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Una oportunidad real
Dicen que casi todo en la vida ocurre por casualidad y así, de esta forma, llegué a la que hoy es mi profesión: ornitólogo. Desde pequeño sentí fascinación por las aves. Las observaba en el campo, con mi abuelo, que era hortelano a las afueras de Úbeda, mi ciudad natal. Y también en la televisión. No en vano soy parte de una generación que empezó a comprender la importancia de la naturaleza gracias al programa de Félix Rodríguez de la Fuente. Cuando pude y reuní las 5.000 pesetas que me costaban, unos 30 euros, compré unos prismáticos y ahí me lancé a buscar pájaros por todos los lados con unos 12 años.
Un día estaba dentro de unas lagunas que, sin saberlo, era una zona protegida. Apareció un guarda forestal y quería multarme. Le insistí en que mi única intención era observar aves y, después de un rato de estar charlando, me preguntó si sería capaz de hacer censos. Le habían encomendado esa misión, pero a él, al contrario que a mí, no le gustaba nada esa tarea. Poco después me llamó su jefe y me ofreció mi primer trabajo con aves. Era 1994.


Desde entonces, me he embarcado en multitud de aventuras por diferentes partes del mundo. Portugal, Marruecos, Sudáfrica, Emiratos Árabes…entre otros, siempre con la misma ilusión y las mismas ganas de aprender. En 2018 me apareció una nueva oportunidad. Invité a un workshop sobre mortalidad de aves a gente del equipo de medio ambiente de Endesa. Estrechamos vínculos y me pidieron que, a través de AMUS, la ONG para la que trabajo, les presentásemos acciones relacionadas con la conservación y recuperación de las aves en las que ellos pudiesen tener encaje. Hoy esta colaboración nos ha llevado a compartir proyectos en Aragón, Andalucía, Baleares, Canarias y Extremadura y a ocuparnos de la protección del milano real, buitre negro, aguilucho cenizo, sisón y corredor sahariano.
El del milano real es, tal vez, el más ambicioso de todos los proyectos en común, porque se trata de una especie particularmente amenazada en la península ibérica. Es un proyecto paneuropeo en el que participan 19 socios de 21 países y nosotros invitamos a Endesa a formar parte de nuestro trabajo, que busca identificar las amenazas de esta especie y el reforzamiento de población en el sudoeste de España.
Además, este proyecto tiene una historia curiosa que nos muestra de forma muy clara los escenarios tan cambiantes que ahora, en pocos años, se plantean a nivel de biodiversidad. Para el refuerzo de población de milano real en el sudoeste de España, liberaremos un centenar de pollos procedentes del Reino Unido a lo largo de 3 años. La razón de que vengan de allí es, en primer lugar, que tienen una población aproximada de 6.000 parejas con lo que es muy poco probable que esta cesión genere ningún impacto negativo en la conservación del milano real en su territorio.


Pero otro motivo para seleccionar esta población de Inglaterra como población donante, es que esos pollos muy probablemente tengan raíces españolas. Hace 30 años en el Reino Unido solo quedaban 20 parejas de milanos reales, ubicadas en Gales. Entonces se puso en marcha un programa de reintroducción de milano real en el que se utilizaron pollos procedentes de España, entre otros países, donde había una población sólida en la pasada década de los 90. En el Reino Unido pasaron en 30 años de 20 parejas a 6.000, y ahora somos nosotros los que necesitamos su ayuda con los descendientes de aquellos benjamines que enviamos desde España a colonizar las tierras británicas.


Otro proyecto realmente interesante que tenemos con Endesa es el del corredor sahariano. Estamos estudiando, en colaboración con el Gobierno de Canarias, la única comunidad de esta especie en suelo europeo, en concreto, en varias islas de este archipiélago. Nuestra tarea consiste en hacer un censo, que cuantifique el número de efectivos y su área de distribución, y, en una siguiente fase, empezaremos a identificar y definir las amenazas para su supervivencia.
En este sentido, la creación de nuevos parques eólicos y plantas fotovoltaicas supone un reto mayúsculo para todos los que nos dedicamos a la conservación de especies en peligro de extinción. Y tampoco nadie discute que el desarrollo de estas fuentes de energía renovables sea indispensable si queremos frenar el brusco cambio climático. Pero ser sostenibles no es solo generar energía verde. Y hay que asegurarse que los proyectos renovables protejan la biodiversidad y creen valor para las personas.
“Ser sostenibles no es solo generar energía verde. Y hay que asegurarse que los proyectos renovables protejan la biodiversidad y creen valor para las personas”.


Endesa, por ejemplo, ahora con nuestra colaboración, ha decidido identificar zonas de interés para las especies amenazadas con objeto de tener en cuenta esta información a la hora de proyectar cualquier nueva infraestructura energética. No solo es responsabilidad social y/o ambiental, sino una cuestión de economía. Esta acción y estudios previos le puede permitir ahorrar esfuerzos, ya que no iniciará la tediosa tramitación administrativa, en la que va a invertir numerosos recursos humanos y materiales, si sabe que puede recibir una respuesta negativa a nivel medioambiental. Por eso, estos estudios tienen como finalidad identificar zonas de interés para la biodiversidad y a la vez intentar proponer medidas para que las plantas renovables se acaben convirtiendo también en un refugio para la biodiversidad y paralelamente en una fuente de incremento de conocimiento sobre nuestro patrimonio natural.
Son pequeños pasos, pero estamos convencidos de que dejarán una huella profunda en el futuro.
Alfonso Godino
Ornitólogo de la asociación AMUS.
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