tecnología y una paramenta a la que ya va a ser complicado tener acceso. Precisamente, está contribuyendo a que algunos de estos equipos sigan funcionando en otras instalaciones, en el marco del proyecto “Second Life”.
Pedro ya sumaba experiencia con el mantenimiento de otras centrales antes de comenzar en el desmantelamiento de Litoral, como dice él, casi por casualidad. El destino quiso que viniera “de vuelta a casa”, donde comenzó con una beca en Mantenimientos, al poco de finalizar ingeniería mecánica. Si bien, los lazos que le unen a Litoral vienen de más atrás; me es inevitable hablar con él y no pensar en su padre, un muy buen compañero, ahora prejubilado; igual me pasa con el padre de Iván y enlazo acordándome de otros tantos más. Es curioso cómo tomas consciencia de que ya vas teniendo una edad cuando te das cuenta de que has compartido tu día a día con diferentes generaciones. Hoy ha venido preparado con las gafas de seguridad oscuras, por si la emoción contenida le da por brotar. Yo tendría que haberme acordado de traer también las mías.
Lo que sí tenía claro era ponerme el uniforme. Mi trabajo actual no requiere que lo lleve habitualmente, y, además, habrá más personas vestidas “de calle”, pero creo que es lo que le hace más honor al día. Orgullo de pertenencia. Un día que, a diferencia de las semanas pasadas, se ha vestido de gris, atizando el levante, y así también acompaña.
Me acerco a Jose Martínez; vamos a hacernos la última foto. Media sonrisa. La compartimos por WhatsApp con menos compañeros de los que nos vienen ahora a la mente, que, por circunstancias o por protocolo, no han podido o han preferido no estar. Perdura entre nosotros el sentimiento de cohesión, de equipo.
Jose echó sus dientes, profesionalmente hablando, en Litoral, aunque está ligado a la empresa desde siempre, gracias a su padre. Flashes que van desde el regalo que recibía de niño el día de Reyes, en el “barco de la luz” (la flotante de Santa Cruz de Tenerife), a la adolescencia en el pueblo de As Pontes en Galicia.
Me comenta que su mujer está fuera; sentía que tenía que venir. Hace muchos años este fue el escenario donde se conocieron; ella realizaba unas prácticas en el hospitalillo de la Central y él estaba en el turno. El pretexto de una vacuna y el sabor de un primer café que no se olvida. Ahora la sonrisa es completa, amplia.
Las historias que pueden girar en torno a un mismo lugar son tantas y tan diferente; depende de las personas que las viven y sienten. Unas comienzan antes, algunas se solapan en el tiempo, se entrelazan y en ocasiones, tienen un fin común.
El escenario donde se desarrollan va cambiando a lo largo del tiempo, influyendo también de esa forma en las vivencias y en el sentir de quienes forman parte de él.
Es la hora. Todo según lo previsto. Tres, dos, uno…seguimos.
Margarita Martínez
Responsable de Proyectos de Sostenibilidad zona Sureste