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Para empezar, entendamos cuáles son las partes de un cable:
Conductor eléctrico: uno o más hilos de cobre, generalmente. Es la parte del cable que transporta la electricidad.
Aislamiento: protege y aísla el conductor y se encarga de que la corriente no se escape del cable.
Capa de relleno: se encuentra entre el aislamiento y el conductor. Con esta se logra un aspecto circular y homogéneo.
Cubierta: protege al cable de la intemperie y los elementos externos.
También es conveniente conocer los principales tipos de cable:
- Según el número de hilos conductores: unipolares (un solo hilo conductor), multipolares (más de un hilo conductor) o mangueras (dos o tres conductores rodeados de protección).
- Según su estructura: planos, redondos, coaxiales (con un núcleo chapado en cobre), trenzados (formados por pares de alambres entrelazados), etc.
- Según el tipo de conductor: de alambre desnudo, de alambre aislado, conductor de cable flexible o de cordón.
- Según las propiedades del recubrimiento
- Según el tipo de aislamiento: termoplásticos o termoestables.
Teniendo en cuenta lo anterior, te dejamos a continuación una serie de consejos para que tus cables estén como nuevos:
Ojo al enrollarlos
Los cables cuentan con hilos de cobre en su interior. Si los retuerces o los doblas, estos hilos se ven perjudicados, afectando a su funcionamiento. Para colocarlos mientras los usas o para almacenarlos cuando no, manéjalos con suavidad, curvándolos con cuidado para no dañar los hilos de cobre.
Si los enrollas, evitarás que se formen incómodos nudos. Además, los nudos también acaban dañando los hilos de su interior.
Almacena bien tus cables
Cuando no estés usándolos, guárdalos con cuidado. Para mantenerlos enrollados puedes ayudarte de un trozo de velcro, un alambre o una goma elástica.
Protégelos introduciéndolos una bolsa de plástico para protegerlos de la humedad y el polvo.
Márcalos si es necesario, para poder identificarlos rápidamente. Puedes indicar sobre la bolsa o en una etiqueta adhesiva a qué electrodoméstico pertenecer o sus principales características. Si tienes varios, puedes usar una caja de plástico, un baúl, una cajonera… Sitúa los cables que uses con menos frecuencia en el lugar menos accesible, manteniendo los que uses más habitualmente a mano. Lo más importante es que estén bien protegidos y organizados para que puedas disponer de un cable en el momento que lo necesites.
No obstante, te recomendamos que conserves los cables que realmente vayas a necesitar. Puedes vender aquellos cables que ya no vayas a usar para que tengan una segunda vida. Si no quieres venderlos o no están en buen estado, deposítalos en tu Punto Limpio.
Cuidado durante el uso
Otro aspecto que debes vigilar es cómo los utilizas. Lo más común es que los cables empiecen a estropearse en sus extremos, debido a que muchas veces los usamos mientras están tirantes. Por eso se recomienda que siempre tengan algo de holgura.
No pises o presiones un cable, especialmente si lo estás utilizando. Puede provocarle daños que resulten en un accidente.
No des tirones a un cable. Para desconectarlo, ejerce presión en el conector y sostén el cable por el enchufe para tirar de él hacia atrás.
Vigila donde dejas tus cables. Evita espacios húmedos, por el daño que pueden provocarles. Asimismo, no los dejes al alcance de los más pequeños o de mascotas. Las zonas de paso son otro lugar que evitar: hay quienes fijan al rodapiés o a las paredes los cables para evitar tropiezos.
Opta por soluciones que te ayuden a proteger y organizar tus cables mientras los usas. Desde tubos, que conducen los cables de una zona hasta su regleta, hasta bandejas… Existen multitud de gadgets que se adaptarán a su caso y te ayudarán a conseguir tu objetivo.
Límpialos adecuadamente
Por su uso, los cables tienden a mancharse o a amarillear. Para limpiarlos necesitarás una gamuza y algún líquido de limpieza. Hay quienes recurren al alcohol o a una mezcla de bicarbonato, vinagre de limpieza y agua. Cuando el cable no este enchufado, humedece el trapo y pásalo por toda la superficie del cable. Si la suciedad persiste, puedes frotar con un pequeño cepillo. Es posible que necesites dejar actuar la última mezcla que hemos mencionado para que elimine el color amarillento que suelen adquirir con el tiempo los cables blancos.
Nunca sumerjas los cables en agua ni emplees sustancias abrasivas en su limpieza.
¿Qué hago si un cable está dañado?
Si descubres que uno de tus cables está pelado, no lo conectes, podría producirse un cortocircuito. Si dispone de un verificador de voltaje, comprueba que no hay voltaje en el cable: si hay tensión no hay daño en el funcionamiento del cable. Si no hay tensión, el daño ha afectado a su funcionamiento.
En ese caso, puedes aplicar cinta aislante alrededor de la zona estropeada, asegurándote de cerrar bien la zona pelada. Vuelve a conectar el cable y vigila que no se producen chispas o ruidos en la zona.
Cuando se produce un cortocircuito, se puede llegar a dañar el cabe. Temperaturas extremas, humedad, mal mantenimiento, etc. Hay muchos factores que pueden desencadenar uno. Generalmente, suelen saltar chispas o desconectarse esa fase de la instalación. Después de un cortocircuito, corta la tensión en el lugar donde se ha producido, para evitar cualquier peligro. A continuación, es conveniente que vigiles el cableado para detectar si se han producido daños. Si algún cable ha perdido su aislamiento, procede a protegerlo con cinta aislante o a reponerlo cuando no sea posible.
Siempre lo más recomendable es que lleves el aparato a un servicio técnico donde lo inspeccionen y lo reparen en caso de que sea necesario. Si se trata de la instalación de tu vivienda, contacta con un electricista que haga lo propio. Si no estás 100% segundo, confía en los profesionales y no pongas en riesgo tu seguridad.
Con estas recomendaciones seguro que tus cables estarán perfectos y te durará mucho más de los que piensas.
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