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Internet of Things, big data, smart working. La Cuarta Revolución Industrial ya ha llegado, y con ella la prisa y la desatención que pueden obstaculizar la concentración y el desarrollo de la creatividad en los puestos de trabajo. Para solucionarlo, existen técnicas que tratan de desarrollar hábitos que mejoren la rutina en la oficina y ayuden a gestionar el estrés. Uno de los ejemplos más actuales es el mindfulness.
La traducción de este término en nuestro idioma es atención plena. Es una técnica que consiste en evitar el estrés y ser consciente de lo que ocurre en cada momento para conseguir una concentración completa en lo que la persona está haciendo.
El principal impulsor de este concepto es Jon Kabat-Zinn. Según este profesor de medicina, mindfulness es “la conciencia que surge al prestar atención de manera voluntaria, en el momento presente y sin juzgar, a cómo se despliega la experiencia momento a momento”.
No estamos ante una nueva técnica. Ya han pasado 30 años desde que Kabat-Zinn introdujo esta práctica dentro del modelo médico de occidente y, aunque ha comenzado a sonar con fuerza en los últimos tiempos, su origen se remonta a miles de años atrás: las prácticas budistas.
En nuestra sociedad existe la creencia de que mindfulness es sinónimo de meditación, pero no es así. Mindfulness puede practicarse en cualquier lugar: en casa, en el trabajo o, incluso, en el coche durante un atasco. Por el contrario, para practicar la mediación es necesario un espacio silencioso y que nuestro cuerpo adopte una postura determinada. Sin embargo, cabe preguntarse por qué puede ser de utilidad.
A través de una charla en nuestro #OpenPowerSpace de Endesa el pasado 8 de marzo, la experta en mindfulness y self-compassion, Cristina Jardón, trasladaba los beneficios de estas técnicas en el trabajo a todos los asistentes: reduce el estrés, aumenta el compromiso, mejora la creatividad y la toma de decisiones e impulsa el liderazgo y las buenas relaciones con el resto de compañeros. Esto repercute en una mayor productividad de las organizaciones y en la reducción de costes por bajas laborales.
¿Por qué una empresa debería aplicar mindfulness e inteligencia emocional con sus empleados? Dentro de una estrategia de smart working, estas herramientas ayudan a entender las organizaciones y sus empleados de otra manera. La organización da valor a cada trabajador y se centra en el cuidado de su bienestar. Las personas son las protagonistas del cambio dentro del contexto de transformación digital en el que vivimos.
Es una apuesta por el futuro: los rasgos de personalidad pasarán a ser cada vez más demandados desde los departamentos de recursos humanos de las empresas. No es difícil suponer que las competencias técnicas serán eclipsadas por las máquinas inteligentes.
El concepto de inteligencia emocional también irrumpe con fuerza en los últimos años junto a la técnica de mindfulness. De hecho, existe conexión entre ambas. Hay autores que afirman que el mindfulness no funciona sin la inteligencia emocional.
Según Daniel Goleman, autor de Emotional Intelligence, se trata de “la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los demás, de motivarnos y de manejar adecuadamente las relaciones”. Es importante no olvidar que nuestras emociones también influyen en nuestro trabajo y en nuestra capacidad para relacionarnos.
Ya en 1995, Goleman recogió en su obra los cuatro pilares sobre los que se sustenta la inteligencia emocional: la conciencia de uno mismo, la motivación propia, la empatía y la habilidad para relacionarnos y comunicarnos con los demás.
El español Mario Galarreta, uno de los neurocientíficos más prestigiosos, trabaja en Silicon Valley para el gigante tecnológico Google. Su principal cometido es entrenar, a través de cursos y talleres, a los ingenieros y directivos de la compañía en mindfulness. Es el curso más demandado con una lista de espera de varios meses.
Galarreta afirma que se trata de un entrenamiento mental. A través de meditación y ejercicios de respiración se consiguen beneficios personales para manejar situaciones de ansiedad. “Igual que puedes entrenar para ser más rápido, aquí puedes entrenar distintos aspectos de tu capacidad mental: mayor capacidad de concentración, capacidad de liderazgo, permite ser más creativo e influir a otros después de conocer tu interior», comenta en la siguiente entrevista:
Para conseguir focalizar la atención en cada momento, Cristina Jardón explicaba que el primer paso es seguir la respiración. En caso de caer en la distracción (que es muy probable que ocurra en los primeros intentos), hay que darse cuenta de ello y reorientar la atención. Esto se consigue a base de entrenamiento y práctica, como en cualquier proceso de aprendizaje.
Según los estudios de Goleman, en los que investiga los miles de escritos sobre mindfulness, estas técnicas pueden ayudar a mejorar resultados de exámenes en hasta un 16% y conseguir mayor actividad cerebral, más concentración y un menor nivel de estrés en el trabajo. Hablamos de otra técnica a englobar dentro de la filosofía smart working por la que las organizaciones apuestan cada vez más.