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¿Sabes qué son las microalgas? Quizá no hayas escuchado hablar nunca de ellas, pero están por todas partes. De hecho, es probable que ahora mismo estés rodeado por ellas y no lo hayas notado. Según su propia definición, son organismos unicelulares eucariota fotosintéticas, pero su característica más interesante es que son productoras primarias de la cadena trófica. Es decir, son primeras productoras de materia orgánica.
Las microalgas se encuentran principalmente en el agua, desde los grandes océanos hasta los pequeños ríos, pero también en todo tipo de suelos. Podemos encontrarlos a lo largo y ancho del planeta gracias a su fácil adaptabilidad.
Este hecho, ligado a la inmensa cantidad de beneficios que aportan, hacen de las microalgas uno de los mejores microorganismos para la creación tanto de productos de consumo humano como de otros relacionados con servicios energéticos como nuevas fuentes de generación.
Entre sus múltiples cualidades destaca principalmente su capacidad para reducir las emisiones de CO2. Es durante su crecimiento cuando las microalgas producen ese efecto por biomitigación biológica y esta es una de las principales razones por las que su interés sigue aumentando.
Usos de las microalgas: de la cosmética al biodiésel
Existen muchas especies diferentes de microalgas. Sin embargo, de las más de 30.000 conocidas, solo 10 se explotan de manera comercial. Pese al bajo porcentaje, además de ayudar en la lucha contra la contaminación absorbiendo CO2, las microalgas cuentan con muchos otros usos: fertilizantes naturales, bioestimulantes para invernaderos, pigmentos para marcadores tumorales, generadores de omega 3 y proteína vegetal, creación de productos alimenticios para consumo humano, cosmética y hasta biocombustible.
Este último es, de hecho, una de las mayores apuestas de este microorganismo. Con la búsqueda de nuevas fuentes alternativas de energía, el biodiesel (junto a otros tipos de biocombustibles) destaca como una de las principales razones por las que apostar por las microalgas.
La tecnología para generar biodiésel a través de microalgas no es fácil de aplicar y, aunque se habían estado haciendo progresos en este sentido, hasta el momento no se había logrado producir a escala industrial.
Ya desde finales del siglo pasado, diferentes compañías han apostado por el cultivo de microalgas. Vistos sus múltiples beneficios, puede parecer sencillo adivinar por qué podría triunfar este producto y, sin embargo, nunca ha logrado abrirse paso en el mercado por los obstáculos que genera su tratamiento.
En Endesa contamos desde hace unos años con el proyecto Algae For Healthy World, una planta experimental de microalgas en la central térmica de Carboneras. Además, hemos anunciado la construcción de una planta industrial que servirá para el cultivo y la comercialización de este producto a gran escala. Este nuevo centro ayudará además en la captura de C02 generado por la central.
La cepa más habitual en esta zona es la Spirulina, que junto a las Nannochloropsis Gaditana y Pyrocistis, es considerada un superalimento por sus características proteicas y sus pigmentos antioxidantes. De hecho, la spirulina tiene en su composición nutricional un porcentaje de proteínas del 62%.
Las microalgas crecen en agua dulce y salada, cuentan con una productividad muy elevada y son capaces de reducir grandes cantidades de dióxido de carbono. La evolución del cultivo y la comercialización de estos microorganismos son noticias muy positivas que auguran un progresivo aumento de su protagonismo como fuente alternativa de energía.