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Desde el corazón de Sierra Morena: un viaje a la central hidroeléctrica de Jándula
Llegué al mundo hidro hace algo más de 17 años. Aterricé con enorme ilusión de conocerlo… ilusión que poco a poco ha ido a más. Tras unos primeros años de experiencia en las centrales del Guadiana, en 2011 llegué a la Agrupación Córdoba donde vine para gestionar algunas centrales hidroeléctricas de Jaén, Jándula y Encinarejo. Pasado un tiempo, durante el que pude desarrollarme en otras áreas, volví a la Agrupación Córdoba-Linares donde todo había evolucionado a una mayor eficiencia, reorganización de centrales/zonas, y a una nueva función de coordinación. En cierta manera, fue volver a casa.
Los que hoy trabajamos en estas instalaciones hemos heredado, con orgullo de varias generaciones de compañeros, el amor y cuidado que han prestado a estas instalaciones durante muchas décadas. Toda una vida. Y hoy miramos al futuro con enorme ilusión de mantenerlas y cuidarlas muchos años más.
Hoy en día, en la central de Jándula, coincidimos trabajando aquí compañeros con una vida entera detrás de las centrales hidroeléctricas, como Alfonso y Paco, que formaron parte de ese primer eslabón en la transición de la operación manual hacia la automatización en lo que fue el inicio de la revolución digital; con muchos otros que hemos recibido el testigo y que, de una forma u otra, estamos unidos a esta central desde que llegamos a Endesa, como Pepe y Alejandro, que hoy lidera la gestión de esta central. Es todo un orgullo disfrutar y compartir el día a día del trabajo con personas de tanta ilusión por este trabajo.
Especial cariño tengo por esta central de Jándula. Situada en el corazón de Sierra Morena, en el término municipal de Andújar, en Jaén, dentro del parque natural de la sierra de Andújar. En el km 321 de la autovía A4 desde Madrid, se accede hacia la sierra buscando la vía que lleva al Santuario Virgen de la Cabeza, lugar emblemático de esta zona y de gran peregrinación, a través de una carretera sinuosa que se dificulta conforme subimos. A unos 14 km, nos desviamos hacia la derecha buscando la central a través de una ruta aún más sinuosa. El camino es tortuoso y llega un momento que el firme de asfalto desaparece, y tomamos un camino de tierra. Aún nos quedan 8 km, este camino ya intuye que nos adentramos en el corazón de la Sierra. Se observan toros de lidia y ciervos con normalidad y unos parajes preciosos característicos de estos montes.
De camino a la central, se llega a una zona con una visión panorámica maravillosa de la Sierra donde llama la atención la gran cantidad de personas que se acercan con la intención de poder visualizar especies como el águila imperial, el muflón y, sobre todo, el lince ibérico, especie protegida y el más querido en estas tierras. Animal singular, solitario y difícil de observar para la mayoría, no lo es tanto para los que trabajamos en estas centrales. Es durante el amanecer y el atardecer cuando es más fácil de observar.
Al pasar esta zona de gran belleza, con el Santuario Virgen de la Cabeza al fondo, nos dejamos caer divisando ya el embalse del Jándula. En este último trayecto, pasamos delante de unas ruinas y algunas casas que se encuentran en buen estado. Se trata del poblado del Jándula. Los restos que quedan del mismo hacen intuir la dimensión en su origen, así como la envergadura de los recursos necesarios para la construcción de la presa en los años 20. En ella trabajaron del orden de 3.000 personas durante la época de desarrollo industrial y de inicio y auge del sector hidroeléctrico en España.
Nos acercamos ya al embalse del Jándula, donde nos detenemos en la coronación de la presa y disfrutamos de la belleza de este entorno y de una sensación de tranquilidad y armonía especiales. Al contemplar la obra de la presa, cualquier persona rápidamente se percata de su singularidad y belleza. Esta instalación forma parte del patrimonio Industrial de Andalucía y también del patrimonio natural. Fue diseñada por Casto Fernández-Shaw Iturralde, que integró el edificio de la central en la propia presa, dando una solución compleja al mínimo espacio disponible en el lugar de construcción.
El diseño muestra una figura curvilínea con un perfil suave a modo de resbaladero siguiendo el curso del río, resultando una construcción excepcional de colaboración entre ingeniería y arquitectura. A diferencia de la mayoría de las presas, no dispone de compuertas de aliviadero, sino que a la obra de la presa se suma, en su margen derecha, un labio vertedero que deriva el agua rebosante por un canal excavado en la propia montaña. Esta agua se dirige hacia la ladera de la montaña en la margen derecha, cayendo por la misma según su propia naturaleza. En épocas de vertido, la imagen del conjunto es impactante, con el agua cayendo por la montaña justo delante del pie de presa.
Después de contemplar la obra, aún nos queda un último camino hasta la central. Se trata de un camino a pie que lleva hasta la base de la presa y que salva un desnivel de 70 m aproximadamente. Una muestra más de la actividad diaria de esta central, que solo los que viven su día a día saben de las dificultades y esfuerzo que supone vivirla y disfrutarla.
Una vez dentro de la central mantenemos la sensación de su diferencia al resto de centrales. Formada por un entramado de salas y 6 niveles, el día a día en esta central se hace complejo por esta orografía. Muchos de los días son largos, pero en el atardecer se pueden disfrutar de momentos de enorme belleza de la naturaleza, y contemplar algunos de los animales más especiales de la zona, como cabras montesas, incluso atravesando el propio muro de la presa de estribo a estribo. Cuesta imaginarlo hasta que las ves cruzar sin caerse por una pared casi vertical. Incluso, en algunas ocasiones, las encontramos en la misma puerta de la central. O podemos llegar a descubrir al lince ibérico en las inmediaciones de la presa y en el camino de vuelta.
Al finalizar la jornada, siempre regresamos tras un intenso día trabajado. En el día a día, se hace a veces complicado disfrutar de toda esta belleza que nos rodea. Es el tiempo quien nos hace poner en valor el esfuerzo de los que trabajamos en esta central y, sin duda, sus complejidades la hacen muy especial para todos los que la vivimos. Por eso, mantenemos esa ilusión que nos lleva a cuidarla como se viene haciendo desde su inicio, mirando con gran motivación la transición energética que vivimos y con la seguridad de que suponemos un pilar estratégico de futuro para la generación eléctrica y el medio ambiente.
Luciano García Sánchez
Responsable de la Agrupación de centrales hidroeléctrica Córdoba-Linares de Endesa