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El plan empieza así: hay que luchar contra el efecto invernadero.
El objetivo es que la emisión de gases relacionados con este proceso se reduzca considerablemente. En concreto: en 2030 España tiene que emitir un 40% menos de la cantidad que emitía en 1990.
¿Cómo se hace? Existen varias vías complementarias y todo suma, pero las restricciones al tráfico en el centro de las ciudades son una de las recetas que más se están aplicando. En Madrid ya está en vigor "Madrid Central", un área de bajas emisiones que ocupa 472 hectáreas.
El sector que ha salido peor parado por la implantación de estas medidas ha sido el del automóvil. Las crecientes restricciones al diésel explican su declive y el impulso de la industria automovilística por sacar al mercado vehículos que, en la medida de los posible, prescindan de los combustibles fósiles.
A esto se suma un nuevo paradigma, el carsharing, que empieza a transformar la mentalidad de los españoles. En las grandes ciudades ya es posible conducir habitualmente sin tener un vehículo en propiedad.
Para ayudar a los usuarios a cambiar de vehículo y dejar atrás los de emisiones contaminantes, se diseñó el Plan VEA, una especie de Plan PIVE para vehículos no-contamintantes que se ha quedado congelado por el retraso en la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado. Si llega a existir, este plan cuenta con una dotación de 16,6 millones de euros para fomentar la venta de vehículos eléctricos, híbridos y a gas como los GLP, GNC y GNL.
De restricciones localizadas se pasa a prohibiciones de calado, como la pronosticada para 2040 por el Ministerio de Transición Ecológica. En este año, en teoría, se prohibirá la venta y matriculación de vehículos comerciales con emisiones directas de CO2.
Para que este importante veto sea aplicable deben cumplirse las predicciones, que hablan de un 2040 en el que la tecnología habrá avanzado y ofrecerá múltiples opciones, facilitando un parque automovilístico en el que el coche eléctrico será la primera opción entre los consumidores.
“Según las previsiones, en 2040 se prohibirá que los vehículos comerciales emitan CO2.”
Llegamos así a una fecha crucial, un punto de no-retorno que muchos consideran utópico y otros demasiado conservador. En 2050 está previsto que ningún coche contaminante circule por España, con una renovación total del parque automovilístico.
Si esto se cumple, las emisiones contaminantes habrán caído un 90% respecto a las que había en 1990.
Otro de los objetivos es que para 2050 toda la generación eléctrica se base única y exclusivamente en renovables.
Los objetivos están planteados y son ambiciosos. La cuestión es si los medios van a ser suficientes. Existen dos grandes escollos de extrema relevancia:
1. Escasa presencia de electrolineras: actualmente existen 3.800 puntos de recarga de vehículos eléctricos en España (repartidos entre centros comerciales, concesionarios, plazas de aparcamientos municipales, aparcamientos públicos, hoteles, estaciones de tren…). Según datos de la Comisión Europea, España necesitaría 220.000 puntos para 2030, suponiendo que se apruebe una obligatoriedad en la reducción de las emisiones en un 30%. Si esta cifra aumenta hasta el 40%, los puntos de recarga deberían crecer hasta los 300.000 puntos. A este respecto el plan más ambicioso lo ha presentado Endesa X, que instalará 108.500 puntos de recarga en 5 años.
2. Falta de músculo para fabricar baterías: si de verdad pretendemos convertirnos en un fabricante importante de vehículos eléctricos, es obligatorio que seamos también un importante fabricante de baterías. De lo contrario, dependeremos totalmente de la importación y sufriremos serias limitaciones en la producción.
“Según las previsiones, en 2050 no quedará un solo vehículo contaminante en toda España y toda la electricidad generada será renovable.”