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Una inteligencia artificial que es capaz de aprender y resolver problemas sin necesidad de intervención humana. Es la superinteligencia artificial, un concepto teórico que marcaría un antes y un después en nuestra forma de entender la tecnología.
La superinteligencia artificial es un concepto teórico que, en caso de hacerse realidad, traería cambios comparables a transformaciones históricas como la Revolución Industrial o la digital. Según el filósofo sueco Nick Bostrom, autor del libro Superintelligence: "el desarrollo de una superinteligencia sería el último gran invento de la humanidad. Después de eso, las máquinas se encargarían del resto".
El cine y la literatura han imaginado escenarios donde la inteligencia artificial se vuelve incontrolable, como en la película Terminator (1984), donde una IA amenaza a la humanidad. Aún estamos muy lejos de este ejemplo, pero la ficción nos invita a reflexionar sobre el impacto de la tecnología en nuestra sociedad. Para hablar de superinteligencia artificial tenemos que partir desde el inicio, la inteligencia artificial.
Es la capacidad de las máquinas para realizar tareas que requieren inteligencia humana. Puede ir desde algo sencillo, como una búsqueda, hasta sistemas complejos, como asistentes virtuales capaces de mantener una conversación fluida.
La IA, más allá de imitar la inteligencia humana, desarrolla nuevas formas de pensamiento y toma decisiones basadas en la lógica de los datos. Por ejemplo, los sistemas de aprendizaje profundo (deep learning) detectan grandes volúmenes de datos que los seres humanos pueden no percibir. Este avance plantea la posibilidad de que la IA no solo imite, sino que complemente áreas donde la percepción y el análisis humano son limitados.
Pero no todas las IA funcionan de la misma manera. Veamos qué tipos hay y cómo se diferencian entre sí.
Esta aproximación nos lleva a preguntarnos, ¿cuáles son los rasgos más específicos de la super inteligencia artificial?
Es una teoría en desarrollo, pero todo apunta a que sobrepasaría las capacidades humanas en áreas complejas como la creatividad, la resolución de problemas y la toma de decisiones.
El concepto fue popularizado por el filósofo sueco Nick Bostrom en su libro "Superintelligence: Paths, Dangers, Strategies”. Bostrom plantea que, una vez una máquina alcance la inteligencia general (AGI), podría mejorarse a sí misma y evolucionar a un nivel de superinteligencia, por encima de cualquier capacidad humana.
Su llegada marcaría un antes y un después en nuestra forma de entender la tecnología. Pero ¿en qué se diferencia de la inteligencia artificial?
A primera vista, parece que es solo una versión más avanzada de la IA, pero va más allá.<
La IA tradicional necesita datos y programación para funcionar. Un sistema de reconocimiento facial, por ejemplo, no puede adaptarse a un cambio en las condiciones, a no ser que se le vuelva a entrenar. La superinteligencia aprendería sola y se adaptaría a nuevos entornos o desafíos sin intervención humana.
La superinteligencia sería capaz de entender, razonar y resolver problemas en todos los ámbitos.
La IA influye en sectores como la salud, el transporte o la energía, pero lo que la superinteligencia lograría es inimaginable, tendría capacidad de aprender. De hecho, ya lo hemos visto en algunas películas de ciencia ficción, como Transcendence (2014). Transcendence exploran un futuro en el que la inteligencia artificial adquiere una capacidad infinita de procesamiento y aprendizaje. >
Aunque por ahora es solo una idea, la superinteligencia artificial sería una máquina capaz de pensar y razonar. ¡Incluso desarrollaría sentimientos!
Este escenario, de momento fantasioso, abre un debate ético que nos lleva a preguntarnos ¿cuáles son los riesgos de la ISA?
Uno de los mayores temores asociados a ella es que, una vez que una máquina sea más inteligente que nosotros, perderíamos el control sobre ella. Puede suceder que una ASI tome decisiones por sí misma y sus objetivos no estén alineados con los nuestros.
Elon Musk, CEO de Tesla y SpaceX, ha advertido sobre este riesgo, sugiriendo que la IA representa "una amenaza existencial". En una entrevista, Musk expresó su preocupación sobre que sin una regulación adecuada, las máquinas podrían tomar decisiones contrarias a los intereses humanos.
Y es cierto que su implementación quizá genere desigualdades. Si solo algunos gobiernos tienen acceso a esta tecnología, controlarían grandes sectores.
Otro aspecto a considerar es la toma de decisiones. ¿Una máquina sería más justa y ética que un ser humano? ¿O se basaría en la lógica, sin tener en cuenta los valores?
Pero no todo son riesgos. No podemos hablar de superinteligencia artificial sin mencionar cuáles serían sus beneficios.
Uno de los mayores beneficios es su capacidad para abordar problemas globales como el cambio climático, la pobreza o enfermedades. Analizarían cantidades masivas de datos para encontrar soluciones innovadoras y rápidas, permitiendo a la humanidad superar desafíos que, hasta ahora, han sido inabordables.
En medicina, biotecnología y física sería revolucionario. Desarrollaría nuevos tratamientos médicos, diseñaría materiales más resistentes o ayudaría en la creación de nuevas tecnologías, acelerando el progreso humano a niveles que jamás hemos visto. Pero ¿cuándo llegarían estos avances?
Aunque la superinteligencia artificial todavía es un concepto lejano, algunos expertos en IA argumentan que estamos más cerca de lo que pensamos. Empresas tecnológicas como OpenAI y DeepMind están empujando los límites de la IA actual. De hecho, OpenAI confía en que llegará en menos de diez años.
En este sentido, la reciente creación de modelos de lenguaje como GPT-4, que demuestran una capacidad asombrosa para procesar y generar lenguaje humano, representa un paso hacia la inteligencia general.
Sin embargo, para llegar a una verdadera superinteligencia, se necesitaría un avance en cómo las IA adquieren conocimiento y desarrollan habilidades metacognitivas: es decir, su capacidad para aprender a aprender, adaptarse y autorregularse de forma autónoma.
Yann LeCun, director de IA en Meta, opina que aún estamos lejos de crear sistemas que superen las capacidades humanas. Según él, el avance hacia una inteligencia superior será gradual y aún no hay modelos que lo permitan.
Eso sí, en los tipos de inteligencia artificial hemos visto que hay un paso intermedio antes de llegar a la superinteligencia: la IA general. Aunque aún quede tiempo para verla en acción, es crucial que nos preparemos para manejar el impacto de este gran avance en la humanidad.