{{article.title}}
La única
El día 23 de enero de 2018 recibo una llamada de un operario diciendo que un señor de más de 80 años en silla de ruedas estaba en la puerta de la central hidráulica de Susqueda y que quería visitarla, sin previo aviso. ¿Pero quién era ese señor? Pues ni más ni menos que Arturo Rebollo Alonso, el ingeniero que proyectó, dirigió la construcción y fue responsable del diseño de esta joya de la ingeniería hidráulica, obra singular, futurista y de estilo intemporal, por quien, tengo que confesarlo, siento una enorme admiración. Cogí el coche de la empresa y fui lo más rápido que pude a su encuentro.
Cuando llegué, le acompañaba su cuidador y uno de sus hijos. Estaba enfermo y apenas hablaba, pero se hacía entender, quería visitar “su” obra, y eso fue lo que hicimos.
En ese recorrido hubo un momento en el que expresó su contrariedad por ver algunos elementos, equipos y útiles (extintores de incendio, extracción gases etc.) que interferían en el aspecto visual de la visita. Me preguntó por qué no estaban guardados en su sitio, tal y como él lo había diseñado originalmente. Le expliqué que las normas de seguridad actuales exigen que estén a la vista.
Recuerdo también con nitidez el momento en que llegamos al pie de la escalera helicoidal de la Sala Columnas de la Presa, construida sin ningún apoyo central, un elemento revolucionario para la época. Esta famosa escalera de caracol es como si pelaras una manzana en una única peladura y la sujetaras desde una de las puntas. La miras y te preguntas ¿cómo la han construido?, ¿qué la apoya?
“Llegamos al pie de la escalera helicoidal de la presa, construida sin un eje central, un elemento revolucionario para la época. Esta famosa escalera de caracol es como si pelaras una manzana en una única peladura y la sujetaras desde una de las puntas. La miras y te preguntas ¿cómo la han construido?, ¿qué la apoya?”
Pues antes de que le empezáramos a subir escalera arriba, el señor Rebollo nos dijo: «Un momento, por favor». Entonces se derrumbó, y yo con él. Se me caían las lágrimas. «Nunca pensé en subir por esta escalera en silla de ruedas», me dijo. Cuando le encargaron este proyecto, él tenía 26 años y se comía el mundo, pero no planteó su gran obra con la mente puesta en que personas mayores, menos aún con problemas de movilidad, la pudieran utilizar.
Estar con el señor Rebollo aquella mañana fue impresionante. No era la primera vez. Fue, de hecho, otra de las no muchas ocasiones en que tuve la oportunidad de disfrutar con su presencia. Pero, en aquel momento, para él era como una despedida. Quería ver por última vez su obra maestra.
Tesoro arquitectónico
Soy un privilegiado. Trabajo en un tesoro arquitectónico que pocos tienen la oportunidad de visitar. Pero tardé en darme cuenta de ello. Desde que entré a trabajar aquí, en 1985, pasaron unos diez años hasta que comprendí lo idílica que son esta Presa y esta Central Hidráulica. Sabía que los elementos de la construcción eran algo fuera de lo normal, pero lo cierto es que no los entendía, no sabía mirar y apreciar la belleza y la estética presente en multitud de elementos industriales, que no interferían entre sí, si no todo lo contrario, combinaban perfectamente.
Lo aprendí, con un gran entusiasmo, durante otra visita que también me marcó. Marino Estrada Ángel, una eminencia de la ingeniería hidráulica al que se referían como «el maestro colombiano», vino a conocer la Presa en un viaje que hizo a Europa en el que impartió unas cuantas conferencias. Este señor me enseñó muchas cosas sobre la obra de Arturo Rebollo y me hizo verla con otros ojos.
Me despertó numerosas inquietudes y me aportó datos curiosos y técnicos que se me escapaban de las manos, porque, en aquél entonces yo no tenía capacidad para apreciarlos. La audaz iluminación es uno de ellos. La Central de Susqueda es de tipo caverna y hay que recorrer una galería de unos 200 metros para acceder a su Sala Principal. Arturo Rebollo diseñó este trayecto con luces fluorescentes (que recientemente se sustituyeron por LED) de colores.
Juego audaz de luces
Yo solo veía la dificultad del mantenimiento, la necesidad de colocación de andamios y plataformas, porque las luces están clavadas en la pared, pero hay un significado detrás de la elección de cada uno de los colores que hacen única esa galería, aunque yo lo desconociera. Así que, pasados unos minutos, le propuse al maestro colombiano que fuéramos a ver el cuadro de mando y él me dijo que esperara.
Estuvo un rato admirando las luces y le pregunté: «Pero qué ve usted?». «Está muy bien logrado», me contestó. «¿Cómo que bien logrado?», insistí, sin entender qué había de especial en aquella iluminación. Fue entonces cuando me explicó que el azul representa el agua más pura; el verde, el agua, según periodo del año, con la presencia de algas; el amarillo, cuando trae sedimentos. Y que las tonalidades iban aumentando hasta llegar al rojo, que simboliza el máximo esplendor de la energía eléctrica.
“Para llegar a la central recorres 200 metros de una galería iluminada con luces de colores: el azul representa el agua, el verde también, cuando trae sedimentos, y que las tonalidades iban aumentando hasta llegar al rojo, que simboliza el máximo esplendor de la energía eléctrica”.
Esta visita dio significado a lo que antes, para mí, no lo tenía. Mi oficina, de hecho, está a 12 kilómetros de la Presa y a 4 kilómetros de la Central y, desde entonces, cuando voy a ver si se han realizado bien los trabajos, con las medidas preventivas de seguridad establecidas, o cómo están las instalaciones, me tomo mi tiempo para contemplar algunos de sus elementos, como la simulación de dibujos prehistóricos, esculpidos en relieve sobre hierro que hay en la Sala Principal de la Central y que explican cómo ha sido el proceso de construcción de la Presa y de la Central hasta el momento de la alegre celebración, en que empezó a producir energía.
Visitas limitadas
En fin, que esta obra singular de gran belleza estética la disfrutamos quienes trabajamos aquí. Por cuestiones de seguridad, hace unas dos décadas que ya no pueden venir colegios u otras visitas.
Sí que se puede visitar la famosa Sala de las Columnas, geometría hiperbólica de doble revolución con la famosa escalera de acceso helicoidal, que en sí ya es una exhibición didáctica de estructura arquitectónica. Hay una exposición fotográfica de la construcción, así como una muestra de elementos y equipos antiguos cedidos por el Fondo Histórico de Fundación Endesa, por el 50 aniversario de la presa y de la Central, que se abre al público dos veces al mes.
La verdad es que me encantaría explicar y difundir todo lo que yo he aprendido con esos visitantes que vinieron con tanto que aportar. Emocionar a los demás tal y como me han emocionado a mí.
Francesc Serradesanferm
Técnico Responsable de Endesa Generación en la Central Hidráulica de Susqueda.
Contenido relacionado
El legado que seremos
El legado que seremos es un reflejo de la transición energética justa en España a través de sus protagonistas.
Se trata de un proyecto patrocinado por Endesa creado e impulsado por el fotógrafo documental Álvaro Ybarra Zavala. Álvaro está siendo testigo de nuestro proceso de cambio, contando a través de sus fotografías las historias de las personas verdaderas protagonistas de este cambio.