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El apagón del 28 de abril fue una alerta sobre la vulnerabilidad del sistema eléctrico español. Extraer las lecciones adecuadas es clave para corregir las debilidades que se han manifestado y hacerlo aún más robusto y fiable.
El apagón del pasado 28 de abril fue una alerta seria sobre la fragilidad del sistema eléctrico español en un contexto de transformación acelerada hacia un modelo más sostenible y renovable. Es necesario aprender de lo ocurrido para reforzar el sistema y hacerlo aún más robusto y fiable.
En los últimos cinco años, el sistema eléctrico español ha experimentado una transformación profunda y positiva, que lo ha convertido en referencia europea en la transición energética. Algunos hitos lo demuestran:
Este avance no es menor: España ha demostrado que la transición energética es posible, eficaz y beneficiosa. Las energías renovables son hoy la base para la reindustrialización del país, aportando energía autóctona, limpia y competitiva.
Sin embargo, este éxito trae consigo desafíos estructurales que no pueden ignorarse.
La alta penetración renovable, lejos de ser un problema, es una oportunidad. Pero exige adaptar la arquitectura técnica del sistema para garantizar la seguridad y la estabilidad. Entre los principales retos destacan:
Estamos pasando de un modelo basado en grandes centrales a otro con generación distribuida. Esto requiere una planificación más flexible y una red capaz de gestionar nuevas dinámicas territoriales. En este escenario, son clave las centrales gestionables, incluidas las nucleares.
En los últimos años, la demanda eléctrica ha caído en torno a 8 TWh, mientras que la generación ha aumentado en 14 TWh. Este desequilibrio se ha compensado con bombeo y exportaciones, pero ya se observan vertidos de energía renovable, una señal de que la red no está absorbiendo todo el potencial disponible.
El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) prevé triplicar la inversión en redes para 2030, pero solo se ha ejecutado un tercio de lo previsto. Sin baterías, interconexiones y sistemas de control de tensión , no será posible garantizar la seguridad del suministro.
Los mapas de capacidad publicados por las distribuidoras muestran una red saturada. En 2024, más de la mitad de los 67 GW solicitados fueron rechazados por falta de capacidad. Solo las peticiones industriales no atendidas representan 60.000 millones de euros en inversión empresarial perdida.
La tasa de retribución actual (5,58%) no incentiva la inversión necesaria. El sector propone 7,5%, alineado con Europa (7,3%-8,5%). Sin un marco regulatorio atractivo, corremos el riesgo de paralizar inversiones vitales para el desarrollo económico y energético.
Las redes eléctricas son la columna vertebral del sistema. Sin redes robustas, modernas y bien dimensionadas:
Además, hay que desmontar un mito: invertir en redes no encarece la factura del consumidor, sino todo lo contrario. Una red eficiente reduce costes operativos y evita sobrecostes derivados de ineficiencias.
Para reforzar el sistema eléctrico, es necesario desplegar tecnologías de respaldo: baterías, reactancias, sistemas síncronos y generación firme (como la nuclear).
El apagón del 28 de abril puede afectar a la imagen de fiabilidad del sistema eléctrico español en el exterior. España compite por atraer industria y talento, y la seguridad del suministro es un factor clave para la inversión. Si no actuamos, perderemos oportunidades estratégicas en sectores como el hidrógeno verde, la electromovilidad o la digitalización.
Para incrementar la inversión en redes es necesario agilizar la regulación: permitir inversiones anticipatorias y acelerar permisos. También es clave actualizar la tasa de retribución: una cifra del 7,5% estaría alineada con el entorno europeo y global. En EE.UU., el retorno puede llegar al 8%.
Todos los países de nuestro entorno están invirtiendo de forma decidida en redes, con marcos incentivadores. Si España no actúa, limitará su desarrollo económico y perderá su ventaja competitiva. Tenemos sol, viento y precios competitivos, pero necesitamos una red que esté a la altura.
El apagón del 28 de abril fue una advertencia: la transición energética es irreversible, pero no puede hacerse sin una arquitectura técnica sólida que respalde la seguridad del sistema.
El éxito de las renovables no debe verse empañado por la falta de inversión en redes. España tiene la oportunidad de liderar la transición energética en Europa, pero para ello debe garantizar un suministro seguro, estable y fiable.