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En el final del carbón
Imaginaos: más de 4 millones de toneladas de carbón, entre 30 a 40 barcos de 300 metros de eslora por casi 50 de ancho. Es decir, como si con un solo buque tuviera tres campos de fútbol repletos de carbón. 180.000 trayectos en camión al año.
Esta actividad frenética ha sido la dinámica de mi vida durante una década en la terminal de Endesa del puerto exterior de Ferrol. La terminal, que se inauguró en 2009, de la que me hice responsable y en la que he sido prácticamente la única mujer entre más de 200 hombres.


Estas instalaciones se construyeron porque el puerto interior, donde yo llevaba trabajando dos años, se nos empezaba a quedar pequeño. Tras la clausura de la mina de lignito de As Pontes, se necesitaba importar grandes volúmenes de carbón.
Hemos vivido un increíble trajín diario, con gruistas sentados a 45 metros de altura, desde donde manejaban cucharas con 35 toneladas de carbón. El trasiego era tremendo, con 150 camiones yendo y viniendo entre la terminal y la Central Térmica de As Pontes alrededor de 1.000 veces al día.


“El trasiego era tremendo, con 150 camiones yendo y viniendo entre la terminal y la Central Térmica de As Pontes alrededor de 1.000 veces al día”.
Esta dinámica, sin embargo, cambió radicalmente durante los últimos tres años: descargamos un par de barcos al año a la espera de que se completara el cierre de la central. Los tiempos del carbón se van quedando atrás y nos volcamos en estudiar una manera de reinventarnos, de empezar una nueva etapa en esta inmensa terminal granelera. De hecho, es una de las más grandes de España, con unas instalaciones fabulosas, un magnífico calado y una ubicación estratégica: nos situamos dentro de las rutas marítimas del norte de Europa hacia América, hacia el Mediterráneo y hacia África.
En estos momentos compatibilizamos la necesidad de dar servicio a los dos grupos que todavía quedan en operación de la central con la participación en ofertas para la carga, descarga y almacenamiento de otros tráficos para nuevos clientes. Hasta finales de año, habremos cargado y descargado 20 barcos, es decir, 1,4 millones de toneladas de carbón en 2022, pero también sabemos que nos tenemos que preparar para el futuro, para responder este cambio en el modelo energético.
Los retos o las dificultades, desde luego, no nos deben intimidar. Lo he aprendido a lo largo de estos últimos 15 años.
Recuerdo, por ejemplo, cuando un capitán ruso me dijo, en medio de un temporal muy fuerte, que yo parecía una gallina que cuidaba de sus polluelos. Él afirmaba que una de nuestras grúas había chocado contra su barco, pero mi gente me aseguraba que, debido a la tempestad, los hechos habían ocurrido justamente al revés: el barco había golpeado la grúa. Como confío plenamente en mi equipo, no me moví de allí hasta que todo se solucionó. Así fue. El capitán no se salió con la suya. Y así ha sido siempre en situaciones similares, teóricamente, intimidantes.
Había escenarios complejos, como cuando tenía que tratar y negociar con barcos procedentes de países árabes, cuya tripulación ni siquiera me miraba o me saludaba por el hecho de ser mujer. O cuando surgía algún enfrentamiento y no me quedaba más remedio que ponerme muy seria y decir que no les íbamos a dejar descargar el barco mientras no adoptaran todas las medidas de seguridad necesarias.
“Había escenarios complejos, como cuando tenía que tratar y negociar con barcos procedentes de países árabes, cuya tripulación ni siquiera me miraba o me saludaba por el hecho de ser mujer”.
En fin, toda esta experiencia de importar, descargar, almacenar y transportar millones de toneladas de carbón nos ha sido útil para trabajar en un nuevo e idóneo plan para que la terminal siguiera operando. ¡A pelear y a reinventarse!
Ana Belén Paz Pena
Responsable de la terminal portuaria de Endesa en el Puerto de Ferrol.
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