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Tarifas de luz para segundas residencias: todo lo que tienes que tener en cuenta
Aunque estemos poco tiempo en el año en nuestra vivienda de vacaciones o para fines de semana debemos procurar elegir aquella tarifa de electricidad que cumpla dos objetivos muy claros. El primero, que cubra todas nuestras necesidades sin que genere problemas tanto a la hora de consumir energía ni tampoco de mantenimiento. La segunda, que sea lo más eficiente en cuanto al gasto. Explicamos todos los puntos clave.
De la misma forma que buscamos la mejor tarifa de electricidad acorde a las características de nuestra vivienda habitual y a nuestros hábitos, es igual de importante que lo hagamos con nuestra segunda residencia, teniendo en cuenta que las diferencias pueden ser muy importantes.
La principal es que, a diferencia de la vivienda habitual, la estancia en estas residencias es mucho más corta, concentrada muchas veces en una época del año (verano generalmente) o determinados días, como fines de semana. Pero no son las únicas, su tamaño o que estén en zonas climáticamente más expuestas como son las costas o la montaña las confieren un carácter especial. Todo ello debes tenerlo en cuenta a la hora de elegir la mejor tarifa, os lo contamos.
La potencia, un concepto clave
Simplificando, nuestra factura de la luz tiene dos grandes componentes: uno fijo, la potencia contratada, y otro, variable, el consumo, y ambos deben tener características diferenciadas en el caso de la segunda vivienda, tanto para optimizar su gasto como para no cometer errores que pueden ser perjudiciales.
Esto suele ser muy común con la potencia. Al no vivir mucho tiempo, incluso muchos meses al año, y pagar por este concepto una cantidad fija puede pensarse que es un gasto excesivo y se tiende a contratar potencias muy reducidas. El problema es que cuando estamos en la segunda residencia y consumimos electricidad esta potencia puede ser insuficiente y con ello generar cortes. Por todo ello, a la hora de determinar qué potencia contratar debe ser siempre la necesaria, con un pequeño margen de seguridad, que garantice que todos los aparatos eléctricos estén en funcionamiento.
En definitiva, hay que realizar un ejercicio práctico para comprobar que se tiene contratada la potencia necesaria para un funcionamiento adecuado, ni de más que encarezca la factura, ni de menos que haga saltar constantemente el ICP, teniendo en cuenta que bajar la potencia es gratuito, pero pedir elevarla tiene un coste económico que puede ser importante.
Para ello, se puede poner en primer lugar en funcionamiento todos los electrodomésticos y así comprobar que es suficiente. Posteriormente se puede hacer solo con aquellos que es necesario que estén funcionando de forma simultánea (por ejemplo, una lavadora y a la vez el horno). Si en el primero no hay cortes puede que la potencia sea excesiva, por lo contrario, si tiene problemas en el segundo, que sea insuficiente. Por todo ello, es necesario buscar siempre este equilibrio.
Consumo y tarificaciones especiales
Otro de los fallos es considerar que como estamos poco tiempo con optar con una tarifa estándar con respecto a la parta variable, los kWh que consumimos, es suficiente, cuando seguramente encuentres otras posibilidades de ahorro con la discriminación horaria o incluso con tarifas planas.
En el primer punto, muchas veces nuestros hábitos de vida en segunda residencia son más constantes, claros y diferenciados, que en nuestra vivienda habitual, con estancias en la vivienda más cortas y concentradas en un tramo horario. Por ejemplo, en una residencia en la costa lo normal es que se pasen muchas horas del día en el exterior, en la playa o piscina, y solo estés en la casa por la noche. Será además en esas horas, por ejemplo, cuando se utilicen electrodomésticos de consumo elevado como las lavadoras o se pongan en funcionamiento sistemas de climatización como el aire acondicionado, que multiplican el gasto. En estos casos tener una tarifa que abarate el consumo eléctrico en el tramo horario en el que estés en el hogar se traducirá en un ahorro importante.
También a menos estancia en la vivienda a lo largo del año el consumo eléctrico es más predecible, menos cambiante en el tiempo. Si habrá meses punta, pero la mayoría son “valle” sin apenas gasto. Esta estabilidad puede hacer conveniente elegir alguna tarifa plana con la que se abona una cuota fija personalizada y sin límite de consumo. Este tipo de tarifas, además, nos ayudan a un mejor control de nuestros gastos al saber que vamos a pagar siempre sin sobresaltos, como ocurriría cuando se disfrute de una estancia prolongada en la segunda vivienda.
Mantenimiento un factor fundamental
Por último, un aspecto esencial y también tradicionalmente olvidado es incluir el servicio de mantenimiento a nuestra tarifa eléctrica. Si una avería siempre es un gran inconveniente, ir a la segunda residencia por unos pocos días y encontrarte con problemas lo es mucho más. Además, estos inconvenientes, precisamente por no tener vivir normalmente allí son muchas veces difíciles de detectar.
Contratar un servicio de mantenimiento ayuda de dos formas. En primer lugar, por supuesto, es poner remedio a esta avería de forma rápida y económica. Y, en segundo lugar, y a veces incluso más importante, previniendo. Las revisiones periódicas ayudan a detectar fallos y con ello tener la instalación en perfectas condiciones antes de las vacaciones o tiempo de descanso.
En definitiva, creer que estar menos tiempo en la segunda residencia debe conllevar dar menos importancia a que tarifa de la luz elegir es un gran error, como lo es buscar ahorro a toda costa recortando en puntos clave como la potencia. Hay que buscar siempre que se cubran todas las necesidades, pero también aprovechar las oportunidades que pueden ofrecer unos hábitos de vida distintos al día a día.
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