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Vivimos una era en la que el desarrollo tecnológico avanza a gran velocidad, y no siempre la sociedad está preparada para asimilar este ritmo. Por ello, organizaciones dedicadas a la investigación han comenzado a interesarse por la opinión social para conocer la percepción que tienen hacia algunas de sus líneas de estudio.
Este es el caso de la compañía aérea Airbus, la cual recientemente ha realizado un estudio para conocer la opinión del público sobre la movilidad aérea en las ciudades inteligentes. Los resultados son bastante favorables ya que el 44% respalda la idea con firmeza y el 41% cree que estos aviones no supondrán ningún peligro en nuestros cielos.
Las conclusiones extraídas de esta encuesta son importantes, puesto que suponen un apoyo a la industria aeronáutica y su inversión en I+D para las plataformas eléctricas de despegue y aterrizaje vertical (eVTOL), en las cuales están trabajando compañías como Boing, Airbus, Bell, Honeywel y Rolls-Royce Aeronautics entre otras.
Y es que la movilidad aérea urbana está cada vez más cerca de convertirse en una realidad debido al problema de sobrepoblación, movilidad y contaminación que existe en las grandes ciudades. Se estima que en 10 años el 60% de la población mundial viva en megaciudades donde los traslados urbanos serán masivos.
Sobre el cielo de ciudades como Sao Paulo, Los Ángeles, México y Dubai ya pueden verse vehículos diseñados como un híbrido entre automóvil y helicóptero desarrollados por la empresa danesa PAL-V.
No es de extrañar que desde hace algunos años se hayan creado divisiones destinadas a inventar soluciones digitales para la gestión del tráfico aéreo, como es el caso de Airbus Urban Air Mobility. La movilidad aérea urbana supone un sistema innovador que complementa a los ya existentes. El objetivo es que combine tecnologías punteras como son la conducción autónoma, el internet de las cosas y la inteligencia artificial.
El director de Airbus Urban Air Mobility para América Latina, Darcy Olmos, declaró en el Encuentro de Movilidad Sostenible de Medellín que «La gente pasa mucho tiempo en el tráfico y pensamos que, como decía Einstein, más de lo mismo no va a resolver un problema que necesita una solución radical».
Los expertos ya hablan de «la tercera dimensión de la movilidad aérea», la cual no será viable si no se fomenta el desarrollo de ecosistemas urbanos aptos para habilitar rutas aéreas dentro de las ciudades inteligentes. Pero no solo será necesario innovar en los aspectos tecnológicos y de infraestructuras, este nuevo sistema de movilidad requerirá implementar nuevas políticas urbanísticas, códigos y reglamentos, normativas, etc.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas exigen a todos los países que tomen las medidas necesarias para mejorar la vida de todos y construir un mundo más justo. Por tanto, la construcción y desarrollo de las ciudades inteligentes tiene tres grandes y principales desafíos: luchar contra el calentamiento global, erradicar la desigualdad social y fomentar la competitividad económica.
Dos claros ejemplos de ciudades que evolucionan en esta dirección son Málaga y Sevilla:
Smart City Málaga, un modelo de gestión energética sostenible para las ciudades el futuro, es un proyecto centrado en el desarrollo de medidas de eficiencia, ahorro energético y gestión activa de la demanda de particulares, edificios y grandes clientes. Además impulsa la integración de la generación de energía renovable en la red, el almacenamiento, la movilidad eléctrica (puntos de carga para vehículos eléctricos, autobuses eléctricos e infraestructuras V2G), los servicios de telegestión y la seguridad de la información.
#eCitySevilla tiene como objetivo convertir la Isla de la Cartuja en un modelo de transición energética apoyado por distintas áreas de innovación como son la movilidad eléctrica, la arquitectura sostenible, la digitalización y las energías renovables. Todas ellas con objetivos particulares pero un factor común; la sostenibilidad.
Hoy parece ciencia ficción, pero casi podemos afirmar que en las ciudades del futuro (no muy lejano) la expresión «voy volando» cobra más sentido que nunca.