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Sí, las temperaturas extremas pueden afectar a las baterías de los vehículos eléctricos, pero ese impacto se puede reducir de manera notable con una buena gestión de la carga y del vehículo.
Tanto el frío intenso como el calor extremo pueden afectar al rendimiento y autonomía de los vehículos eléctricos. En condiciones adversas la batería necesita trabajar más y también lo hacen los sistemas de climatización del coche, lo que puede reducir temporalmente la autonomía y aumentar el número de ciclos de carga. A largo plazo, esto puede afectar a la salud de la batería si no se gestiona correctamente.
Diferentes estudios recientes como el Departamento de Energía de EE.UU. señalan que, en condiciones de frío extremo, la autonomía puede llegar a reducirse hasta un 40 %, y entre un 5 % y un 10 % en condiciones de calor intenso.
La buena noticia es que los vehículos eléctricos actuales están diseñados para soportar esas condiciones. Gracias a los sistemas de gestión térmica y a unas buenas prácticas de carga y uso, las baterías pueden seguir ofreciendo un rendimiento óptimo incluso en escenarios climáticos exigentes.
La mayoría de los fabricantes garantizan las baterías durante 8 años o 160.000 km, aunque algunos modelos nuevos ya extienden la cobertura a 10 años o 200.000 km.
La temperatura óptima de funcionamiento de las baterías de ion-litio de los vehículos eléctricos se sitúa entre 15 y 30 grados Celsius. Cuando las temperaturas descienden por debajo de 0°C o superan los 40-45°C, el sistema de gestión térmica del coche debe trabajar más para proteger la batería, lo que repercute en el rendimiento y la autonomía.
La temperatura bajo cero afecta a la composición química de las baterías, reduciendo la eficiencia de las reacciones químicas que se ralentizan, disminuye el voltaje de salida y la capacidad disponible. Esto se traduce en una menor energía disponible. Este efecto es más pronunciado a -18°C o menos.
Cargar una batería fría puede dañarla, así que muchos vehículos reducen la velocidad de carga o incluso la bloquean hasta que la batería se calienta.
El coche consume más energía para calentar tanto el habitáculo como la batería (algunos coches permiten calentar la batería antes de usarla mediante resistencias o bombas de calor). El consumo del sistema HVAC (calefacción, ventilación y aire acondicionado) puede presentar entre el 20 y el 50% del uso energético en invierno. Por ejemplo, a temperaturas de -18ºC, la autonomía puede reducirse hasta en un 40% respecto a condiciones óptimas.
Aunque las altas temperaturas no afectan tanto a la autonomía como el frío, sí pueden acelerar la degradación de la batería si no se gestiona adecuadamente. Las temperaturas superiores a 40-45ºC pueden provocar el sobrecalentamiento de las celdas si el sistema de refrigeración falla o es insuficiente.
Por ejemplo, la pérdida de autonomía a 32°C es leve, alrededor del 5%, principalmente debido a la energía utilizada para el aire acondicionado de los pasajeros y la batería.
Un vehículo eléctrico completamente cargado con una batería utilizable de 60 kWh puede mantener la temperatura del interior del coche a 22°C durante:
Los fabricantes han desarrollado soluciones que permiten mantener el rendimiento de la batería incluso en condiciones adversas:
Además, algunos modelos 2025 incorporan gestión térmica por líquido refrigerante en circuito cerrado, con algoritmos que optimizan el rendimiento en tiempo real según la temperatura ambiente y la carga de batería.
España es un país con una gran diversidad climática pero las temperaturas extremas no deben suponer un obstáculo para los vehículos eléctricos. Con tecnologías adaptativas cada vez más avanzadas y hábitos de uso responsables, los conductores pueden mantener un buen rendimiento de sus baterías durante todo el año.
La clave está en conocer el funcionamiento de la batería y adaptar la conducción y la carga al entorno. Así se maximiza la eficiencia, se prolonga la vida útil y se disfruta de una movilidad sostenible en cualquier estación.