
Verlo siempre en Español
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En Cinema Paradiso, un joven Salvatore Di Vita viajaba por todo el mundo sin salir de su Sicilia natal a través del cine. Sin pretenderlo, Giuseppe Tornatore se adelantó al futuro, ya que este concepto también es una realidad en la actualidad fuera de la gran pantalla. La innovación tecnológica en el turismo nos permite redefinir el concepto de viajar sin salir de casa, pero también completar una experiencia transformadora al bajarnos del avión.
Geolocalización a través de beacons, realidad aumentada, drones, inteligencia artificial y buses turísticos autónomos, entre otras disrupciones, ponen el foco en potenciar la experiencia del viajante, que ve reforzado su deseo de descubrir el mundo, saltando de su burbuja y ampliando sus horizontes.
Tanto corporaciones privadas como administraciones públicas de las mayores potencias económicas mundiales están utilizando la innovación tecnológica en el turismo como factor diferencial en una sociedad ultra competitiva. De esta competencia se explica, en buena parte, el progreso tecnológico del que nos vemos beneficiados los que hacemos habitualmente la mochila.
Así pues, estas son algunas de las innovaciones tecnológicas que son tendencia actualmente en el sector turístico:
El bluetooth es uno de esos grandes e infravalorados adelantos que hemos disfrutado en los últimos lustros. En esta tecnología se basan los poderosos beacons, unos pequeños dispositivos que emiten una señal que identifica de forma única a cada dispositivo que entra en su radio de acción. Potencian así el denominado marketing de proximidad, que tantas alegrías está dando al sector turístico en los últimos tiempos.
Compañías como Apple con iBeacon o Google con Eddystone están apostando muy decididamente por estas balizas de onda corta.
La relación entre una tecnología como la realidad aumentada y su potencial en el turismo parece obvia, pero no es por ello menos relevante. Compañías como Layar están en la pole en este área, ofreciendo al viajante una cantidad insospechada de posibilidades para interactuar con su alrededor a través de su dispositivo móvil.
Decir que el agua es un bien escaso y fundamental puede sonar a aquello de “internet es el futuro”, pero no debemos -ni podemos- olvidarnos de ello. Multitud de compañías están lanzando al mercado, a precios cada vez más asequibles, sus propios modelos de smart shower. El sector hotelero ha decidido no quedarse rezagado y algunos de los establecimientos más innovadores del mundo están incorporando en sus habitaciones estos sistemas que permiten reducir el impacto ambiental y mejoran la experiencia de los huéspedes.
A su vez, compañías como Moen han anunciado este mismo año que están implementado Alexa y HomeKit en sus duchas inteligentes, lo que indica que esta disrupción está para quedarse. El propio Tim Cook invirtió hace 3 años en Nebia, una smart shower que reduce en un 70% el consumo de agua.
Con especial relevancia en la promoción turística, estas maravillas no tripuladas cada vez ganan más terreno en el turismo interactivo o en acciones relacionadas con responsabilidad social corporativa. Tienen una curiosa aplicación también en la protección de ecosistemas y en la seguridad del viajante, permitiéndole visionar lugares a los que, o bien no puede, o bien no debe acceder.
No sabemos si, como afirma Andrew Ng, cofundador de Baidu, la inteligencia artificial es “la nueva electricidad”. Mientras lo descubrimos, podemos imitar al perro de Pavlov acercándonos a Gran Canaria a visitar a Pepper, un robot recepcionista de ascendencia nipona que deleitará a los afortunados huéspedes del Lopesan Baobab Resort.
El turismo autónomo es una realidad. Autobuses no tripulados y no contaminantes en los que el viajante puede descargar contenido a 1GB por segundo y recibir guías turísticas de lo que está observando por la ventanilla ya están en funcionamiento en ciudades piloto de todo el mundo.
Muchos de estos avances están o bien ya en uso y suponiendo un factor diferencial o bien al borde de implementarse en nuestras vidas. El turismo es uno de los grandes actores económicos de nuestro tiempo y compañías y gobiernos lo saben. También los más de 1200 millones de personas que, según la OMT, salen al año a descubrir el mundo.
Ni coches en propiedad, ni casas, ni trajes, ni bodas. Salvatore habría querido una infancia millenial.