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‘Energía asequible y no contaminante‘. Ese es el nombre del Objetivo de Desarrollo Sostenible número 7 de la ONU para 2030, que busca expandir y mejorar la infraestructura energética para lograr el acceso universal a una energía limpia y eficiente.
Uno de los principales motivos por los que las Naciones Unidas incluyeron este objetivo en su lista fue el hecho de que, en la actualidad, un 13% de la población mundial vive en zonas aisladas sin red eléctrica. Aproximadamente mil millones de personas.
En el proceso de descarbonización en el que estamos inmersos, esta cifra se une además a los esfuerzos de la sociedad por adaptarse a una cultura más sostenible, que cuente con las energías renovables y la eficiencia energética como caballos de batalla principales frente al cambio climático.
El acceso a la energía en Europa y América
Tanto Europa como América del norte cuentan con un 100% de acceso a la energía para todos sus habitantes, según los datos oficiales de la ONU, y disfrutan de soluciones innovadoras eficaces para aquellas zonas rurales aisladas en las que la red eléctrica no cuenta con la configuración habitual de los entornos urbanos.
Los proyectos de abastecimiento de energía en espacios aislados están plenamente relacionados con la generación distribuida: un modelo en el que la generación deja de centralizarse para incorporar otras fuentes individuales que se instalan cerca del área de consumo y que tienden a ser renovables.
En muchos casos, estas iniciativas parten de una red de menor calidad que mejorar a través de formaciones de eficiencia energética y la implantación de placas solares en los domicilios o aerogeneradores por parte de ayuntamientos y pequeñas empresas.
América Central y América del Sur cuentan con un porcentaje de población con acceso a la energía que varía en función del país y que va desde el 44% de Haití al 100% de Brasil, Argentina, Chile o Colombia. La evolución de estos países va de la mano de la media global, que aumentó del 78% del año 2000 al 87% de 2016, pero aún queda mucho trabajo pendiente.
Soluciones para el acceso a la energía en Ásia y África
Sitio Dalid es un pequeño pueblo de Filipinas con 15 viviendas que vio por primera vez el acceso a la red eléctrica en junio del pasado 2018. Los vecinos de la localidad llevaban años de emigración a las ciudades cercanas que sí disponían de luz.
La organización Centro para las energías renovables y la sostenibilidad tecnológica (CREST), decidió facilitar el acceso a la energía en esta población siguiendo con su objetivo de asistir al Gobierno y a las organizaciones que trabajan con energías renovables. Pero el fin de esta organización va mucho más allá de Sitio Dalid. En palabras del director de la organización, Riedo Panaligan, «si queremos el mismo acceso a la energía para todos, estas localidades también tienen que recibir los mismos servicios».
A excepción de Papúa Nueva Guinea (54%) y Corea del Norte (44%), todas los países asiáticos tienen entre un 70 y un 100% de población con acceso energético. Un caso diferente es el de África, con un escaso número de países que consiguen superar la barrera del 50% de habitantes con acceso a la energía.
Asociaciones como RES4MED&Africa hacen frente a este reto de carácter mundial que, además, cuenta con unas previsiones negativas según las cuales aumentará el número de habitantes sin acceso a la energía en esta región debido a la dinámica demográfica tradicional.
Son muchos los obstáculos a superar en el continente africano para resolver esta problemática. Desde el modelo de distribución y su conexión centralizada o no, hasta la determinación de la fuente de energía, que deberá ser respetuosa con el medioambiente.
Francesco Starace, Consejero Delegado y Director General de Enel, comentaba en la séptima conferencia anual de RES4MED&Africa celebrada en el Auditorium Enel que «en los países con poco acceso a la electricidad, la energía es muy cara y muy dependiente de las fuentes fósiles. Por lo tanto, el punto central es cambiar la manera de producir energía».
El Objetivo de Desarrollo Sostenible 7 de las Naciones Unidas requiere una energía limpia y accesible para el año 2030. Todas nuestras acciones han de sumar para lograr ese objetivo y lograr una energía asequible, no contaminante y de acceso universal.