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En un futuro no muy lejano, la mayor parte de la población de la Tierra vivirá en grandes núcleos urbanos. Los 3.500 millones de habitantes que tienen actualmente las ciudades serán 5.000 millones en 2030, un 70% de toda la población mundial.
Los núcleos urbanos producen la mayor parte de las emisiones contaminantes y por ello deben ser el punto de partida de soluciones para afrontar el cambio climático. A esto se añade la emergencia sanitaria que estamos viviendo, que marcará de forma definitiva nuestra forma de relacionarnos entre nosotros y con el entorno.
En este contexto, la economía circular aporta la visión necesaria para diseñar las ciudades del futuro. Esta transformación debe permitir que las comunidades que las habitan, además de estar listas para afrontar una emergencia sanitaria, lo estén para evolucionar hacia un modelo económico sostenible.
La ciudad circular es una evolución del concepto de smart city o ciudad inteligente. Se trata de un cambio de percepción: de una visión enfocada a las nuevas tecnologías y los servicios energéticos pasamos a un enfoque holístico que tiene en cuenta todos los recursos que consume una ciudad y que pone el foco en el impacto social, económico y medioambiental de ese consumo.
Antonio Castellanos, de Economía Circular Iberia, compara las ciudades con “un gran metabolismo que consume recursos, tanto energía como materiales, y genera emisiones y residuos”. La ciudad circular es una evolución de este modelo para lograr un desarrollo sostenible que incluya calidad y sostenibilidad ambiental, prosperidad y competitividad económica e igualdad e inclusión social.
“La ciudad es como un gran metabolismo que consume recursos, tanto energía como materiales, y genera emisiones y residuos".
– Antonio Castellanos, Economía Circular Iberia, Endesa
Actuar sobre la energía y los materiales consumidos es clave para la transformación circular de una ciudad. Para ello, es necesario avanzar en varias direcciones:
Tal como explica Castellanos, “en la teoría de una economía circular, los residuos que se producen son CERO. Todo producto ha de ser diseñado para que al final de su vida útil no genere residuos o para que ese residuo pueda ser reciclado. Incluso residuos tóxicos. Si esto no es posible es que el producto está mal diseñado, es decir, no está diseñado con criterios de circularidad.”
Esta sería la representación gráfica de una ciudad circular:
Para que exista la ciudad circular es clave que exista una estrategia compartida por los grandes actores del cambio en el entorno urbano: el sector público, el sector privado (las empresas) y, por supuesto, los ciudadanos.
Esta estrategia circular permitirá hacer realidad la transformación de la ciudad, aunando inversiones provenientes de fondos privados y planteamientos innovadores en ordenación urbana. Esto genera una mayor eficiencia y mejora la correlación entre el coste y el tiempo empleados en el desarrollo y puesta en marcha de iniciativas circulares.
Ya no es viable que los gobiernos, independientemente de su escala (local, regional o nacional) trabajen de manera aislada. Las soluciones para las ciudades deben involucrar a todos los ‘stakeholders’ para alcanzar objetivos más ambiciosos. Es lo que llamamos un ecosistema circular.
En este proceso de cambio, además de la alineación público-privada, es fundamental la actuación de los ciudadanos. “El ciudadano es un actor clave en el objetivo de alcanzar ciudades más circulares: no solo realiza una actividad individual, sino que colabora formando parte de administraciones públicas y empresas privadas contribuyendo a fomentar la concienciación y el compromiso de toda la sociedad en la consecución de estos objetivos”, explica Castellanos. “Ese triángulo mágico de administraciones públicas, empresa privadas y ciudadanos a través de la colaboración pero también de la exigencia mutua es fundamental a la hora de afrontar los retos y necesidades de la ciudades y del planeta en este siglo XXI.”
“El ciudadano es un actor clave en el objetivo de alcanzar ciudades más circulares".
– Antonio Castellanos, Economía Circular Iberia, Endesa
¿Cuáles son los beneficios de la transformación de una ciudad en circular?
Competitividad. La economía circular permite mantener el valor de los materiales y recursos y una mayor interacción entre productores e intermediarios, por lo que puede generar oportunidades de negocio para pequeñas y grandes empresas y para emprendedores individuales. Se generan servicios a mejor precio con mejores condiciones y respetuosos con medio ambiente.
Medioambiente. Replantear todo el modelo económico para integrar la economía circular tiene ventajas medioambientales, porque se reducen emisiones y residuos. Actuar sobre el diseño de las ciudades permite reducir el tiempo de los desplazamientos, el ruido, la contaminación atmosférica y el consumo energético. Según la división de Medio Ambiente de la ONU, una ciudad circular podría reducir más del 90% tanto su producción de residuos industriales como sus emisiones.
Social. La economía circular en una ciudad fomenta la creación de empleo de base local porque se desarrollan productos y servicios de manera local.
La transformación circular crea nuevos desafíos en aspectos como los impuestos (que favorezcan las prácticas sostenibles y penalicen las que no lo son), la formación en nuevas competencias para los habitantes de la ciudad y los cambios en los ecosistemas de negocio, que favorecen la creación de nuevas startups y pymes o de redes de negocio de valor compartido.
El mundo cuenta ya con una Red de Ciudades Circulares pioneras en la aplicación de enfoques de economía circular, que están trabajando en el desarrollo sostenible y se han convertido en una referencia para el resto.
A nivel mundial, el Grupo Enel está apoyando numerosas iniciativas de acercamiento a la circularidad en ciudades como Bogotá (Colombia), Pittsburgh (Pensilvania), Vila Olímpia (Brasil) o Santiago de Chile (Chile).
A nivel europeo es importante destacar la relevancia que el nuevo Plan de Acción para la Economía Circular de la Unión Europea le otorga al rol que cumplen las ciudades y los territorios para realizar la transición hacia un modelo de economía circular.
En este sentido destaca la estrategia circular de Ámsterdam (2020-2025). Este proyecto tiene como objetivo trazar un mapa de los distintos flujos de materiales, desde la entrada hasta la transformación, con el fin de preservar las materias primas. La iniciativa, que cuenta con el apoyo del gobierno holandés y la Unión Europea, persigue la reducción del uso de nuevas materias primas a la mitad para 2030, pasando a convertirse en una ciudad totalmente circular en 2050.
En España, Endesa está colaborando con diversas administraciones públicas y otras empresas, incluso con carácter intersectorial, para difundir el concepto de la ciudad circular e identificar oportunidades de colaboración donde se puedan plasmar estos principios en iniciativa y proyectos tangibles para la sociedad.
En este marco, destaca eCityMálaga, un proyecto muy relevante para impulsar la primera ciudad circular española. El objetivo de esta iniciativa público-privada es repensar la manera en la que utilizamos las materias primas y la energía a partir de una propuesta de transición energética y utilización de recursos dentro del Málaga TechParK. eCityMálaga pretende convertirse en un referente urbano de sostenibilidad y circularidad.