
Electrificación: el ecosistema fotovoltaico
¿De qué hablamos cuando hablamos de edificación? Llamamos electrificación a la descarbonización de los consumos finales de la energía, a través de la integración de tecnologías renovables.
El aumento de la electrificación favorece el aprovechamiento de las energías renovables, lo que nos ayuda a reducir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) y a mejorar la eficiencia energética, por ejemplo, mediante instalaciones de autoconsumo.
Por Paula Santos
¿Por qué es necesario electrificar?
El proceso de transición energética es imparable. Llevamos muchos años analizando cómo podemos ir sustituyendo los combustibles fósiles por energías renovables. Y los esfuerzos que se han hecho, han dado sus frutos: Según Red Eléctrica de España (REE), en 2024 las energías renovables alcanzaron una cuota de participación de alrededor 56% sobre el total del mix español, unos seis puntos porcentuales por encima del registro obtenido en 2023, que ya fue máximo.
El objetivo establecido por el Plan Nacional Integrado de Energía (PNIEC), impulsado por el Ministerio para la Transición Ecológica y que define la hoja de ruta de la transición energética; es del 81% en 2030, por lo que todo parece indicar que, aunque hay algunos desafíos pendientes, vamos por el buen camino. No hay duda, por tanto, de que la transformación del mix de generación de electricidad ya se está produciendo.
Sin embargo, no solo debemos hacer esfuerzos del lado de la generación: tenemos también que sustituir los combustibles fósiles que se utilizan en el consumo final. De nada sirve que garanticemos la participación de tecnologías renovables en el mix energético, si seguimos utilizando gas para calentar nuestras casas e industrias.
Por tanto, debemos hacer esfuerzos para que la descarbonización, a través de la electrificación de los consumos finales, vaya al mismo ritmo que la integración de tecnologías renovables en el mix de generación.
Pero electrificar no es un proceso fácil. Requiere analizar y abordar las necesidades energéticas y la combinación de tecnologías más adecuadas para cada sector. En la mayor parte de los casos, las necesidades de electrificación proceden de la climatización (calefacción y refrigeración), así como de agua caliente sanitaria. Y estas necesidades serán diferentes en función del sector: transporte, industria, residencial, comercial.
El ecosistema fotovoltaico:
Dentro de las tecnologías renovables, la fotovoltaica se ha convertido en una de las principales herramientas del proceso de transición, no sólo por su capacidad de generar energía limpia y por haber reducido sus costes drásticamente en los últimos años, sino también por su flexibilidad y modularidad: permite instalarse en puntos cercanos al consumo, permitiendo el desarrollo del autoconsumo y de las comunidades energéticas.
Según establece el informe Electricity 2025 de la Agencia Internacional de la Energía, la tecnología fotovoltaica será la tecnología “coronada” para impulsar la electrificación de los consumos finales, con previsión de que en 2027 la generación a partir de esta tecnología cubra aproximadamente la mitad del incremento, gracias a las continuas reducciones de sus costes.
El autoconsumo fotovoltaico es el gran aliado en el proceso de electrificación, al permitir que la electricidad se genere y se consuma en el mismo punto, gracias al uso de bombas de calor o vehículos eléctricos para el sector residencial, o su integración con hidrógeno renovable, para el industrial.
Podemos hablar del ecosistema fotovoltaico: el autoconsumo fotovoltaico ofrece múltiples opciones y combinaciones para electrificar. Pero, además, reduce la cantidad de energía que consumimos de la red, generando un ahorro y haciendo el sistema mucho más eficiente.
Se trata de un sistema de ganancias: se utiliza la electricidad producida en nuestros propios tejados para las bombas de calor, que calentarán nuestras casas, eliminando el uso del gas, pero además reduciendo los costes.
Propuestas: ¿Qué tenemos que hacer para impulsar la electrificación?
El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) establece una serie de objetivos y medidas para impulsar la descarbonización progresiva en los principales sectores de la economía.
En concreto, fija el objetivo de incrementar los usos finales de la energía hasta un 35% para 2030, incorporando diversas medidas enfocadas a nuevos proyectos y vectores energéticos.
Esto supone aumentar la demanda eléctrica un 34% en la década.
Pero para alcanzar los objetivos establecidos, es necesario hacer una serie de esfuerzos e introducir medidas que lo impulsen:
- Aumentando la cantidad de tecnología fotovoltaica en los consumos finales, con la instalación de más autoconsumo y la creación de comunidades energéticas
- Desarrollando el ecosistema fotovoltaico, a través de la generación de incentivos que fomenten la combinación de tecnologías:
- Sustituyendo electrodomésticos como, por ejemplo, las calderas de gas por bombas de calor.
- Fomentando la adopción de los vehículos eléctricos en lugar de coches de combustión, de manera coordinada con el despliegue de los puntos de recarga.
- Integrando calderas eléctricas para uso industrial, siempre que sea posible, así como soluciones de hidrógeno verde.
- Mejorando la eficiencia energética, que irá de la mano de la electrificación, de manera transversal.
- Mejorando las redes: haciéndolas mucho más inteligentes y flexibles, a través de la digitalización.
- Flexibilizando el sistema, a través de la integración de sistemas de almacenamiento, que ayuden a la flexibilidad y estabilidad del sistema.
- Desarrollando incentivos económicos para la electrificación:
- Con incentivos fiscales para las tecnologías que electrifican, como los autoconsumos, las bombas de calor o los cargadores de vehículos eléctricos.
- Revisando los cargos impositivos sobre la electricidad.
- Con la estructuración de los peajes y cargos, incrementando el término variable de la factura.
- Facilitando subvenciones para la adquisición de equipos de electrificación.
- O la ampliando medidas como los Certificados de Ahorro Energético (CAEs) a los sistemas de electrificación.
Queda mucho por hacer, pero vamos por buen camino.
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