
Verlo siempre en Español
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Es patente que la energía se ha convertido en una necesidad imprescindible para el bienestar y el desarrollo del ser humano y su entorno, y que la demanda de la misma es cada vez mayor. Sin embargo, tampoco se puede rebatir el hecho de que la producción, el transporte y el consumo de energía suponen un impacto medioambiental considerable: agotamiento de recursos naturales no renovables, generación de residuos, contaminación del agua, emisiones a la atmósfera… Es entre estas dos fuerzas enfrentadas donde irrumpe con brío el concepto de eficiencia energética, herramienta esencial para la labor social del Smart Citizen, en pro de un mundo más sostenible.
El objetivo principal de la eficiencia energética es reducir el gasto de energía, pero de manera inteligente. Es decir, aumentar y optimizar la producción energética, pero con un consumo menor, con el firme propósito de mantener los servicios energéticos y el nivel de calidad de vida, promover la sostenibilidad y cuidar el medio ambiente. La innovación tecnológica y el uso de energías renovables son puntos claves para ejecutar un -más que necesario- cambio de modelo energético, pero acompañados de una eficaz gestión de los recursos disponibles.
De acuerdo a los datos manejados por la Agencia Internacional de la Energía (IEA), en 2035 el 30% del consumo energético estará derivado de energías renovables, lo que supone un aún elevado porcentaje proveniente de energías convencionales. De ahí la importancia de incidir en la práctica de la eficiencia energética.
Un uso correcto de los recursos energéticos conllevaría muchas ventajas para las sociedades desarrolladas, donde el consumo de energía es muy alto. Una producción energética óptima no solo supondría una estimable reducción del daño medioambiental, sino también un importante ahorro económico, el aumento de la seguridad del abastecimiento de energía y la disminución de la dependencia energética externa (en España importamos más del 70% de la energía consumida; la media comunitaria no llega al 55%).
Sin embargo, a pesar de todos estos factores positivos, la eficiencia energética no está tan presente como debería en la sociedad. Es cierto que en el tratado 20-20-20 es uno de los objetivos claves para establecer un nuevo modelo energético en Europa, pero aún hay mucho trabajo pendiente en lo que a concienciación social sobre la eficiencia energética se refiere.
Los ciudadanos y las empresas, consumidores directos de energía, tenemos a nuestro alcance el poder de optimizar la que consumimos. Bastaría con analizar en cada momento si la cantidad de energía que estamos gastando es excesiva o si se ajusta realmente a nuestras necesidades, y si la manera en la que lo estamos haciendo es la óptima, y, en caso negativo, tomar las medidas oportunas.
En definitiva, el avance de la eficiencia energética será demasiado lento si la innovación y el desarrollo tecnológicos -en el ámbito de la energía- no se ven reforzados por una activa concienciación social.
Es evidente que necesitamos gestionar con efectividad el uso de la energía a nivel mundial, pero también debemos comenzar a practicar la eficacia energética localmente, impulsando, por ejemplo, el ahorro de energía en los hogares y en los lugares de trabajo. Acciones tan sencillas como utilizar la olla a presión para cocinar, no abusar de la lejía o evitar abrir el horno cuando esté en funcionamiento son soluciones caseras de probada eficiencia energética. En definitiva, de lo que se trata es de acabar con los malos hábitos en el uso de la energía y de adaptar costumbres de consumo responsable, que redundarán en un menor gasto energético.
Para tal fin existen iniciativas como la comunidad Twenergy, que cuenta ya con más de 45.000 usuarios, y donde sus miembros pueden participar y compartir opiniones sobre eficiencia energética. La web ofrece consejos al ciudadano para promover el ahorro energético, y productos interesantes que permiten reducir el consumo de energía. También cuenta con un foro, herramientas de utilidad (para calcular, por ejemplo, la huella de carbono), una propuesta semanal de retos para los usuarios –con ranking de puntuación- y noticias de actualidad sobre eficiencia energética y sostenibilidad, entre otras cosas.
En definitiva, la comunidad Twenergy, con millones de visitas anuales, se ha convertido en un punto de encuentro para Smart Citizens, un perfil de ciudadano que, como ya comentamos anteriormente en el blog, “lleva a cabo acciones para gestionar su propio entorno, en relación al ahorro de energía, el reciclaje, el uso de nuevas tecnologías, la movilidad eléctrica, etc.”.
Obviamente a nadie le gusta pasar frío en invierno ni calor en verano en su hogar: unas buenas condiciones de temperatura, limpieza del aire y humedad contribuyen a nuestro confort y bienestar, ¿pero somos realmente conscientes del gasto de energía derivado de la climatización? Según datos del IDAE, el uso de la calefacción representa un 41% del total de consumo energético de los hogares españoles. Si además no estamos optimizando su empleo, el impacto energético estará siendo mucho mayor.
Por eso cada vez es más necesario contar con aparatos de climatización eficientes (podemos comprobar si los nuestros lo son gracias a la etiqueta energética, como calderas de condensación, que gracias a su gestión del calor evaporado producen un consumo menor de gas, o bombas de calor -para calentar la casa-, que funcionan transportando la energía calórica en lugar de generándola, o mejorar los que ya tenemos para aumentar su eficiencia, instalando, por ejemplo, un termostato en la caldera o un grifo termostático en la ducha.
Si además de cuidar la calidad de nuestros sistemas de climatización, integramos en nuestro día a día hábitos tan sencillos como evitar abrir puertas y ventanas mientras tengamos encendido el aire acondicionado o desconectar la calefacción durante la noche, conseguiremos disminuir el gasto de energía y aumentar el ahorro económico. Y sin perder ni un ápice de comodidad. Estas y otras muchas soluciones nos permitirán ser más eficientes, energéticamente hablando, en casa.
Si la práctica de la eficiencia energética es sumamente importante en los hogares, también lo es dentro de las empresas, especialmente en las pequeñas y medianas, cuyo peso en la sociedad es más que notable (a principios de 2014, según los datos del DIRCE – el Directorio Central de Empresas-, el 99,88% de las empresas españolas eran pymes). Un buen uso de la energía puede influir muy positivamente en el crecimiento y el desarrollo de una compañía, gracias a ventajas como el ahorro económico o el aumento de la productividad, y realizar importantes aportaciones al cuidado y conservación del medio ambiente. Imaginemos entonces, por un momento, lo que conllevaría, a muchos niveles, una práctica constante de eficiencia energética, extendida por todas las pymes del territorio nacional.
Es por esa razón que son tan importantes proyectos como Impulsando Pymes, una iniciativa que pretende potenciar el crecimiento de las pymes españolas. A lo largo de once meses, y repartidos en doce encuentros –cada uno en una ciudad diferente; la asistencia es gratuita-, las pymes participantes pueden recibir asesoramiento y compartir sinergias, conocimientos, experiencias y estrategias.
Dentro de este marco, Endesa ha creado el “Premio Sostenibilidad y Eficiencia Energética”, que se concede a empresas que han apostado por aplicar la eficiencia energética en sus instalaciones. Tras realizar un exhaustivo estudio energético, Endesa ofrece a la pyme en cuestión un diagnóstico que le permita establecer un plan de optimización de los recursos energéticos.
Siguiendo en esta línea, Endesa ha instituido también el “Premio Endesa Salto Energético”, un galardón que se otorga a hoteles que hayan llevado a cabo –o tengan la intención- reformas energéticas demostrables.
El premio será entregado en FITUR 2016, durante la segunda edición de Re Think Hotel, prestigioso concurso que busca el reconocimiento y promoción de los diez mejores proyectos nacionales de sostenibilidad y rehabilitación hotelera.