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¿Está la red eléctrica preparada ante los eventos meteorológicos extremos?
Los fenómenos meteorológicos extremos son cada vez más frecuentes y la red eléctrica está expuesta a todos ellos. Analizamos el impacto de estos eventos sobre los sistemas eléctricos, cómo se previenen y cómo se afrontan sus consecuencias.
¿Por qué los eventos meteorológicos son cada vez más frecuentes?
Eventos meteorológicos como nevadas, tormentas, inundaciones, tornados o incendios, antes esporádicos y excepcionales, están volviéndose cada vez más frecuentes, intensos e impredecibles en todo el mundo.
En España, los ciclones tropicales, olas de calor, tormentas o borrascas están cada vez más presentes. Recientemente, hemos vivido las consecuencias del paso de la borrasca Bernard en Andalucía, de las borrascas Juliette y Betty en las Islas Baleares o de la histórica ola de calor en Canarias.
Los sistemas insulares son los más sometidos a las variables extremas, pero también en la Península son habituales las inundaciones y las heladas. Los meteorólogos coinciden en que cada vez habrá más tormentas tropicales, ya que “los vientos aprenden el camino". Es decir, ya no se trata de eventos puntuales y aislados, sino que una vez que han sucedido, es más probable que se vuelvan recurrentes.
La causa: el cambio climático
El calentamiento global provocado por los gases de efecto invernadero es la causa de que estos fenómenos meteorológicos extremos se presenten de forma reiterada, tal como indica el informe elaborado por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC).
Ante esta realidad, crece la preocupación, sobre todo en Europa y Estados Unidos, por el impacto que estos eventos pueden tener sobre la infraestructura eléctrica y por cómo pueden afectar a la seguridad energética y a la continuidad y calidad del suministro.
El informe The Coming Storm – Building electricity resilience to extreme weather realizado por Eurelectric con la colaboración técnica de EPRI (Electric Power Research Institute), muestra que, en los últimos 30 años, el número de desastres naturales y los llamados "eventos meteorológicos extremos" en Europa ha aumentado significativamente.
Este incremento hace necesario invertir en una red eléctrica resiliente. Monitor Deloitte en su estudio “Connecting the Dots” de 2021, estima que las inversiones en Europa por concepto de Resiliencia pueden estar cercanas a los 33 Bn de euros. Para poner en contexto la cifra, es importante conocer que en el periodo 1980-2019 Europa ha enfrentado pérdidas de hasta 15 Bn de euros por país.
El Electric Power Research Institute (EPRI) ha realizado una serie de análisis para entender cómo afrontar de forma eficiente y focalizada la resiliencia de la red. Recientemente ha declarado: “Dado que una mayor parte de la economía energética depende del sector eléctrico, será necesario aumentar la fiabilidad y la resiliencia del suministro de electricidad para satisfacer las expectativas de la sociedad”.
Cómo afectan los fenómenos meteorológicos extremos a la red eléctrica
La red eléctrica se diseña y construye de acuerdo con normas técnicas que parten de análisis históricos de las condiciones ambientales. Entre otros parámetros, se tiene en cuenta la temperatura media histórica, las precipitaciones medias y las velocidades de los vientos. Igualmente, y como variable muy relevante, “se mapea”, el nivel de descargas eléctricas por tormentas.
Los eventos meteorológicos extremos cada vez más frecuentes impactan sobre la red. Los vientos fuertes que acompañan las borrascas pueden derribar apoyos y tendidos eléctricos o provocar la caída de árboles y ramas sobre los cables, lo que puede provocar interrupciones en el suministro eléctrico. También pueden afectar al funcionamiento de la red las temperaturas extremas, el calor intenso y las heladas.
Por lo anterior, y con el fin de hacer frente a los efectos del cambio climático, además de avanzar en la descarbonización y la electrificación, es necesario adaptar los sistemas eléctricos para que sean capaces de resistir situaciones meteorológicas extremas, de la mano de las autoridades regulatorias y autoridades en general. La resiliencia de la red permitirá afrontar los eventos meteorológicos extremos reduciendo el impacto en el suministro eléctrico.
La respuesta de la red ante un evento meteorológico extremo
Desde el punto de vista operativo, ante la evidencia de un evento meteorológico extremo la preparación y actuación se divide en cinco grandes fases: Prevención, proyección y alistamiento; Aislamiento y reposición eléctrica automática de tramos de red; reparaciones críticas en terreno; reparaciones definitivas y dispersas; y finalmente cierre y evaluación del evento.
La prevención sobre los activos de la red o elementos que la circundan son esenciales. La poda técnica del arbolado, por ejemplo, se efectúa periódicamente con el fin de evitar la caída de ramas sobre las líneas o los mismos arboles al evitar los llamados “efectos vela” que producen las copas muy tupidas.
Esta poda se realiza de forma adaptada a cada especie y sus características y resulta beneficiosa no solo para el mantenimiento de la red eléctrica, sino también para la salud del propio árbol.
La monitorización y utilización de modelos predictivos de potenciales eventos meteorológicos son esenciales para asegurar un adecuado alistamiento y coordinación con las autoridades y otras entidades críticas. Para ello se incorporan herramientas complementarias junto a la utilización de los modelos de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), que cada vez más son más precisos.
Una vez se ha producido en evento meteorológico extremo, los centros de control inician inmediatamente evaluaciones que se realizan en pocos minutos o segundos. Los equipos eléctricos automatizados y ubicados en los tramos de red actúan de forma autónoma, semi autónoma o comandados por los expertos en turno, en función del estado de disponibilidad de los tramos de red y de los parámetros eléctricos previamente establecidos.
Es asombroso observar cómo actúan estos equipos en cadena, en poquísimo tiempo, soportando relevantes cargas eléctricas. El objetivo principal de esta fase es energizar el mayor número de clientes posible en el menor tiempo posible (minutos), a través de rutas eléctricas alternas. También se aíslan eléctricamente los tramos afectados o caídos, con el fin de evitar riesgos.
Posteriormente, se priorizan los trabajos en campo, que se realizan en función de criterios anticipadamente preestablecidos (instalaciones esenciales), de las indicaciones de las autoridades y de la coordinación con otras entidades claves.
En esta fase se instalan grupos electrógenos en los lugares donde se prevé una mayor duración de las reparaciones, por la magnitud de los daños.
Objetivo: mejorar la resiliencia de la red eléctrica
Para potenciar la resiliencia de la red eléctrica, desde nuestra filial e-distribución estamos invirtiendo para reforzar la red, a través de la creación de más caminos e interconexiones alternas. También se está incluyendo más telecontrol en la operación de la red de transporte y distribución.
Además apostamos por la investigación a través de proyectos de innovación como Resisto, la iniciativa pionera en Europa que está probando en el Parque Nacional y Natural de Doñana la resistencia de la red eléctrica ante los fenómenos meteorológicos.
El objetivo es reducir la afectación a la red eléctrica de fenómenos meteorológicos, como el viento y el agua a través de la inteligencia artificial y el despliegue de sensorización, cámaras térmicas de vigilancia, estaciones meteorológicas, sensores antiincendios y una flota de drones autónomos.
Toda esta tecnología nos permitirá adaptar la red eléctrica a las diferentes situaciones climáticas y fenómenos atmosféricos para hacerla mucho más resistente y asegurar así la calidad del servicio.