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El modelo energético evoluciona a marchas forzadas. Son muchos los avances tecnológicos que nos indican cuáles serán las tendencias del sector en los próximos años y la unión de estas marcará una de sus funciones más importantes: la descentralización de la energía.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de descentralización de la energía? Todos nuestros electrodomésticos están conectados a la red eléctrica. Desde los cargadores del móvil hasta el frigorífico y el ventilador, los diferentes aparatos electrónicos están enchufados a una toma de corriente que les brinda la potencia necesaria y funciona a lo largo de todo el país.
Tras la construcción de un nuevo hogar, resulta imprescindible pasar por una instalación eléctrica que conecte la vivienda a esta red. Pero, ¿qué pasaría si no estuviera conectada? Si bien existe un destacable esfuerzo por llevar la energía a zonas aisladas, la desconexión de la gran red eléctrica va mucho más allá.
Existen pequeñas cabañas en montañas y bosques que no disponen de conexión a la red, por lo que su energía debe llegar a través de pequeñas baterías que no disfrutan de las ventajas del modelo actual visto en cualquier localidad española.
Este tipo de edificios requieren de unas especificaciones concretas que no se ven solventadas con las características de la red tradicional. Además, a estos se les suman las diferentes iniciativas de generación distribuida que buscan un cambio en la configuración de la red eléctrica.
Con la creciente demanda de este servicio, consumidores y productores de energía pasarían a tener un mismo rol como actores del proceso de generación y distribución. Además, esta instalación eléctrica no dependería de la ubicación pues no estaría conectada a la red centralizada.
El nuevo modelo pasa por tanto por la descentralización y la apuesta por energías renovables, pero para que la energía no esté conectada a la red eléctrica tradicional debe estar controlada para asegurar su calidad y su correcto funcionamiento. Hace unos años este proceso era impensable debido a la falta de herramientas, sin embargo la evolución tecnológico ha cambiado este paradigma.
Para convertir este modelo en una alternativa viable, las redes descentralizadas necesitarán de herramientas innovadoras basadas en tecnologías de inteligencia artificial, que tendrán que analizarlas en profundidad para asegurar su correcto funcionamiento.
El big data será un pilar imprescindible en esta tarea. Gracias a las últimas tecnologías que siguen evolucionando actualmente, las organizaciones que controlen el servicio podrán mantener bajo control estas redes para asegurar que siempre cuentan con la energía necesaria y anticiparse en el caso contrario. El mantenimiento predictivo y los ajustes son también necesarios aquí, y solo bajo sistemas de análisis eficaces serán capaces de asegurar su durabilidad.
No solo para viviendas, este nuevo modelo de energía facilitará el uso de la electricidad para empresas, así como para bomberos y policías en circunstancias especiales que requieren de una infraestructura que tradicionalmente no podría ser instalada.