¿Por qué la red eléctrica es clave para la transición energética?
La infraestructura eléctrica es esencial en la transformación hacia un sistema más eficiente, resiliente y responsable con el medioambiente. Ello supone que la red eléctrica enfrenta una serie de desafíos y oportunidades como elemento vertebrador para transición energética.
La transición energética, en pocas palabras, consiste en abandonar las energías contaminantes para apostar por las energías limpias y reducir así las emisiones que contribuyen al cambio climático. Es muy frecuente que asociemos este proceso de descarbonización al cierre de las centrales de carbón y la construcción de nuevas plantas renovables. Pero hay otro factor que es igual de determinante para conseguir este objetivo: la red de distribución eléctrica, pues tan relevante es que la generación esté libre de emisiones, como que la demanda energética sea abastecida con tecnologías limpias.
La Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés) ha publicado un informe que refuerza la importancia crítica de las redes eléctricas. El documento, titulado "Electricity Grids and Secure Energy Transitions", concluye que es crucial tomar medidas rápidas para mejorar y expandir las infraestructuras eléctricas globales si se desea abordar de forma eficaz el cambio climático y garantizar un suministro eléctrico confiable.
Los retos a los que se enfrenta la red eléctrica
Desde sus inicios, la red eléctrica se ha configurado para conectar la generación con la demanda como una cascada, en el que la energía eléctrica circulaba en un único sentido desde los grandes centros de generación hasta los centros de consumo (hogares, negocios, etc.) a través de los distintos niveles de tensión.
En la actualidad, la introducción progresiva de la generación distribuida, el desarrollo del autoconsumo, los nuevos usos de energía eléctrica (vehículo eléctrico), la introducción de baterías …. Supone un grado de complejidad en la explotación de la red y en su desarrollo, que ha supuesto un cambio de paradigma en el modo tradicional de concebir la red de distribución, pasando de ser una red con flujo eléctrico unidireccional a multidireccional.
La necesaria electrificación de la demanda, como elemento esencial para alcanzar la descarbonización, implica la necesidad de expandir y fortalecer la infraestructura de la red.
Otro de los retos a los que se enfrenta la red es el cambio climático, así como los eventos climáticos extremos, ya que requieren de unas infraestructuras más resistentes y capaces de suministrar energía incluso durante el desarrollo de estos acontecimientos para asegurar un futuro energético confiable y sostenible.
¿Qué necesita la red eléctrica para adecuarse a este nuevo contexto?
Ante este nuevo escenario es necesario reforzar y expandir la red para que sea aún más robusta y tenga la capacidad suficiente para abastecer las nuevas demandas eléctricas, así como integrar la generación distribuida que se conectará, mayoritariamente, a la red de distribución.
Estas son las principales características que debe reunir la red de distribución para que la transición energética sea posible:
Sensorización: La gestión inteligente y automatiza de la red de distribución para posibilitar la circulación multidireccional de electricidad, requiere que la red tenga un elevado grado de sensorización y manejo de información en tiempo real.
Flexibilización: adecuar la red, a través de la digitalización, a la generación predominante en cada momento, térmica, renovable…
Resiliencia: capacidad de resistir ante los eventos climáticos extremos. Incendios forestales, grandes inundaciones, huracanes, entre otros.
Seguridad: La calidad del servicio alcanzada debe mantenerse en un entorno de mayor demanda, de complejidad operativa, etc.
Universalidad: La red es el elemento vertebrador y, por tanto, su acceso debe ser universal y neutro para cualquier agente que quiera conectarse (puntos de recarga, generador, cliente, …), además de integrar a nuevos agentes que irán apareciendo; agregadores de demanda, comunidades energéticas….
Situación actual de la red eléctrica
Consciente de este desafío, el Gobierno español ha puesto de manifiesto la importancia de la red eléctrica como elemento vertebrador al concretar en el borrador del nuevo Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) una inversión necesaria en redes de cerca de 53.000 millones de euros hasta el año 2030, lo que supone un incremento respecto a la versión anterior.
No obstante, se debe asegurar la capacidad de la red para absorber el despliegue de generación distribuida y abastecer al incremento de demanda necesario para la electrificación. Por ello se debe asegurar que la red está preparada para cuando estas nuevas demandas aparezcan, evitando la aparición de puntos críticos, que ya empiezan a surgir por solicitudes de capacidad de acceso de nuevas demandas.
También hay que dedicar atención a la gestión de infraestructuras de recarga rápida de vehículos eléctricos. Los llamados fast charging, que permiten recargar el 80% de la batería en 10 minutos, requieren altas potencias eléctricas de inyección y la red debe estar preparada para ello.
En cuanto a la sensorización de la red y la resiliencia, debe adaptarse la red de distribucin a los nuevos retos a los que nos enfrentamos, y debemos acelerar el paso.
Todo esto nos lleva a una conclusión clara: la red eléctrica emerge como uno de los pilares centrales de la transición energética. A medida que avanzamos hacia un horizonte donde la electrificación y las energías renovables moldean el panorama energético actual, la adaptabilidad y la innovación en la infraestructura eléctrica se revelan como parte fundamental.