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Pymes en bajos: cómo los comercios aportan energía a los pisos residenciales
¿Es posible usar la zonificación en las ciudades para hacer que la energía sobrante en comercios ubicados en los bajos de los edificios sea utilizada en las plantas residenciales que están sobre el local? Lo cierto es que sí se puede. Una trama urbana que combine usos residenciales con el sector servicios (uso mixto) supone importantes ahorros de energía, desde climatización a movilidad, pasando por un uso del espacio más eficiente y versátil.
Cuando las viviendas están ubicadas encima de los comercios o intercaladas con oficinas, aparecen beneficios fascinantes que aumentan la eficiencia de los entornos urbanos, permitiendo usar menos energía y minimizando tu huella de carbono, un papel fundamental en el uso energético dentro de la trama urbana.
Ciudades dispersas vs. Ciudades compactas
El siglo XX fue particularmente complicado para las ciudades, ya que su principal característica fueron los dolores de crecimiento para hacer hueco al vehículo privado, seguida de la dispersión urbana por el territorio y, en algunos países, la aparición de una zonificación que impedía vivir cerca de donde se trabajaba, y viceversa.
Una ciudad dispersa consume entre 1,5 y 5 veces más energía por trayecto que una compacta, y, en concreto, en nuestro país se ha valorado como muy negativa la baja dispersión, que eleva el consumo de energía eléctrica y térmica, así como todos los impactos ambientales. ¿Por qué sucede esto, y cómo podemos evitarlo? El mero hecho de que haya un área de la localidad dedicada al comercio y otras que solo sirven para residir, como ocurre con las grandes superficies y los PAUs (Programa de Actuación Urbanística), incrementa las distancias relativas entre los domicilios y los puntos de venta, y con ello la energía de ir de uno a otro. Además, este aumento de distancia suele saltarse con vehículos poco eficientes, en lugar de transporte público colectivo.
Por el contrario, una ciudad compacta, donde los comercios se encuentran en los bajos del residencial, hace posible que la mayoría de los desplazamientos ocurran caminando o en bicicleta, dos movilidades activas y altamente necesarias cuyo consumo energético es menor respecto a otros modos.
De cara a las empresas, acercarse a los clientes de forma que estos puedan acudir sin recurrir a vehículos de motor, también supone ventajas de facturación. Actuaciones como el aumento de área de acera, la pacificación vial o la peatonalización multiplica los ingresos de comercios locales.
Tiene lógica, porque los coches no compran, pero las personas sí. En un estudio se analizó qué pasaba en España cuando se peatonalizaba: los comerciantes estaban encantados. Y lo mismo ha pasado en el resto del mundo: Groninga, Nueva York, Londres, entre otras ciudades.
Climatizar viviendas con el calor de las oficinas
Además de en movilidad, también se han medido las pérdidas térmicas mediante el factor de las pérdidas de calor -ratio que mide la relación entre la superficie que puede perder calor (la envolvente térmica) y la superficie del suelo que se calienta (TFA)- y las conclusiones son similares: la baja densidad y la falta de uso mixto tiene más pérdidas.
De hecho, el uso mixto, por ejemplo, un comercio u oficina debajo de dos o tres pisos residenciales, hace que en invierno el calor residual de la actividad empresarial -que suele darse desde primera hora hasta pasado mediodía- evite a los residentes poner la calefacción por la tarde. Y algo similar ocurre con el aire acondicionado.
Cada vez más estudios de arquitectura buscan diseñar edificios pasivos, que no requieren de máquinas para calentar o enfriar, llegando a diseñar enormes torres quebradas como la Rødovre Tower (2008) de Bjarke Ingels Group, un estudio caracterizado por diseños altamente funcionales. Esta torre se caracterizaba por apilar residencial y oficina, de tal modo que estas últimas recibían menos radiación solar. Las oficinas son áreas de alta actividad, con ordenadores y equipos que irradian calor, mientras que las residencias tienen una fachada orientada a captar luz.
Además, conductos dentro del edificio iban cambiando el calor de sitio a medida que hacía falta. Dada la complementariedad de horario entre espacios de trabajo y viviendas -nunca se está en los dos a la vez- este tipo de soluciones es perfecta para exprimir la generación de energía.
Dicho de otra forma: a las empresas les interesa mucho compartir vertical con el sector residencial, ya que aparecen sinergias energéticas que pueden aliviar sus facturas.
Un urbanismo de uso mixto
Con frecuencia se da por sentado los elementos urbanos tales como la acera, la calzada o el mobiliario urbano. Sin embargo, este tipo de materiales y elementos tienen, por lo general, un elevado coste energético y de recursos.
Un kilogramo de hormigón necesita 1,3 MJ (megajulios), un kilogramo de ladrillos: 2,3 MJ, de piedra artificial o procesada: 5,9 MJ, de acero: 35 MJ. Todo lo que nos rodea en las ciudades ha sido colocado ahí a un coste que no podemos despreciar, es por esa razón que conviene, ya que acera o bancos siempre serán necesarios, maximizar su uso para que la huella energética per cápita y por hora sea lo más baja posible. Y la mejor forma de hacer esto es fomentar un urbanismo de uso mixto.
Por ejemplo, el mismo banco que sirve de área de descanso para un anciano que a primera hora camina hacia la compra con su carrito, hace las veces de área para comer de una oficinista a la que le apetece disfrutar de un día al aire libre, de espacio de reunión antes de la salida de los niños del colegio o lugar de encuentro de los jóvenes más tarde.
¿Y esto en qué se traduce como beneficio empresarial? Cuando una misma infraestructura tiene más usuarios también hacen falta menos impuestos per cápita para mantenerlo. Impuestos como el IBI, e incluso, las tasas de recogida de basuras son más bajas en el tejido denso, en parte porque los costes energéticos del sistema en conjunto son inferiores.
Aunque en las últimas décadas se ha visto una migración a la periferia, las empresas españolas se han ubicado en los bajos de los edificios. Independientemente de que fuese o no una práctica deliberada, aquellas empresas que vivían dentro del tejido urbano mixto tenían más probabilidades de supervivencia, que se multiplican aún más si el entorno está pacificado.
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