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Hasta ahora se hablaba de teletrabajo como una medida opcional que cada vez más empresas ofrecían a sus empleados, pero desde que comenzó el confinamiento para prevenir los contagios por COVID-19, trabajar en remoto ha pasado de ser una preferencia a una necesidad.
Sobre ello y sus consecuencias en nuestro día a día hablamos con Alfonso Alcántara, más conocido por su marca Yoriento, Alicia Pomares, socia directora de Grupo Humannova, nuestra compañera Carolina Bautista de Personas y Organización y Javier Ablitas; socio director de Camila Comunicación, que ejerció de moderador del encuentro.
Pese a que los cuatro participantes estaban de acuerdo en que el teletrabajo nos aporta muchísimas ventajas, Alicia Pomares ponía sobre la mesa la primera cuestión a debate: ¿estamos realmente teletrabajando?
Es innegable que en tiempo récord los empleados han tenido que convertir sus hogares en oficinas y adquirir materiales y recursos para el desempeño de sus funciones. Pero para Alicia esto no es teletrabajar ya que no son libres de elegir si quieren quedarse en casa o ir a la oficina. Muchos tienen que compatibilizarlo con el “telecolegio” de los hijos y sus flujos y horarios de trabajo se han visto alterados.
Por ello, hay personas que empiezan a odiar trabajar en remoto, lo que nuestros expertos consideran que se debe al contexto en el que lo estamos haciendo ya que no pueden experimentar su ventaja principal: la flexibilidad.
Otro de los problemas principales que están perjudicando el concepto del teletrabajo es la falta de desconexión digital que nos está llevando a alargar la jornada laboral. Trabajar en casa no puede ser sinónimo de estar 24 horas disponible para la empresa. Carolina Bautista insiste en la necesidad de desconectar, tratar de ponerse límites y establecer un espacio de trabajo determinado que al finalizar la jornada puedas abandonar. Incluso confiesa que a ella le ayuda cambiarse de ropa, aunque no vaya a salir a la calle. Y, sobre todo, establecer rutinas y focalizarse en ellas para que no se desdibuje el tiempo de dedicación laboral y el personal.
Alicia Pomares en cambio, confiesa que ella es de las que escribe a las once de la noche a sus compañeros si necesita compartir alguna idea, pero sin esperar respuesta inmediata. Cree que la clave está en educar a tu entorno y encontrar un punto de entendimiento. Alfonso Alcántara planteaba que hay personas que no desconectan porque su conexión con el trabajo es más motivadora que su vida personal y que cada persona tiene unas circunstancias que hacen que entiendan la desconexión digital de manera diferente.
Para ayudarnos a esta desconexión digital, a liberar estrés y prevenir la ansiedad Carolina y Alicia recomiendan practicar la meditación y el mindfulness para tomar conciencia del aquí y ahora, para conseguir un bienestar más profundo y disfrutar de las pequeñas cosas. En cambio, Alfonso Alcántara tiene otra opinión como psicólogo conductual. Cree que el mindfulness no sirve para todo el mundo y que hay personas que confunden la falta de concentración con la falta de motivación.
Con su intervención el debate está servido y concluye con la frase “Cuando te ocupas no te preocupas y cuando te enfocas penas pocas”. En lo que todos están de acuerdo es que desde que comenzó el estado de alarma el humor ha sido una muy buena herramienta de distracción para sobrellevar esta complicada situación.
Para acabar este encuentro digital, Carolina, Alicia y Alfonso compartieron algunos consejos sobre ergonomía en el hogar, productividad y la necesidad de ser realista con las circunstancias que nos rodean y las expectativas que nos generamos.