
Verlo siempre en Español
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Según la ONU, la producción textil es la culpable del 20% de las aguas residuales en todo el mundo y del 10% de las emisiones de carbono a nivel mundial. Además, en los últimos 15 años, la producción de ropa en todo el mundo se ha duplicado, mientras que su uso ha menguado a la mitad.
Si hablamos de España, gastamos de media por persona unos 450 euros anuales en ropa, llegando a generar entre 12 y 14 kilos de residuos textiles. Sin embargo, el reciclaje de materiales textiles sólo llega al 20% en nuestro país.
Afrontamos nuevos retos: mucha de la ropa mezcla en su confección fibras naturales y sintéticas, que hay que separar para que se puedan aprovechan. El poliéster, además, desprende pequeñas fibras en los lavados que van a parar al mar, contaminando los océanos y las criaturas que viven en él. A esto hay que sumar el potencial contaminante de la fabricación de poliéster, que triplica la emisión de carbono de otros materiales, como el algodón.
Los tintes utilizados para dar color a las telas también son contaminantes, pero existen algunas alternativas sostenibles.
Teniendo en cuenta todas estas variables, el mundo de la moda está empezando a ser consciente de la situación y a tomar medidas para apostar por la sostenibilidad y el impacto social. No hay que pasar por alto el papel de las nuevas generaciones de personas, que ya van creciendo y avanzando en su vida, y que tienen por delante un reto medioambiental que va a marcar un antes y un después en la historia de nuestro planeta. Quizás tengamos, por suerte, algo más consciencia sobre los desechos que formamos, incluso al vestir.
Así nace el concepto de Slow Fashion, opuesto al Fast Fashion de la moda industrializada de usar y tirar que hemos estado experimentando en las últimas décadas. Algunas de las características de este movimiento, que ya han abrazado diseñadores y grandes marcas de todo el mundo, son las siguientes:
Nuevas tecnologías como el Blockchain están facilitando la trazabilidad de las materias primas, su obtención y de la elaboración de las prendas, facilitando información al cliente y dándole la posibilidad de elegir entre prendas sostenibles y éticas frente a aquellas que no lo son.
En todo el mundo se tiran a la basura 500.000 millones de euros en ropa al año. ¿Puedes imaginarlo?. Sólo el 1% llega a reciclarse, con el consecuente daño al Medio Ambiente y el desperdicio de materiales.
Por ello, muchas marcas ya recogen prendas en sus establecimientos, que se destinan a reutilización, reciclaje o valorización energética. Esta última modalidad, la valorización energética, consiste en conversión en energía de residuos que no se pueden reciclar. Pueden transformarse en electricidad, vapor o agua caliente para uso doméstico o industrial.
Desde fabricarte un bolso con unos vaqueros viejos hasta donar tu prenda en los puntos establecidos para ello, la ropa tiene una segunda oportunidad. Las franquicias de moda ya ofrecen contenedores de recogida de prendas para su reciclaje. También hay empresas donde puedes donar la ropa que no uses y se vendrá con un fin social. ONG’s y administraciones también ha habilitado contenedores donde puedes depositar prendas que ya no quieras para entregar a los más necesitados. Son muchas las opciones que tienes para prolongar la vida de tu ropa y reducir al máximo los residuos.
Por la parte de los fabricantes, varias marcas, algunas españolas, ya están elaborando sus prendas con materiales provenientes del reciclaje. Incluso se reciclan otros residuos (marinos, orgánicos) para crear nuevas prendas. Como ves, las posibilidades son ilimitadas.
Se trata de otra tendencia que reduce la huella de carbono de los productos, sobre todo en lo que a transporte de refiere. Algunos fabricantes están apostando por fabricar sus prendas con productos de proximidad y en fábricas cercanas que ofrecen empleo a vecinos de la zona. En este contexto, la trazabilidad juega un importante papel a la hora de identificar este tipo de ropa.
La innovación en el sector de la moda, a través de tecnologías como la impresión 3D o bordadoras industriales, está abriendo un mundo de posibilidades. Gracias a ella, se puede empezar a utilizar nuevas materias primas, simplificar procesos (que ahora tienen menor impacto medio ambiental y son más eficientes) e incentivar otras apuestas como la producción de Kilómetro Cero.
Todas estas tendencias convergen en el fenómeno Slow Fashion. ¿Nos vestimos para salvar el planeta?