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Sin baterías no hay paraíso verde
Inmersos en una transformación formidable de nuestro modelo energético, el almacenamiento es el actor necesario que reclama un último esfuerzo regulatorio para su despliegue definitivo, y poder así actuar como el motor de cambio que convierta a nuestro país en un actor principal en la generación de riqueza industrial.
Por Luis Marquina
Después del apagón del 28 de abril, son muchas las miradas que ha acaparado el almacenamiento como la solución necesaria y definitiva en el modelo energético nuevo y revolucionario que estamos construyendo. Y el motivo es obvio: el almacenamiento, al menos el que se sustenta sobre baterías en cualquiera de sus modalidades (delante o detrás del contador, más conocido como FTM, la primera, y BTM, la segunda) es el elemento que proporciona gestionabilidad a un modelo de generación no gestionable, aquella que procede de ciertas fuentes renovables (algunas hidroeléctricas sí son gestionables). En otras palabras, si queremos electrificar nuestras formas de vida industriales y domésticas, y si queremos que esta electrificación además sea verde, segura y no emisora, las fuentes de energía renovable son la única respuesta, y el almacenamiento el compañero de viaje necesario. Como solemos repetir con mucha frecuencia, el almacenamiento con baterías no es el motor ni la carrocería del coche, son sus ruedas. Y sin ruedas no avanzamos…
¿Avanza el despliegue del almacenamiento en España?
Se reprocha al legislador con cierta frivolidad que el almacenamiento no avanza en nuestro país, y no es una foto correcta. Es cierto que se podría ir más deprisa pero no es menos cierto que cada paso que se da va en la dirección adecuada. Si pensamos que en 2021 el almacenamiento no tenía una configuración jurídica clara y que en estos días se están licitando 700 MM€ para proyectos de almacenamiento es lógico pensar que se han hecho cosas, muchas y bastante bien hechas, pero siempre hay cuellos de botella a resolver, porque la transformación regulatoria de todo nuestro modelo energético no es sencilla y debe romper una inercia de décadas en muy poco tiempo.
Para una implantación definitiva del almacenamiento nos enfrentamos a tres grandes retos regulatorios:
- El primero es en relación a los ingresos: es urgente que se convoque la primera licitación del Mercado de Capacidad, del que ya tenemos un borrador muy interesante, abierto a la competencia entre tecnologías, y que se comience a trabajar ya en modelos remunerados para los múltiples servicios que las baterías pueden prestar a la red.
- El segundo está relacionado con el uso del suelo de las plantas de baterías: es imperativo que, como han avanzado las CCAA de Valencia, Cataluña y Murcia, el almacenamiento sea considerado una infraestructura técnica que presta servicios a la red, lo que permitiría su implantación en cualquier espacio, rústico o industrial, y muy especialmente, como AEPIBAL defiende desde hace años, junto a las Subestaciones Eléctricas o hibridado con las plantas de generación renovable. Es allí donde son más eficientes y rentables para el sistema, ocupando un espacio ya visualmente devaluado y evitando más y más tendidos de red.
- Por último, el tercer reto regulatorio tiene un alto componente tecnológico que debería, por un lado, permitir al almacenamiento ser considerado como un activo absolutamente flexible, que ni para generación ni para demanda ocupe capacidad de la red (la CNMC está liderando esta visión de almacenamiento flexible que esperamos sea exitosa en breve), y por otro, incorporar elementos que ayudan al funcionamiento de la red eléctrica como es el Grid Forming.
Oportunidad industrial y excelencia
Dicho esto, el objetivo a 2030 es de 22,5 GW de almacenamiento instalado, cifra que incluye diferentes tecnologías como bombeo o almacenamiento térmico, pero que grosso modo prevé que se instalen hasta 12 GW de baterías, cifra que vemos inviable en cinco años, pero que debería marcar un rumbo ambicioso que nos permitiera, por lo menos, alcanzar la mitad de esa cifra.
Y para ello el crecimiento de la demanda va a jugar un papel muy destacado porque será ésta la que mantendrá los precios de la generación renovable en cifras atractivas para que continue el despliegue de plantas solares y eólicas, y con ellas, de almacenamiento. La entrada de industria nueva, el apoyo al vehículo eléctrico y, sobre todo, la electrificación de nuestra industria actual deben ser los vectores sobre que los crezca esta demanda, apoyándose en una energía limpia, barata y gestionable.
En este estado natural de crecimiento, no queremos dejar de llamar la atención en dos temas críticos: primero, es el momento de que la industria europea tome el control de la tecnología a implantar y, segundo, no hay espacio para proyectos que no sean excelentes.
El primer punto no es sólo una oportunidad industrial que conlleva ampliación de la cadena de suministro, empleo de calidad con aportaciones tecnológicas de nuestras capacidades en investigación, etc. No es solo eso. Es que la alternativa es el cero absoluto para nuestra industria, es cerrar fábricas, es anular proyectos innovadores, es afianzarse en el dramático “que inventen ellos”, mejor dicho, que inventen, diseñen, fabriquen, construyan, operen y controlen “ellos” nuestros activos. No adoptar medidas de defensa reguladas desde la UE sería poner en riesgo a la industria existente real y autóctona (europea), lo que invita también a que los propios clientes finales, los propietarios últimos de los activos, asuman compromisos de largo alcance con fabricantes que garanticen tres cosas: una calidad excelente en precios asumibles, un servicio impecable, rápido, bien formado, cercano y profesional y, tercero, unas condiciones de seguridad industrial que no pongan en el futuro en riesgo la operatividad de nuestros activos (ciberseguridad). En este sentido, el diálogo entre fabricantes y promotores de diferentes geografías es el camino a transitar.
Por último, si afirmamos que en los proyectos de almacenamiento sólo hay espacio para la excelencia el mensaje es claro: una planta de baterías no es una suma de contenedores colocados en mitad de cualquier sitio. Una instalación de baterías es un proyecto de infraestructura eléctrica que necesita ser diseñado, construido y operado con los más altos estándares de calidad, con los mejores equipos y proveedores, siguiendo todos los protocolos de seguridad y con la connivencia de todos los actores que deben participar ante futuras contingencias: protección civil, bomberos, ayuntamientos, etc. Y para ello las grandes empresas de nuestro país deben ser ejemplo de buen hacer y máximo rigor en todas y cada una de sus actuaciones. Así lo deseamos, y para que este camino sea exitoso, siempre estaremos al lado de quien nos pida colaboración.
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