Si prefieres ver la web siempre en español, haz click aquí.
En un momento en el que existe tanta carga de información sobre la subida del precio de la energía, es indispensable que se comprenda el motivo por el que esto está sucediendo. Por eso te explicamos las claves para entender el alza de precios que estamos viviendo.
¿Qué factores influyen en el precio de la energía?
Los variables que influyen en el precio de la energía y que, por tanto, afectan a la factura de la luz, son principalmente cinco: el mix de producción de electricidad de que se dispone, las condiciones climatológicas, el precio de los derechos de emisión de CO2, el precio de los combustibles y la demanda.
La energía con un coste variable más bajo es la renovable, pero es necesario instalar mucha más capacidad renovable en España para que su efecto se note de forma relevante en el precio de la electricidad y hoy en día no es posible cubrir toda la demanda solo con este tipo de energía.
Además, se trata de una energía que no es firme y que depende de las condiciones climatológicas. Durante las noches o cuando hay menos viento, por ejemplo, es necesario recurrir a la energía producida en centrales de ciclo combinado, cuyo combustible es el gas.
Actualmente, el precio del gas se ha disparado por el conflicto en Ucrania, pero ya venía siendo elevado por la creciente demanda procedente de Asia, particularmente de China, y por diversos factores que han limitado su suministro desde los países productores. En Europa dependemos de gas importado y por tanto sufrimos directamente el alza de su precio.
La producción de energía con ciclos combinados lleva además asociados unos costes por emitir CO2: son los derechos de emisión que fija la Unión Europea. Esos derechos tienen un precio elevado para que los países prioricen el uso de tecnologías sin emisiones y combatir así el cambio climático.
El Régimen de Comercio de Derechos de Emisión de la Unión Europea (RCDE UE) se instauró en el año 2005 para promover la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero de un modo rentable y económicamente eficiente. De manera muy simple, estos son costes que tienen que pagar aquellas empresas que emiten dióxido de carbono (CO2) al hacer uso de las fuentes de energía fósil.
Mediante este sistema, las empresas que emiten gases de efecto invernadero han de comprar derechos de emisión. Cada año, el volumen de derechos de emisión en circulación se va reduciendo de manera que la cantidad de emisiones también disminuye gradualmente. Para el año 2030 se espera reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en la UE en al menos un 55% en comparación con 1990.
En total, el precio del PVPC de, por ejemplo, el día 8 de marzo de 2022, proviene en un 90% del coste de la energía. A su vez, el precio de la energía proviene, en un 95% del precio del gas y tan solo un 5% del precio del CO2. En conjunto, el 85% corresponde al precio del gas, el 5% al CO2 y el 10% a otros costes, fundamentalmente peajes y cargos.
¿Quién decide el precio de la energía?
El precio del mercado diario de energía es el reflejo directo del cruce entre la oferta y la demanda (y esto es común en toda Europa). En él se determina cuáles van a ser los precios de la energía en todas las horas del día.
El mercado diario es un mercado mayorista, que sirve para que los agentes comercializadores y generadores puedan ajustar la demanda de los clientes y la producción de energía. No obstante, en Europa, la mayor parte de la energía se negocia entre comercializadores y generadores mediante contratos bilaterales o en los mercados a plazo, de tal forma que el mercado diario se utiliza para los ajustes finales.
Este mercado se basa en el sistema marginalista, un método que es el preferido en toda la UE pero que es objeto de críticas en momentos de escalada de precios como el actual.
Lo cierto es que el sistema marginalista tiene muchas ventajas: asegura que las energías de bajas emisiones entren primero en el mix (la mezcla de energías necesaria para cubrir la demanda de ese día); fomenta que se invierta en tecnologías más eficientes, es decir, las renovables; garantiza que los grandes generadores de electricidad no tengan ventaja respecto a los pequeños y sirve de protección frente a posibles abusos por parte de los generadores.
La principal desventaja del modelo marginalista es que es muy sensible a las fluctuaciones de los precios de las fuentes de energía que entran en el mix. Si se cubre la demanda solo con renovables, el precio puede ser prácticamente cero. Si entra el gas, el precio puede ser muy caro.
España es el único país en el mundo que tiene una tarifa regulada PVPC (Precio Voluntario para el Pequeño Consumidor) que traslada al consumidor directamente el precio de la energía del mercado diario. Por eso, cuando el mercado mayorista se dispara, el precio que pagan los consumidores con tarifa PVPC también lo hace. Aunque también se beneficia de los periodos en que el mercado está muy bajo, como ocurrió en 2020. Es decir, que estos consumidores son los que están sujetos a la mayor volatilidad.
¿A quién afecta la subida de precio de la energía?
Actualmente, el PVPC supone alrededor del 10% de la demanda energética del país. Dentro de ese 10% se encuentran prácticamente la mitad de los consumidores domésticos, por lo que el impacto en muchas familias de los vaivenes del precio mayorista es muy importante.
El resto de los clientes no se ven afectados porque poseen un contrato distinto, uno perteneciente al mercado liberalizado. En estos casos el cliente paga unos precios fijos al menos durante un año y, por lo tanto, el alza del precio de la energía solamente le puede afectar si se trata de una crisis de larga duración.
¿Beneficia a las eléctricas la subida del precio de la energía?
Al contrario de lo que pueda parecer, la subida de precios no beneficia a las eléctricas. Nosotros vendemos la energía a nuestros clientes de mercado libre a un precio que se acordó hace uno o dos años.
A principios de marzo teníamos prácticamente el 97% de nuestra producción propia del año 2022 y el 55% de la de 2023 ya vendida a precios razonables y así lo tenemos que demostrar mensualmente a la CNMC (Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia) en nuestras declaraciones responsables.
Por tanto, las comercializadoras de electricidad no pueden trasladar los precios actuales del mercado a los contratos en vigor. La única tarifa que sufre el alza de precios es la regulada, el PVPC que fija el Gobierno o los suministros de los clientes industriales que no renovaron los contratos con tiempo de antelación suficiente.
Otro factor a tener en cuenta es que vendemos mucha más energía de la que producimos: de cada 10 MW que vendemos solo 7 MW proceden de nuestra generación, por lo que tenemos que acudir al mercado a comprar y sufrir también la escalada de precios.
Por otro lado, es falso que haya unos “beneficios caídos del cielo”. Las centrales nucleares e hidroeléctricas no están amortizadas y tienen una importante carga impositiva. La realidad es que, desde que se produjo la liberalización del mercado, los impuestos sobre la generación han aumentado espectacularmente (ya suponen más 15 €/MWh de los casi 58 €/MWh que cuesta la nuclear y casi 22 de los 60 que cuesta la hidráulica). Además, se sigue invirtiendo en esas centrales cada año.
¿Qué pueden hacer los clientes ante la subida del precio de la energía?
En primer lugar, es importante revisar las facturas y compararlas con anteriores. De esta manera, la mayoría de los consumidores del mercado libre comprobarán que estas no reflejan la subida del mercado mayorista de energía.
Por su parte, los clientes con tarifa regulada pueden intentar consumir electricidad dentro de las horas valle, cuando el precio es más bajo. También pueden revisar y ajustar la potencia contratada y adaptarla a sus necesidades o buscar alternativas con un nuevo contrato en el mercado libre.