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El uso de drones se está extendiendo con tanta rapidez durante estos últimos años, que su presencia en diferentes sectores comienza a ser algo habitual. Diseñados desde su creación para uso militar (se comenzaron a utilizar durante la Segunda Guerra Mundial), el desarrollo de su tecnología los ha hecho más accesibles, hasta tal punto que se han convertido en una tendencia de negocio durante el último lustro. En palabras de Gretchen West, vicepresidenta ejecutiva de la Asociación Internacional de Sistemas de Vehículos No Tripulados (AUVSI):
"La tecnología de los drones ha sido perfeccionada a un punto tal que su uso se puede ampliar al área civil y al mercado privado con muchas aplicaciones."
Estas aeronaves no tripuladas, cuyo nombre significa literalmente “zánganos” (drone en inglés), comenzaron a ser más silenciosas, más pequeñas (actualmente se diseñan ya algunas del tamaño de insectos) y a contar con cámaras potentes de alta definición y un sistema de vuelo más ágil. Expertos de diferentes disciplinas vislumbraron en este tipo de aparatos un filón de oportunidades (cineastas, publicistas, geólogos, topógrafos…) y se multiplicaron los propietarios de drones. Sin embargo, pronto hubo que afrontar una incómoda situación de alegalidad.
¿Cómo y dónde se podían pilotar drones? En muchos países se buscó con presteza una legislación para este tipo de aparatos. Por ejemplo, en España, el 4 de julio de 2014 el Consejo de Ministros tuvo que aprobar una ley para regular su uso, con el fin de que vehículos aéreos no tripulados no pudieran sobrevolar áreas habitadas. Sin embargo, y como afirma Carlos de Haya, uno de los fundadores de Volaverunt Group (prestigiosa escuela para aprender a pilotar drones),
"Aunque la legislación española actual prohíbe manejar los drones sobre población y encima de aglomeraciones de personas (sí se puede en lugares que queden fuera de núcleos urbanos, un aeródromo o en espacios interiores), se espera una norma que permita, con limitaciones, poder volar en núcleos urbanos para usos profesionales."
Los drones en el mundo de la energía y de las Smart Cities
Actualmente el uso de drones es de lo más ecléctico, y su mercado sigue creciendo exponencialmente (solo en España, Fomento registró 1.668 aeronaves por control remoto desde que entró en vigor la normativa de uso). Por ejemplo, la NASA los utiliza para grabar lo que ocurre en el ojo de los huracanes, DARPA ha diseñado uno que ayuda a detectar submarinos, e incluso existe un deporte llamado droneboarding, que consiste en deslizarse por la nieve sobre una tabla de snowboard remolcada por un dron. La energía y el ámbito de las Smart Cities no iban a ser una excepción. Os contamos cuatro de los casos más interesantes relacionados con estos sectores.
Revisión de redes eléctricas
En 2013, comenzamos a usar en Cataluña drones equipados con cámaras de alta resolución. Su finalidad, recoger información visual y revisar el estado de la red eléctrica para evitar averías y garantizar un mejor servicio a los usuarios. Francesc Alemany, responsable del Proyecto Drone de Endesa, nos explica cómo es el tipo de dron que utilizan:
"Es un hexacóptero equipado con una cámara de alta definición que nos permite hacer vídeos y fotografías de las torres sin acercarnos demasiado y al mismo tiempo, tiene equipada una cámara termográfica, que nos permite sacar imágenes de las temperaturas de los cables y nos permite adelantarnos a cualquier avería."
La experiencia fue tan positiva (especialmente en zonas de difícil acceso, como las montañosas), que se extendió el uso de drones por otros lugares de España, como Andalucía, Aragón, Baleares, Canarias y Extremadura. En marzo del año pasado, también comenzaron a usarse estos drones para verificar el ancho de los cortafuegos en bosques por donde pasan las líneas eléctricas.
Análisis y reducción de polución
Una de las características principales de una Smart City debería ser una correcta gestión de la contaminación padecida por sus ciudadanos. En países que albergan algunas de las ciudades más contaminadas del planeta, como China, se han desarrollado proyectos con drones para intentar mitigar los efectos de las ingentes cantidades de sustancias nocivas que se encuentran suspendidas en el aire. Se trata de vehículos que esparcen agentes químicos cuyo fin es congelar esas sustancias.
En España, Marc Viader y Martí Prats, de UD&CL (Urban Design & Computing Lab), han presentado una startup que pretende utilizar drones equipados con sensores que sean capaces de recoger y analizar datos masivos útiles sobre la polución y la relación de esta con las características del diseño urbano.