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Sedéis V: del carbón a la vanguardia de las energías renovables
Soy hijo y nieto de minero. Mi abuelo y mi padre fueron de los miles que llegaron a Andorra en los años 50 buscando un futuro mejor para su familia. Mi abuelo trabajó primero en la construcción de la vía del tren que llevaría el carbón desde las minas de la zona hasta una Central Térmica cercana y después directamente extrayendo el carbón de las entrañas de la tierra. Ellos encontraron aquí lo más importante que puede encontrar alguien cuando decide hacer las maletas y partir hacia otro lugar: prosperidad. Años más tarde, las betas de lignito que arrancaban servirían para alimentar la Central Térmica Teruel que Endesa tenía en la localidad y todo ese imperio que creció alrededor del carbón sirvió para catalizar el desarrollo de la zona.
Nací en 1976, en el hospital de Alcañiz, donde en la época nacían todos los niños de Andorra. Me crié en sus calles jugando al fútbol con los amigos, estudiando en el colegio de Endesa y luego en el Instituto Pablo Serrano. Como el fútbol me enganchó y no se me daba mal, tuve la posibilidad de jugar en la Selección Autonómica y terminar mis estudios de secundaria con mis hermanas en Zaragoza. Allí continué mi formación en la Escuela de Ingeniería Técnica Industrial, ya con la idea de que esa carrera me permitiría algún día trabajar en mi pueblo.
Tal y como tenía planeado, durante mi último año de carrera conseguí entrar como becario durante el verano del 98, sabiendo que un año más tarde estaba programada una revisión integral de dos de los grupos de la central y una gran inversión en la que se implementaron las tres desulfuraciones de gases. Esto supondría una importante carga de trabajo tanto para el personal propio como para las contratas. Y así fue. Entré ya como ingeniero técnico en la empresa Masa y durante esa experiencia pude conocer ya a fondo toda la instalación.
Cuando concluyó esta gran parada me di cuenta de que, en ese momento, iba a ser difícil trabajar para Endesa y encontré en Alcañiz una oportunidad laboral como ingeniero en una empresa de prefabricados de construcción. Estuve trabajando en varios departamentos durante dos años, pero en mi cabeza siempre estuvo volver a la central.
Sin embargo, la situación no había cambiado y seguían sin salir plazas nuevas. Entonces, por medio de uno de los responsables de la central, me surgió la opción de irme a Puertollano a formar parte de un proyecto novedoso: la central de Elcogas. Se trataba de un proyecto nuevo de demostración europeo de Gasificación Integrada en Ciclo Combinado que tenía todos los ingredientes para ser un éxito. Innovador, con el respaldo de firmas de primer nivel en el sector.
Era 2001 y, durante esos años, aproveché para aprender las labores como Supervisor de Mantenimiento a la vez que cursé los estudios de Ingeniería Industrial en la Universidad de Ciudad Real. Estuve así hasta 2006, cuando llegó una de las decisiones más importantes de mi vida. Me llamaron desde Recursos Humanos diciendo que debido a que se había prejubilado gente de la central de Andorra y necesitaban nuevas incorporaciones en el mantenimiento. Tenía que elegir: seguir en Elcogas, donde todo apuntaba a que era parte de un futuro innovador más renovable, o volver a una térmica con fecha de caducidad prácticamente cumplida.
Al final, tras mucho pensarlo, dado que ya incluso habíamos comprado una casa en Puertollano con mi mujer, decidimos volver a donde siempre quise vivir.
Primero me incorporé como Subjefe de Servicio del taller mecánico, pero en los siguientes años fui desempeñando puestos de mayor responsabilidad. Finalmente, hace poco más de dos años, cuando ya era Responsable de Mantenimiento Mecánico de la central térmica, nos alcanzó, como estaba previsto, la transición energética y la central ceso su actividad. Desde entonces empecé a trabajar a medio camino, colaborando en las labores del desmantelamiento de la tecnología del carbón a la vez que comenzaba a participar en proyectos tanto eólicos como fotovoltaicos con la llegada de las energías renovables, un universo en el que ya me he sumergido por completo desempeñando el papel de Representante del Promotor con Enel Green Power en la construcción de Sedéis V, el primero de los grandes proyectos renovables que Endesa tiene previsto ejecutar en la zona.
Evidentemente en Andorra este cambio ha provocado un gran impacto. Desde el momento en que el final de la central se confirmó, todo el mundo esperaba con impaciencia algo que pudiese amortiguar el impacto del adiós al carbón. La opinión general era que las renovables parecían sólo un parche, algo que nunca sustituiría a lo que había sido el motor de la economía local. Pero ahora, sin embargo, gracias principalmente a la adjudicación del nudo Mudéjar, su plan de acompañamiento y el gran número de acuerdos con particulares de la zona, la percepción ha cambiado considerablemente.
Recientemente vemos cómo se ha pasado del escepticismo a la esperanza. Y realmente ahora sí creo que se ha abierto de nuevo una puerta hacia el futuro tanto para nosotros como para los hijos de todos los que nos queremos quedar.
Manuel Ortiz Tomás
Ingeniero en Enel Green Power.
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