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La veintiseisava Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, presidida por el gobierno de Reino Unido y celebrada en Glasgow entre los días 31 de octubre y el 13 de noviembre de 2021, se ha cerrado con el Pacto por el Clima de Glasgow que, a partir del reconocimiento del papel de la ciencia y de la insuficiencia de los compromisos presentados, alienta a un incremento de la ambición en materia de mitigación, adaptación y financiación.
Por Jorge Pina
El Pacto recoge la importancia de limitar el incremento de la temperatura a 1,5°C y reconoce la insuficiencia de los compromisos climáticos presentados hasta la fecha. De esta forma, se reafirma el compromiso con el Acuerdo de París y urge a la actualización de los compromisos 2030 antes de la COP27 en 2022.
Si bien el primer borrador publicado incluía un llamamiento a eliminar el uso del carbón y de cualquier subsidio a los combustibles fósiles, el texto final limitó el llamamiento a reducir el uso de carbón sin tecnología de captura y la eliminación de los subsidios ineficientes de los combustibles fósiles. A pesar de la dilución, que muchos califican como un fracaso, se trata de la primera vez que en un texto de la negociación internacional en materia de cambio climático incluye una referencia directa al uso del carbón, y a los subsidios a los combustibles fósiles.
La adaptación ha sido otro de los aspectos protagonistas en los resultados de Glasgow, el Pacto toma nota con seria preocupación de las conclusiones del último informe del IPCC (Panel Intergubernamental del Cambio Climático) con relación al incremento de los efectos adversos del cambio climático, destaca la necesidad de una mayor acción y acuerda un programa de trabajo de dos años para el establecimiento de una meta global en materia de adaptación.
Además, durante el foro se reconoce la creciente necesidad de los países en vías de desarrollo, en particular en relación con el impacto creciente del cambio climático, se subraya la necesidad de movilizar financiación climática por encima de 100.000 millones de dólares al año y se urge a los países desarrollados a doblar la aportación colectiva para 2025 desde los niveles de 2019. En este sentido, en su intervención en la sesión inaugural, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció que desde 2025 España destinaría 1.350 millones a la financiación climática internacional.
Fuera de la mesa de negociación, cuyas decisiones requieren unanimidad y por eso se hace tan difícil llegar a ellas, llama la atención la gran cantidad de iniciativas y alianzas internacionales aprobadas. Entre ellas hay que destacar una inesperada: Estados Unidos y China hicieron una declaración conjunta en la que se comprometían a colaborar para reducir las emisiones en esta década. Otras iniciativas reseñables han sido el compromiso para reducir las emisiones de metano, la declaración sobre la transición del carbón a la energía renovable, la aceleración de la transición del transporte por carretera hacia cero emisiones, la declaración sobre el transporte marítimo limpio o la declaración de Glasgow sobre bosques y uso de la tierra, mediante la que más de 100 países se han comprometido a detener la deforestación antes de 2030.
A modo de conclusión y teniendo en cuenta la dificultad del proceso, que exige el acuerdo unánime de más de 190 países, hay que interpretar el resultado de estas dos semanas en Glasgow como un avance en la dirección correcta y un importante llamamiento a la acción de manera urgente y a gran escala como única posibilidad para limitar el incremento de la temperatura y evitar un impacto catastrófico derivado del calentamiento global.