
Verlo siempre en Español
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Aunque pueda parecer sorprendente, la innovación también tiene enemigos. Y uno de los más potentes son los tópicos que se dicen sobre ella. Esas frases manidas, escuchadas una y mil veces, que en muchas ocasiones son falsas, y en otras pueden inducir a confusión, pero que están en boca de todo el mundo. Por eso, desde este blog, donde siempre hemos defendido la importancia de la innovación en todos los ámbitos de la vida, queremos desmontar siete de los más importantes.
Falso. Esta idea está muy extendida, y a menudo se habla de innovaciones e inventos como si fueran sinónimos, pero nada más lejos de la realidad. Inventar es crear algo nuevo, en muchas ocasiones de la nada. Es decir, ofrecer al mundo algo nunca visto antes. Sin embargo, innovar es alterar una cosa ya existente. Modificarla, habitualmente con el fin de introducir cambios que la hagan más efectiva, que la conviertan en un producto más interesante. Por eso hay inventores que jamás innovaron e innovadores que nunca inventaron. En realidad, muchos de estos últimos son en realidad imitadores: ven algo que les resulta atractivo, con potencial, y entonces lo intentan emular. Es de esa imitación de donde después surgen las innovaciones. Según Fran Chuan, un conocido emprendedor catalán,
"Imitar y copiar no es malo, siempre que lo hagas diferente y mejor."
Falso. Cualquier sector está abierto a las innovaciones. Incluso los más tradicionales. Es en estos donde más miedo y rechazo se tiene a lo nuevo, a implementar cambios que alteren el estatus alcanzado hasta la fecha. Sin embargo, no hay que hacer caso a ese miedo, pues es otro de los peligrosos enemigos de la innovación. Por ejemplo, sectores tan conservadores como el del café o el del taxi han visto cómo empresas de la talla de Starbucks o Uber irrumpían con fuerza durante las últimas décadas. O dicho de otra forma, si tú no innovas en tu sector, ya se ocupará alguien de hacerlo por ti. Y nadie quiere quedarse obsoleto, ¿verdad?
Falso. Todos los seres humanos tenemos la capacidad de innovar. Nadie nace emprendedor. Esa faceta es algo que se va construyendo día a día, algo que puede aprenderse (sobre todo de aquellos que innovaron en el pasado, y que son un ejemplo a seguir) y que hay que experimentar. Para ello, para dejar atrás los prejuicios y convencernos de que todos podemos innovar, necesitamos no constreñir nuestra imaginación y nuestra creatividad. Dejarlas libres. Pues ambas son los dos pilares básicos que, junto con el trabajo y el esfuerzo, pueden ayudarnos a convertirnos en personas más innovadoras y emprendedoras.
Falso. Como comentábamos en el punto anterior, la innovación necesita de componentes muy humanos para producirse. Por supuesto, la tecnología existente puede ayudarnos a sacar adelante nuestras innovaciones con mayor facilidad, pero si no estimulamos nuestro lado más emocional, si no permitimos que algo tan nuestro como la intuición o la motivación nos guíen, probablemente no alcancemos grandes metas. Este concepto lo tenían muy claro genios de la innovación como Elon Musk o Steve Jobs, pues ambos supieron combinar interesantes desarrollos tecnológicos con ideas que buscaban hacer más fácil el día a día de sus congéneres.
Falso. La falta de recursos nunca será un impedimento para el desarrollo de una buena idea, si quien la ha tenido decide luchar por ella. La innovación consiste en experimentar aquella. En probarla una y otra vez. Y en caerse muchas veces, y en volver a levantarse hasta dar con eso en lo que estamos invirtiendo nuestro tiempo. Pero para ello no es necesario despilfarrar recursos. Alguien dijo en una ocasión que “hay que fracasar rápido y barato”. Y esa es la clave. Si esperamos a contar con una fortuna para desarrollar nuestras innovaciones, probablemente se queden para siempre en un cajón. No olvidemos que algunas de las más importantes de la historia nacieron en un garaje.
"La innovación no es una cuestión de dinero, es una cuestión de personas." – Steve Jobs
Falso. La innovación depende más bien del trabajo y del esfuerzo. Por supuesto, la suerte puede influir de alguna manera en que nuestra idea llegue a buen puerto, pero no es en absoluto un factor determinante. Como innovadores o emprendedores, no podemos esperar a que la casualidad decida impulsar de manera fortuita nuestro proyecto para que vea la luz. Solamente mediante un proceso de prueba y error concienzudo y preciso podremos alcanzar nuestro objetivo, y ahí la suerte tiene muy poco que decir.
Falso. Para innovar necesitas una idea. El ser humano suele ser un experto en el arte de postergar. Nos ponemos excusas porque no nos apetece arriesgar, tenemos miedo a fracasar y preferimos evitar los cambios. Pero sin cambios no hay innovación. Se encuentran implícitos en esta. Por eso, en el momento en el que tengamos una idea que nos resulte interesante, hay que empezar a trabajar en ella. Sin esperar a que aparezca otra mejor. La idea perfecta no existe. Una vez que nos hayamos enfocado en una idea en concreto, y trabajemos en su desarrollo con disciplina y paciencia, ya descubriremos si estamos en el buen camino o no. Y si fracasamos, no hay problema: solo hay que volver a empezar a trabajar en una nueva.