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Los avances tecnológicos nos han permitido desarrollar nuevos métodos de gestión de procesos en las empresas, con el fin de optimizar el rendimiento y los resultados. Bajo el término de metodologías ágiles, aparecen nuevas estrategias de gestión de procesos. Capaces de adaptarse a cada caso, son herramientas basadas en la respuesta rápida y en la intervención progresiva de los procesos. Con ellas se reduce la costumbre habitual de no realizar mejoras dentro de las compañías hasta que no están en la etapa final, en la entrega.
Las metodologías ágiles ayudan a los equipos de trabajo a estar mejor preparados en el momento de afrontar cualquier problema, aunque no sean infalibles. Existen muchas métodos ágiles y son muy diferentes entre sí. De entre las más conocidas destacan: Scrum, Programación Extrema – XP y Kanban.
Business agility define la capacidad de una compañía, en lo que al negocio estratégico se refiere, de adaptarse a los nuevos cambios que surgen, bien en el mercado, bien en las necesidades del cliente.
Para ello, las metodologías ágiles las empresas aportan el mayor valor posible al usuario en el menor plazo. Permiten ofrecer a los clientes los productos que mejor van a adaptarse a sus necesidades y lo hacen en el menor tiempo posible. Esta idea está relacionada también con la tendencia de smart working.
Más allá de querer satisfacer las necesidades de un cliente, ¿qué aportan los métodos ágiles? Gracias a ellos, un departamento puede establecer prioridades para los grupos de trabajo y organizarlos en diferentes áreas. Los equipos colaboran a la hora de resolver los problemas y necesidades, manteniendo el foco y aportando valor de forma global a la empresa.
Esta metodología también ayuda a desarrollar una cultura empresarial diferente a la hora de tratar al cliente. De paso, hace más sencilla la tarea de enfrentarse a los cambios digitales de la transformación digital y las nuevas tecnologías, y a los problemas en campos de ciberseguridad.
Esta nueva manera de elaborar los procesos también suponen un paso positivo en favor de los objetivos de desarrollo sostenible. Reducen procesos innecesarios y persiguen la digitalización de la compañía, lo que supone un menor impacto en el medioambiente.
Además, cuando se emplean metodologías ágiles dentro de los equipos de trabajo, aumenta la productividad y los equipos están más motivados. Así las empresas generan un ambiente de trabajo más positivo, permitiendo que los empleados tengan una mayor libertad a la hora de proponer mejoras y lograr resultados.
Adaptar este tipo de metodologías en una empresa conlleva un primer paso fundamental: los altos cargos deben liderar el cambio. Estos deben conocer las formas de trabajo colaborativo y aplicar la metodología en su día a día. También deben encargarse de acercar cada método a los trabajadores y de implementar correctamente las nuevas formas de trabajar.
El cambio empresarial a una cultura ágil no es un proceso inmediato. Se realiza de forma gradual, trabajando diariamente con cada integrante de los distintos equipos, hasta que todos ellos se adapten a las metodologías ágiles.
Un ejemplo de empresa que hace uso de metodologías ágiles es Apple. Ya en su momento, Steve Jobs habló en más de una ocasión de cómo se gestionaban los equipos en la compañía para conseguir que todo fluyera. A pesar de sus ganancias millonarias, la empresa se organiza como una startup y mediante una metodología ágil, convirtiéndose en una compañía muy participativa basada en colaborar para innovar.
En PayPal, los objetivos se revisan cada día y todos los equipos involucrados echan un vistazo al resultado. A partir de ahí, comentan qué han hecho, qué han aprendido o qué van a hacer a continuación.
Son muchas las compañías que se han unido ya a los procesos que proponen las metodologías ágiles. Tanto en el panorama internacional como en el nacional, técnicas basadas en Kanban o Scrum están ya totalmente aceptadas dentro de un gran número de organizaciones y se espera que la cifra siga aumentando en los próximos años. ¿Eres agile?