
El búho real es el ave de presa nocturna de mayor envergadura de Europa y una de las más elegantes, con un tamaño similar al del águila real. De aquí la distinción de su nombre en castellano, búho real. Su nombre científico en cambio, Bubo bubo, deriva de la onomatopeya del sonido con el que llena la noche en la oscuridad. Cervantes, en su célebre libro El Quijote, se refiere a él con lo que considera el “triste canto” del “envidiado búho”. Envidiado por sus característicos ojos de color naranja que le permiten una visión nocturna sin igual. La espectacularidad de su expresión facial y la belleza de su plumaje hacen de esta especie una de las joyas de la corona de la fauna ibérica.
Su población se encuentra ampliamente distribuida por Asia y Europa. A nivel español, los censos existentes calculan una población, mientras que en nuestro país se estima que existen alrededor de 2.500 a 3.000 parejas extendidas a lo largo de todo el territorio, a excepción del litoral cantábrico y las islas. Desafortunadamente, su índice de mortalidad por causas no naturales es muy elevado, hasta el punto de que en España la especie se encuentra catalogada en el régimen de “Listado de Especies Silvestres en Regímenes de Protección Especial”.
Pero, ¿cuáles son las causas de esta elevada mortalidad? ¿Son evitables? Colisiones con infraestructura urbana, depredación por parte de otras especies, envenenamiento, y electrocución, son algunas de las causas que explican estas cifras. Contestar a la segunda pregunta, es decir, identificar qué podemos hacer al respecto, es el origen del proyecto de conservación puesto en marcha por Endesa de la mano de la entidad conservacionista Birding Natura con la colaboración de la Generalitat de Catalunya y el MITECO.
El proyecto se está desarrollando en Cataluña (donde existe una población estimada de entre 550 y 700 parejas), en distintos puntos del territorio de características muy variadas como son el Baix Empordà, la Plana de Lleida, la Catalunya Central y las Terres de l’Ebre. El primer paso es estudiar el comportamiento de la especie con el mayor detalle posible. Para ello se han instalado un total de 12 emisores de radioseguimiento en 12 ejemplares, 6 en especies adultas y 6 en polluelos.
El emisor colocado consiste en un dispositivo de seguimiento remoto que dispone de un módulo GPS y un sistema de alimentación mediante una batería que tiene autonomía por un año. Es como una pequeña mochila, con un peso de 44 gramos que se coloca en la espalda del ejemplar y supone, tan solo, un 3% de su peso corporal. Con una periodicidad diaria, los datos se descargan en un servidor y también quedan almacenados en el mismo dispositivo. La información obtenida, permitirá elaborar informes donde quedará reflejada la actividad diaria, evolución e incidencias a través de gráficas, tablas de datos y mapas, para finalmente extraer las conclusiones oportunas. Así, en el caso de los ejemplares adultos, se pretende poder conocer las áreas territoriales, zonas de descanso, áreas de caza, espacios frecuentados en periodo de cría y fuera de ella. En el caso de los polluelos, el radioseguimiento permite obtener datos sobre sus primeros vuelos una vez dejan el nido, sus movimientos de dispersión y cómo establecen nuevas áreas territoriales.
El criterio a la hora de escoger el ejemplar es variado. En el caso de los ejemplares adultos, se ha colocado emisor en algunos ejemplares detectados, en su mayor parte por agentes rurales o bien técnicos de los distintos parques naturales, y posteriormente han sido capturados y liberados en campo. En otras ocasiones se trata de ejemplares provenientes de centros de recuperación de fauna tales como el Centro de Fauna de Vallcalent o el Centro de Recuperación de Fauna Salvaje de Camadoca. En el caso de los polluelos, se han escogido nidos que por su ubicación eran accesibles, siempre con la colaboración de los técnicos de los Parques Naturales y del Cuerpo de Agentes Rurales. En todos los casos, el procedimiento es máximamente respetuoso con el animal, minimizando las molestias, con una ejecución rápida y ensayada y tapándole los ojos con una capucha para reducir el estrés que pueda ocasionarle.
Más allá del marcaje de adultos y polluelos, y con el fin de poder completar el ciclo vital del búho, el proyecto ha contado con la monitoritzación de un nido, una de las grandes exclusivas de esta iniciativa dado que apenas se conocen experiencias anteriores en esta especie por lo que ha generado un alto interés entre la comunidad científica dedicada al estudio de las aves. En el momento de instalar la cámara, se escogió un nido con cinco huevos de puesta, de los que cuatro habían ya eclosionado. La cámara permitía retransmitir 24h lo que sucedía en el interior del nido, y a través de un enlace público y gratuito, más de 2.000 personas, entre profesionales y aficionados, pudieron seguir, diariamente, el devenir de esta familia que pronto fue de 5 polluelos. Gracias al abundante recurso alimenticio disponible en la zona (básicamente conejos), y en un fenómeno que nadie esperaba, los 5 polluelos salieron adelante regalando, además, a los espectadores, imágenes nunca antes vistas y toda una progresión de su desarrollo. Las conclusiones y observaciones obtenidas a raíz de esta actividad son de alto valor científico al tratarse de una experiencia tan pionera. La buena marcha del nido, hizo, además, que se convirtiera en nido de acogida y se añadió un sexto polluelo al que la familia adoptó, el cual provenía de un nido que había quedado abandonado y que estaba, en ese momento, desnutrido.
Una vez realizados los marcajes y retirada la cámara del nido en cuanto los polluelos lo abandonaron, es momento ahora de observar con detalle las imágenes obtenidas y la información que nos dan, analizar y estudiar los movimientos y costumbres de estos 12 ejemplares, algunos de los cuales, y como era de esperar dentro de la estadística, han debido ser reemplazados por otros. El objetivo es que las conclusiones que se obtengan permitan introducir elementos de mejora que contribuyan a la conservación de la especie en primer lugar, en la misma infraestructura eléctrica, pero también nos den datos que puedan derivar en propuestas de mejoras a aplicar en otros campos. Todo ello con el fin de que “el triste canto” al que Cervantes se refería, no solo no se apague sino que aumente en todos los rincones de nuestro país con la contribución a la conservación del rey de los búhos, del búho real.