
Verlo siempre en Español
Verlo siempre en Español
Solidaridad, altruismo, justicia social, afán por mejorar la calidad de vida de los demás… Estas son algunas de las motivaciones que mueven a muchos a practicar el voluntariado con respecto a otros que necesitan la ayuda en diversos ámbitos (ayuda que complementa la que reciben de organismos oficiales). El voluntariado, por tanto, se basa en dar un servicio no remunerado a la comunidad, llevado a cabo de manera libre y por decisión propia.
Además del voluntariado personal –o social–, existe también el llamado voluntariado corporativo, que es el realizado por los miembros de una empresa, con las características del social, pero dentro del marco de la compañía y acorde a su idiosincrasia. En palabras de Patricia Polite, experta en sostenibilidad y acción social, se trata de
“Aquella aportación voluntaria, no remunerada y estructurada que realizan los empleados de la empresa, en forma de actividades organizadas para el beneficio de un colectivo vulnerable.”
Gracias a este tipo de programas de voluntariado es posible llevar a cabo acciones muy importantes en lugares con pocos recursos.
Hay una tendencia que está irrumpiendo con fuerza, desde hace un tiempo, en estos programas: la creación de valor compartido. Michael E. Porter y Mark R. Kramer, fundadores de la consultora FSG y expertos en la materia, afirman que “una comunidad necesita empresas exitosas que ofrezcan empleos y oportunidades de creación de riqueza para sus ciudadanos”. Es decir, compañías que participen de manera activa en satisfacer las necesidades básicas de la sociedad de la que forman parte. En esta búsqueda de valor compartido, las empresas impulsan la generación de beneficio externo derivadas de la realización de sus acciones internas.
Dentro del ámbito de la sostenibilidad, que se sustenta en tres pilares básicos: economía, medio ambiente y sociedad, el voluntariado reside en este último. Al aplicar aquí la creación de valor compartido, surgen novedosos valores empresariales a la hora de comenzar a desarrollar proyectos. Si tradicionalmente la sostenibilidad se abordaba una vez emprendida una actividad empresarial, ahora algunas empresas comienzan a tenerla presente desde el comienzo, desde la concepción de la idea inicial, como uno de los puntos claves.
El quid de esta renovación está en reorientar los programas de acción social a temas relacionados con los negocios de la empresa (lo cual acaba redundando en una mayor rentabilidad). Es decir, cooperar con la sociedad para aportar las acciones que mejor representan el principal valor de un sector en concreto, ayudar con lo que sabes hacer mejor. Por ejemplo, una compañía que fabrique utensilios de bricolaje podría centrarse en dignificar la vivienda de personas sin recursos, o una empresa textil en realizar acciones para recaudar fondos con mercadillos solidarios de ropa para personas sin recursos.
Para llevar a cabo estas acciones, el empleado debe convertirse en un embajador del compromiso de su empresa; en la cara visible de la participación activa y la responsabilidad de aquella. La compañía debe aprovechar el potencial de sus trabajadores y ayudarles a trabajar codo con codo con las organizaciones no gubernamentales y las asociaciones sin ánimo de lucro que luchan cada día por los más desfavorecidos. Como afirma Inmaculada Fiteni, Responsable de Proyectos de Sostenibilidad de Endesa, este nuevo tipo de voluntariado es
“Un voluntariado donde la empresa acompaña.”
O lo que es lo mismo, la compañía deja de ser un mero espectador para involucrarse con dinamismo en el desarrollo de este tipo de labores.
La pobreza energética es uno de los problemas actuales en los que existe un campo de trabajo importantísimo. Se trata, según la definición dada por la ACA, Asociación de Ciencias Ambientales, de la incapacidad de un hogar de satisfacer una cantidad mínima de servicios de la energía para sus necesidades básicas. En la actualidad hay diversos proyectos solidarios embarcados en esta misión. Uno de los más importantes es “Ni un Hogar Sin Energía”, promovido por la ONG ECODES, en Zaragoza. Partiendo de este programa, y con el fin de colaborar estrechamente con dicha organización, desde Endesa se ha puesto en marcha un plan solidario conocido como “Voluntariado energético”, que tiene como objetivo asistir a personas sin recursos para prestarles ayuda en asuntos relacionados con la eficiencia y el ahorro energéticos.
A partir de este mes, un grupo de empleados voluntarios de Endesa visitarán hogares de Zaragoza (aunque se expandirá pronto esta iniciativa a otros territorios) en situación de pobreza energética, con dos objetivos: ayudar a estas familias a optimizar su consumo energético, para reducir el importe de su factura eléctrica, y revisar las instalaciones eléctricas de la vivienda en busca de situaciones de riesgo, que, una vez descubiertas, serán corregidas por instaladores profesionales. A cada voluntario se le asignará un número de hogares que visitar, con el fin de realizar una monitorización energética y un diagnóstico en el que basar las medidas a implementar (desde colocar burletes para mejorar el aislamiento en puertas y ventanas, a sustituir bombillas poco eficientes por otras de nueva generación). Además, el voluntario, con apoyo de ECODES, ayudará a la familia a optimizar sus contratos energéticos.
En el siguiente vídeo podréis conocer con más detalle este interesante proyecto: