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Cada año más de 30.000 personas mueren en España debido a un paro cardíaco. La atención temprana, inmediata, es clave para aumentar la tasa de supervivencia a estos episodios.
Para ayudarnos a todos, cualquier ciudadano debería saber reconocer un desfibrilador y sentirse capacitado para utilizarlo si es necesario y no hay ningún profesional médico en las inmediaciones.
Se trata de un dispositivo diseñado para aplicar una descarga eléctrica al corazón que le permita recuperar su funcionamiento normal.
Dispone de unos sensores que analizan el ritmo cardíaco e indican en qué momento es necesario aplicar la descarga y con qué intensidad.
Este aparato es capaz, a través de la energía que aplica al corazón a través de la pared torácica, de restaurar el ritmo cardíaco normal.
En caso de ataque cardíaco, el tiempo de reacción del que disponemos para atender al paciente y conseguir revertir la situación es mínimo. Por esta razón, los desfibriladores son esenciales para salvar muchas vidas.
“El desfibrilador detecta en qué momento es necesario aplicar una descarga eléctrica al corazón y con qué intensidad hacerlo.”
El uso de uno de estos aparatos no es especialmente difícil, aunque es importante señalar que todos deberíamos tener una formación previa para asegurarnos de que realmente ayudamos a salvar una vida.
De todos modos, señalamos los pasos básicos para poner en funcionamiento un desfibrilador:
1. Encenderlo.
2. Colocar los electrodos, teniendo en cuenta el esquema del dispositivo: en la clavícula derecha, el lado izquierdo del pecho y debajo de la axila.
3. El propio aparato decidirá, según la actividad del miocardio, si debe realizar la descarga o no. Mientras, no hay que tocar al paciente para evitar entorpecer el proceso.
La respuesta a la pregunta de quién puede usar un desfibrilador no es única, ya que depende de la legislación específica que tenga cada comunidad autónoma. En algunos casos, solamente podrá manipular este aparato una persona con formación homologada. En cambio, en otros casos se prioriza la cardioprotección y la necesidad de una reacción eficaz ante una parada cardíaca.
Tanto en Asturias como en Andalucía, solamente pueden usar estos aparatos las personas con formación RCP homologada o los profesionales sanitarios. En caso de que se vaya a realizar una intervención fuera de un centro sanitario, es necesario comunicarse con el servicio de emergencias sanitarias.
En cambio, la legislación de Cataluña, País Vasco, Madrid, Valencia y Canarias es más flexible y establece que, si no hay nadie presente con conocimientos médicos o de RCP, cualquier persona puede usar el desfibrilador, siempre habiendo llamado previamente al 112. En estos casos, se amplía el radio de acción de la cadena de supervivencia a favor de ofrecer más oportunidades de atención a las personas con problemas cardíacos.
Hay que tener en cuenta que los desfibriladores de uso público indican al usuario cómo actuar. Además, existen desfibriladores conectados siempre con el 112, que permiten que los servicios de emergencia puedan indicar cómo ayudar a salvar una vida.
Las precauciones que hay que tomar ante el uso de un desfibrilador son, esencialmente, buscar un espacio tranquilo en el que no haya interferencias que puedan afectar su uso. Además, es recomendable en muchos casos romper la ropa y depilar el vello para asegurar el correcto funcionamiento del aparato.
En algunos aparatos de desfibrilación, también es necesario tener en cuenta que existe una opción para indicar si el paciente es un niño o un adulto.
“En Asturias y Andalucía solo profesionales o personas con formación específica pueden usar un desfibrilador.”
Aunque cada comunidad autónoma tiene su propia legislación, por regla general estos aparatos deben estar instalados en medios de transporte, grandes superficies comerciales, estadios deportivos y locales con gran afluencia. También se recomienda su instalación en empresas.
En España se calcula que hay una media de unos 3 desfibriladores por cada 10.000 habitantes. Esta tasa es realmente muy baja (una proporción 5 veces por debajo de la que tienen, por ejemplo, en Reino Unido). De hecho, nuestro país está en la cola de la instalación de estos aparatos en relación a toda la Unión Europea.
Hay que tener en cuenta que los países líderes en la instalación de este tipo de aparatos son Japón, con 25 por 10.000 habitantes, y Francia, con casi 20 por la misma cantidad de habitantes.
Además de los pocos aparatos de desfibrilación instalados, merece la pena señalar la poca información existente acerca de su ubicación y su mala señalización.
En definitiva, España tiene todavía mucho camino que recorrer en el campo de la instalación del desfibrilador, un aparato que es capaz de usar la energía eléctrica para salvar muchas vidas en pocos minutos. No hay que olvidar que, en problemas cardíacos, el tiempo que se tarde en acceder a este tipo de tratamientos es vital para la supervivencia.
“En España hay muchos menos desfibriladores por habitante que en el resto de países de Europa.”